Opinión
Oslo, Gaza y los acuerdos de Abraham
Los Acuerdos de Abraham, firmados el 13 de agosto de 2020 permitiendo el reconocimiento pleno de Israel por parte de los Emiratos Árabes, después de Egipto y Jordania, pese a las permanentes dificultades con Hamás y Gaza, se ven amenazados, si no destruidos, saboteados, por la acción de Hamás que dio inicio al conflicto

Bernardo Moncada Cárdenas:
«Nuestros países viven en el pasado, ambos obsesionados con lo que hemos perdido. Hallemos un modo de vivir en el presente.» Oslo, 2021, película de Bartlett Sher.
El mundo, en directo, contempla abismado los acontecimientos de la guerra en Oriente Medio. Pasa a segundo plano el inhumano e imprevisto ataque a mansalva de Hamás en territorio israelí, matando a 1.195 personas y secuestrando a otras 251, mayoritariamente civiles, incluyendo bebés, que dio inicio y movilizó la terrible respuesta de Israel, y cobró la escala de un conflicto internacional. desplaza la ofensiva rusa contra Ucrania en la atención del globo.
La conflagración se trasladó a otro campo: el campo de la opinión pública y la política internacional, polarizada virulentamente entre quienes toman la bandera palestina como punto de apoyo para derribar lo que, hasta hace poco, se denominaba “mundo libre”, aprovechándose de la sensibilidad de quienes sólo ven el sufrimiento de los gazatíes, y quienes rechazan sus embates viendo en ellos la punta de lanza de un proyecto perverso.
El conflicto parece haber entrado en un brutal círculo vicioso en el que Hamás y sus aliados mantienen los rehenes de aquel sangriento sábado, y sus consignas contra la existencia misma del Estado hebreo, mientras que Israel amenaza utilizar su indudable poderío militar para erradicar la amenaza de Hamás, y sus secuaces, aunque ello implique la casi total destrucción de la franja de Gaza y la población.
Mientras tanto, la próxima Asamblea General de Naciones Unidas pareciera intentar una poco efectiva solución diplomática, discutiendo el reconocimiento pleno del “Estado Palestino”, aunque ello no detenga la guerra.
Las comillas no son irónicas. Desde el sangriento conflicto de 2007 entre Hamás y la principal facción de la OLP, Fatah, los palestinos de Gaza y Cisjordania han estado fragmentados en dos gobiernos rivales: Hamás, en Gaza; y la Autoridad Palestina, (reconocida internacionalmente desde los acuerdos de Oslo), en Cisjordania. Hablar de un estado Palestino es por ahora un formalismo.
Hasta hoy, quienes sueñan con el Estado palestino olvidan cómo el permanente y fatídico litigio ha desdibujado los límites que definirían un hipotético territorio, cuya definición nunca será posible sin alcanzar acuerdos de paz, que sienten los rivales a negociarlo.
En “Oslo”, filme que llevó al cine la premiada obra teatral, se narra con éxito el proceso que, iniciado por la diplomática noruega Mona Juul -decidida, al contemplar el terror en los rostros de dos jóvenes enfrentados desde los bandos de la sangrienta intifada antisraelí- y su marido, llevó al clamoroso acuerdo Oslo I de 1993.
Lo que abrió paso a lo imposible, fue la estrategia consistente en desplazar las formalistas e infructuosas negociaciones oficiales, entre dos gobiernos que se habían jurado públicamente la hostilidad a muerte, por el encuentro cara a cara de personas representativas -no representantes oficiales- de la nacionalidad palestina y de la israelita, en un escenario oculto del ojo público. Frente a frente, como aquellos jóvenes asustados, la rivalidad fue cediendo, superada por la sorpresa de encontrar el rostro humano tras la máscara del odio. Así, paulatinamente fue ganando terreno la certeza de que era viable entenderse.
La declaración de los supuestamente irreconciliables líderes Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, frente al presidente Bill Clinton, les valió el Nobel de la paz (y eventualmente les costó la vida, a manos de extremistas de sus respectivas facciones ideológico-políticas).
La oposición de minorías violentas impidió que las posteriores reuniones de Camp David terminaran con frutos. Un sabotaje efectivo.
Ahora, los Acuerdos de Abraham, firmados el 13 de agosto de 2020 permitiendo el reconocimiento pleno de Israel por parte de los Emiratos Árabes, después de Egipto y Jordania, pese a las permanentes dificultades con Hamás y Gaza, se ven amenazados, si no destruidos, saboteados, por la acción de Hamás que dio inicio al conflicto.
En las circunstancias, y en un mundo hendido en parcialidades hostiles, se sintiera imposible alcanzar la paz en medio Oriente por vías diplomáticas. Ella, sin embargo, puede alcanzarse si el diálogo necesario comienza, como en Oslo, de abajo hacia arriba.-




