Egildo Luján:
El 2 de febrero de 1999 el para entonces Presidente electo de Venezuela Hugo Chávez Frías asumió la jefatura del poder de la República. Y lo hizo jurando sobre la vigente Constitución venezolana de 1961, y en obediencia del cumplimiento a cabalidad con base en el contenido de la misma.
A partir de esa fecha, Venezuela inició un ciclo histórico que luego habría de convertirse en un paulatino y desastroso deterioro en todos los sentidos, como consecuencia del hecho del contagio de la nefasta influencia del dictador Fidel Castro Ruz, y de su comunismo marxista-leninista, siempre en obediencia del apoyo de su Partido Comunista de Cuba. Y, con ello, desde luego, logra contaminar al país con la doctrina de destrucción y de sometimiento a gran parte de los PAISES del continente americano.
Desde entonces, el deterioro y la destrucción del país ha sido de tal magnitud que, sin pretender ser altilocuente o petulante como ciudadano venezolano en la reflexión sobre el hecho, sí permite precisar que el país, luego de haber tenido la democracia más sólidamente constituida de esta parte del mundo, y de ser la Nación de mayor desarrollo y más fuerte económicamente de América Latina además de contar con una de las reservas de hidrocarburos más grandes del planeta, pasa a ser la referencia de la versión actual.
Dicha versión , por supuesto, no es otra que el de haber terminado siendo un país cola de ratón a nivel internacional, y sobresaliente, además, por ser el prototipo de una Nación que terminó siendo el modelo de un desafortunado caso que hoy se le conoce en el mundo, por exhibir uno de los índices de pobreza e inseguridad más precarios del mundo civilizado.
Sin excepción, todo ciclo en la vida tiene fecha de inicio y fecha de culminación. Y es por eso por lo que los componentes históricos de lo que ha sucedido en Venezuela recientemente, sólo pocos dudan la vigencia de una realidad que aviva las esperanzas nacionales. Y ese hecho no es otro que el obvio reflejo de una realidad innegablemente cierta. Se trata de que 22 de octubre del año en curso, en Venezuela se inició un nuevo ciclo de triunfos, depuración y éxitos, para satisfacción de la población.
Es la fecha en la que se logró realizar unas elecciones primarias, para escoger al Candidato de las fuerzas democráticas del país, y que tendrá a su cargo la responsabilidad histórica de oponerse al candidato que escoja el régimen del llamado Socialismo del Siglo XXI, para competir en las elecciones presidenciales en el año 2024. El resultado de estas elecciones primarias no fue un hecho común o normal, en cuanto a su significativo resultado, cuando un coro gigantesco de DOS MILLONES MEDIO de personas, al unísono, gritó: QUEREMOS UN CAMBIO . Un cambio que pasó a ser la elección de la Ingeniera María Corina Machado, respaldada por un contundente e histórico resultado, traducido en un 92% de total de los votos a su favor, para pasar a ser récord electoral en el mundo entero.
Lamentablemente, y, como era de suponer que sucedería, a pesar de lo evidente, los partidarios del régimen, así como otros supuestos opositores apodados «Alacranes», dada su indefinición o dudosa reputación política. emergen como los llamados a reconsiderar sus respectivas posiciones y alternativas, sobre todo, ante un futuro inminente. Y se trata de que en los 24 años pasados, los mismos fueron un evidente fracaso, porque la destrucción y ruina del país es inocultable, indefendible e inexplicable.
Desde luego, lo que todo eso traduce es que, pretender perpetuarse en el poder, tratando de ocultar lo inocultable, como es el rotundo rechazo regido por el comportamiento de la ciudadanía, y querer depender de la práctica de triquiñuelas o de malabarismos conceptuales, con ello, tan sólo logran ahondar el profundo rechazo ciudadano, y jugar irresponsablemente a la provocación de una confrontación humana, o a la explosión social de triste pronóstico, sufrimientos, ruina y hambre. Es decir, a un hecho que no tiene sentido ni beneficios para nadie.
¿Qué hacer?. Lo recomendable sería que, con cabeza fría, y sentido de responsabilidad histórica, tanto el Gobierno actual, como la oposición bajo su nuevo liderazgo y la candidata María Corina Machado, respectivamente, nombren unas comisiones de notables y respetables ciudadanos, para que, con la aprobación de todos los venezolanos y nuestras naciones amigas del mundo Occidental como testigos, convengan en soluciones pacíficas, DEMOCRATICAS e inteligentes.
¿Con qué fin?. Con el de propiciar un cambio de rumbo y de metas indispensables para lograr la Paz y la recuperación del país. Y de hacerlo planificando tácticas, planes y estrategias, para rescatar lo que fue siempre nuestro territorio, la Guayana Esequiba, y del que fuimos despojados arbitrariamente. En fin, de acordar condiciones y acciones preparatorias para ir, democráticamente, a unas elecciones presidenciales cristalinas, con base en el desempeño de un Consejo Nacional Electoral imparcial, y que sea electo de acuerdo a la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Pero, además, que el resultado sea el de alcanzar dicho logro con sentido armónico, y con el propósito de unir y de pacificar al país.-