Mariano Delgado: «Sería deseable que las máximas autoridades del judaísmo, el cristianismo y el islam se reunieran y realizaran una declaración»

Ante el riesgo de que el conflicto israelo-palestino se extienda, la Plataforma Interreligiosa de Ginebra (PFIR) y la del cantón de Vaud han lanzado sendos llamamientos a la paz, haciendo referencia tanto a la palabra hebrea «Shalom» como a la árabe «Salam». Pero en un momento en que las comunidades judías del país denuncian un fuerte aumento de los incidentes antisemitas desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás, y en que se suceden las manifestaciones de apoyo a Palestina o al Estado judío, ¿qué impacto puede tener el conflicto israelo-palestino en la paz religiosa en Suiza? Entrevista con Mariano Delgado*, Director del Instituto para el Estudio de las Religiones y el Diálogo Interreligioso de la Universidad de Friburgo.

¿Por qué se ha extendido este conflicto a Europa y Estados Unidos?

Existe un riesgo muy real de que la crisis de Oriente Próximo se extienda a Occidente, pero espero que nuestros países sean lo bastante fuertes para hacerle frente. El conflicto se alimenta de la mezcla explosiva de la integración fallida de muchos musulmanes y el antisemitismo latente en la sociedad. La migración y la globalización también significan que hay una diáspora en los países occidentales procedente de todo tipo de focos de conflicto.

¿Cuál es el problema de la inmigración musulmana?

Muchos inmigrantes musulmanes aún no han desarrollado el «patriotismo constitucional» que sería importante para la coexistencia pacífica en nuestras sociedades. Están atrapados por su identidad cultural y religiosa, o se sienten ciudadanos de segunda clase y se distancian de los valores laicos, éticos y políticos de Occidente, aunque nuestros países les permiten vivir en libertad y autodeterminación, lo que no ocurre en la mayoría de los países musulmanes.

¿Está hablando aquí de antisemitismo latente?

Sí, aquí hay una tendencia antisemita latente, tanto en la izquierda como en la derecha. Quizá deberíamos llamarla antijudaísmo, porque los árabes también son «semitas». Estos grupos no dudan en propagar viejos prejuicios contra los judíos y el Estado de Israel en cada oportunidad que se les presenta. Pero nuestras leyes son lo suficientemente fuertes como para hacer frente a estos problemas.

¿Qué papel puede desempeñar el diálogo interconfesional?

La situación actual debería hacernos reflexionar y plantearnos muchas preguntas: ¿qué relato de nuestra historia se transmite en las escuelas? ¿Cuál es el alcance y la eficacia de la educación y la concienciación sobre los prejuicios? No se trata sólo de «antijudaísmo», «islamofobia» o «xenofobia», sino también de los prejuicios culturales y religiosos de los musulmanes hacia nuestra cultura y nuestros valores. Estos prejuicios también deben combatirse en profundidad.

En el diálogo interreligioso, ¿hay que distinguir las sensibilidades de los individuos de las instituciones religiosas?

El diálogo interreligioso sólo puede dar frutos institucionales si participan las autoridades religiosas de las distintas partes. Pero los individuos, teólogos o no, desempeñan a menudo el papel de profetas, explorando nuevos caminos allí donde las autoridades religiosas carecen de valor para hacerlo.

¿Qué peso tienen las declaraciones de los representantes religiosos suizos ante este creciente conflicto religioso?

No hay que subestimar la importancia de las autoridades religiosas, pero tampoco idealizarla, sobre todo porque algunas religiones no tienen una autoridad central, como es el caso de la Iglesia católica y el Papa. Pero ante este conflicto, sería deseable que las máximas autoridades del judaísmo, el cristianismo y el islam se reunieran y realizaran una declaración como la que hicieron en Abu Dabi el 4 de febrero de 2019 el papa Francisco y el jeque Ahmed el-Tayeb (de la Universidad Azhar de El Cairo).

¿Qué impacto podría tener la guerra actual en el diálogo interreligioso?

En Oriente Próximo se trata ante todo de un «diálogo a tres bandas» entre judíos, cristianos y musulmanes. Pero apenas funciona de forma trilateral, sino más bien bilateral y asimétrica. El diálogo entre judíos y musulmanes apenas tiene lugar, no sólo por la envenenada situación política y territorial, sino también porque ambas partes pueden prescindir mentalmente de este diálogo y se autoinmunizan contra él.

¿Cómo es posible?

El diálogo interreligioso presupone repensar algunas patologías teológicas en la propia religión para poder abrirse a lo que hay de «santo y verdadero» en otras religiones (como ha hecho la Iglesia católica en el Concilio Vaticano II). En las últimas décadas, sólo los cristianos han desarrollado un programa de diálogo con su correspondiente teología. El diálogo bilateral entre cristianos y judíos y entre cristianos y musulmanes funciona bien, pero sólo si se eliminan las cuestiones teológicas centrales y se centra la atención en cuestiones de paz, justicia, convivencia y resolución de conflictos. Una de las tareas importantes de las iglesias es continuar este diálogo bilateral y mediar entre israelíes y palestinos.

Entonces, ¿tienen los representantes cristianos un papel específico que desempeñar?

Los cristianos tienen un papel importante que desempeñar, porque mantienen un diálogo bilateral tanto con los judíos como con los musulmanes. Quizá los representantes eclesiásticos deberían asumir esta tarea con mayor intensidad. Pero en medio de la fase acalorada de este conflicto, será muy difícil encontrar un verdadero oído atento, ya que cada parte tiene buenos argumentos para exigir «justicia». Con exigencias máximas, no funcionará. Pero en el caso de soluciones intermedias (una solución de dos Estados, por ejemplo), primero habría que lograr un «desarme en las mentes», es decir, una «desideologización» de las dos partes.

 *Mariano Delgado es catedrático de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de Friburgo (Suiza) y Decano de la Clase VII (Religiones) en la Academia Europea de las Ciencias y las Artes (Salzburgo)

06.11.2023 | Anne-Sylvie Sprenger