Devociones y tradiciones

Hoy se celebra la dedicación de las Basílicas de los apóstoles San Pedro y San Pablo

Cada 18 de noviembre la Iglesia Católica celebra la dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo, templos históricos ubicados en la ciudad de Roma, en los que reposan los restos de estos dos grandes apóstoles, símbolos de la unidad de la cristiandad, auténticos pilares de la Iglesia.

El templo es realmente la casa de Dios

Decía San León Magno, Papa, en uno de sus sermones dedicados a los santos Pedro y Pablo: “… Hemos de alegrarnos siempre que celebramos la conmemoración de cualquiera de los santos, pero nuestra alegría ha de ser mayor cuando se trata de conmemorar a estos padres, que destacan por encima de los demás, ya que la gracia de Dios los elevó, entre los miembros de la Iglesia, a tan alto lugar, que los puso como los dos ojos de aquel cuerpo cuya cabeza es Cristo”.

Es claro, pues, que siendo la dignidad de estos dos apóstoles tan elevada, las basílicas que llevan sus nombres en la Ciudad Eterna -corazón de la Iglesia- reciban los honores que les son propios a su dedicación. Tanto la Basílica de San Pedro, ubicada en la plaza central del Vaticano, como la Basílica de San Pablo Extramuros, ‘fuera de los muros’ de la antigua ciudad, están cargadas de simbolismo y densidad espiritual para enriquecimiento y grandeza de la Iglesia de todos los tiempos.

¡Qué hermosa invitación a respetar esas basílicas y honrarlas como se merecen! Y recordar siempre que en todo lugar sagrado, aquí y allá en el mundo, cada uno ha de comportarse con respeto, reverencia y atención.

La Basílica de San Pedro

La primera Basílica de San Pedro (Ciudad del Vaticano) fue construida sobre la tumba de dicho apóstol por orden del emperador Constantino, en el año 323. La edificación actual data de 1454 y su construcción tomó 170 años. Se empezó durante el pontificado del Papa Nicolás V y fue terminada por el Papa Urbano VIII, quien la consagró el 18 de noviembre de 1626.

Rafael, Bramante, Miguel Ángel y Bernini, eximios maestros de la expresividad occidental, trabajaron en ella plasmando lo mejor de su arte. La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho y 133 metros de altura (considerando el punto más alto de la cúpula). Ningún otro templo del mundo cristiano la iguala en proporciones.

San Pablo Extramuros

Por su parte, la Basílica de San Pablo Extramuros, después de ‘San Pedro’, es el templo más grande de Roma. Su construcción fue también voluntad de Constantino. Lamentablemente, en 1823, fue destruida casi en su totalidad a causa de un terrible incendio.

El Papa León XIII inició su reconstrucción y, una vez terminada, fue consagrada nuevamente el 10 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX. Uno de los detalles más bellos y llamativos en su interior es la presencia de las imágenes de todos y cada uno de los pontífices que han gobernado la Iglesia a lo largo de la historia. Los Papas -desde San Pedro hasta Francisco- están representados en mosaicos circulares independientes, uno al lado del otro, dispuestos a lo largo del contorno superior del interior del edificio, recorriendo tanto la nave central como las naves laterales de la Basílica.

Epílogo eclesial

En 2009, con motivo de esta celebración, el Papa Benedicto XVI recordó que “esta fiesta [la Dedicación de las Basílicas de los Apóstoles San Pedro y San Pablo] nos brinda la ocasión de poner de relieve el significado y el valor de la Iglesia”. Luego concluyó con esta invocación: “Queridos jóvenes, amad a la Iglesia y cooperad con entusiasmo en su edificación”.

Esas edificaciones, en palabras del querido Benedicto XVI poseen, como todo templo, un simbolismo gigantesco: expresan y remiten a la realidad espiritual de la Iglesia fundada por Cristo. La belleza y grandeza de las Basílicas que honramos hoy nos deben recordar la “solidez” de esa “Iglesia” de la que hablamos. Y, por supuesto, eso debe confirmarnos en la esperanza y la confianza: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16, 18).

Parafraseando a Benedicto: ¡Cooperemos con entusiasmo en la edificación de la Iglesia!.-

Aciprensa

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