Sanz Montes: lo que está pasando en España «preocupa y duele, y no consiente mirar para otro lado»
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, aborda de frente la complicada situación social, moral y política de España.
Pedro Sánchez prometió este viernes su cargo como presidente del Gobierno tras ser investido el jueves por el Congreso de los Diputados, con los votos de su partido (el PSOE, que perdió las elecciones generales del 23 de julio quedando en segundo lugar), de las formaciones neocomunistas agrupadas en Sumar, de todos los partidos separatistas de la cámara y de la formación heredera política de la banda terrorista ETA.
Apoyos conseguidos merced a unos acuerdos que implican, según ha denunciado un creciente número de instituciones públicas y organizaciones civiles (además de los partidos PP, Vox y UPN), una ruptura del orden constitucional equivalente a su cancelación. Cientos de miles de personas se han manifestado en toda España contra esa ruptura.
Felicitación
Tras la ceremonia de toma de posesión en el Palacio de la Zarzuela ante el Rey Felipe VI, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, y su secretario general, el obispo auxiliar de Toledo, César García Magán, enviaron una carta de felicitación a Sánchez.
«En el comienzo de esta nueva legislatura», afirman, «deseamos trasladarle, en nombre de la Conferencia Episcopal Española, nuestro deseo de un tiempo de servicio leal, generoso y constante al bien de todos los españoles. Le anticipamos que, como hemos hecho siempre, en la obtención del bien común de nuestra sociedad, podremos caminar juntos, cada uno según las obligaciones y los compromisos que tenemos como servidores del pueblo español. A este fin, dirigimos también nuestras oraciones a Dios todopoderoso para que le ilumine en este servicio. Reiterándole nuestros mejores deseos, aprovechamos la ocasión para enviarle un saludo respetuoso y cordial, extensivo también a su esposa e hijas».
La Tercera del arzobispo de Oviedo
También este mismo jueves, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes (quien en 2017 no dudó en pronunciarse contra el intento secesionista acusando a los separatistas de actuar «con mentiras, con violencia, con insidia, con corrupción, con malversación»), publicó una Tercera en el diario ABC donde las «expresiones populares» de rechazo a lo que está pasando en España, porque es «algo que toca una fibra importante de nuestra conciencia histórica» y «se percibe el disparate en el modo corrosivo y destructor de plantear la gobernanza de España».
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, promete su cargo ante el Rey.
«Cuando se da todo este movimiento social de amplio espectro y diversificada responsabilidad, estamos ante algo que preocupa y duele, y que no consiente mirar para otro lado pasivamente«, añade, y ante eso muchos plantean si la Iglesia «no va a decir nada».
Tras recordar los numerosos pronunciamientos colectivos de los obispos españoles en las últimas décadas ante circunstancias políticas más o menos delicadas, Sanz Montes afirma que «sería improcedente para nuestro ministerio si bajásemos a la arena de un debate partidista»: «Nuestra clave no puede ser política, aunque hagamos crítica a algunas derivas de gobernanzas administrativas o legislaciones vinculantes. Nuestra clave debe ser únicamente moral».
Pero eso significa que «desde el Evangelio, la tradición cristiana y la Doctrina Social de la Iglesia, tenemos algo que decir«.
Y lo que él dice es que «sólo la verdad nos hace libres y el engaño siempre esclaviza, por lo que quien usa y abusa de la mentira como arma política no tiene credibilidad y le acusan sus propias trampas».
También, «que la insolidaridad chantajista entre regiones autonómicas como moneda de cambio para inconfesables prebendas, divide y crispa mientras que la verdadera igualdad solidaria es la única que fraterniza en la justicia. Que la venganza tergiversadora al reescribir la historia no sucedida imponiendo su relato partidista reabre heridas en una sociedad que vuelve a enfrentarse. Que en un Estado de derecho no se puede socavar la independencia de los poderes públicos acorralando y manipulando la judicatura y la fiscalía para amañar la ley impunemente poniendo en riesgo la misma democracia. Que en aras de una de investidura y un gobierno no cabe aliarse con quienes han delinquido de tantos modos con golpismo independentista, corrupción insidiosa, malversación económica y escondrijos prófugos, o menos aun con quienes mercadearon con sangre inocente en acciones terroristas».
Con una mención añadida al adoctrinamiento escolar, porque «la ideología envenena a las nuevas generaciones con una educación que es manipulación de la ciudadanía a corto, medio y largo plazo, narcotizando el alma y la mirada de quienes gregariamente quedan hipnotizados como pueblo».
El arzobispo de Oviedo lamenta asimismo que el «proyecto de progreso» -autodenominación gubernamental- es un eufemismo que esconde «la destrucción de la familia, la confusión antropológica y la homicida manipulación de la vida«.
Todo ello dibuja «un horizonte grave» y «como cristianos tenemos la obligación de advertirlo con audacia, denunciarlo con arrojo y presentar la bondad y la belleza de su contraria alternativa».
«La patológica aspiración continua de una poltrona de gobernanza por quienes en su delirio egocéntrico pagan cualquier precio para ello, aun vendiendo en fullera almoneda la misma Patria», es «una amoralidad indigna del recto gobernante«, concluye.-