La guerra civil en Sudán empeora entre la más absoluta indiferencia de la comunidad internacional
La prolongada «guerra olvidada» en Sudán empeora con la reciente adhesión de dos facciones armadas de Darfur, que hasta ahora se habían mantenido neutrales, alineándose con el ejército en contra de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). La práctica totalidad de la comunidad internacional mira para otro lado, siendo el papa Francisco el que hace llamamientos a no olvidar a las víctimas de esa guerra
El 17 de noviembre, Jibril Ibrahim, Ministro de Finanzas y líder del Movimiento Justicia e Igualdad (JEM), junto con Minni Arko Minawi, gobernador de Darfur y líder del Movimiento/Ejército de Liberación de Sudán (SLA/M), anunciaron la intención de sus respectivos grupos de unirse al ejército regular. Acusaron a las RSF de cometer atrocidades en Darfur. Minawi explicó que abandonaron la neutralidad al percatarse de que «el objetivo de la guerra es dividir Sudán».
En una conferencia de prensa, Jibril Ibrahim indicó que su organización inicialmente adoptó una postura neutral para mediar, pero acusó a las RSF de intentar «fragmentar y dividir el país» en colaboración con milicias y mercenarios extranjeros, siguiendo una agenda extranjera.
La guerra civil en Sudán estalló el 15 de abril con enfrentamientos entre el ejército regular y los milicianos de las RSF, concentrándose en la capital, Jartum, y en Darfur. Hasta ahora, la mayoría de los demás grupos armados en el país se habían abstenido de participar en los combates entre las dos facciones. La decisión del JEM y del SLA/M de unirse al ejército fue criticada por la Corriente Democrática Revolucionaria (RDC) del SPLM-N, otra formación activa en Darfur, que la considera una continuación de su oposición a la democracia y la revolución de diciembre, respaldando el golpe de Estado del 25 de octubre que desencadenó la guerra civil.
Otro hecho preocupante fue el ataque en el que murieron 32 personas en Abyei, una zona fronteriza en disputa entre Sudán y Sudán del Sur, rica en petróleo. El ataque fue denunciado por Bulis Koch Aguar Ajith, ministro de Información de Abiye y portavoz sursudanés para la región, en un comunicado emitido en la noche del domingo 19 de noviembre, según el cual el asalto fue cometido por una facción dinka contra una facción rival. Abyei tiene un estatuto administrativo especial, regido por una administración compuesta por funcionarios nombrados por Juba y Jartum. La proximidad de los combates a Abiye corre el riesgo de desestabilizar esta ya frágil región, mientras que la actual crisis en Sudán ha «suspendido de hecho» las conversaciones entre ambos países sobre este territorio, disputado desde hace tiempo, ha advertido el responsable de la ONU para la región.
El conflicto sudanés amenaza con involucrar a los estados vecinos, vislumbrando un escenario similar al de Libia, con la formación de dos gobiernos en disputa por el control del país.
La única voz que recuerda el drama de Sudán es la del Papa Francisco, que dijo tras el Ángelus del domingo 12 de noviembre:
«Desde hace varios meses, Sudán está sumido en una guerra civil que no da indicios de detenerse y que está causando numerosas víctimas, millones de desplazados internos y refugiados en los países vecinos, y una gravísima situación humanitaria. Me siento cercano al sufrimiento del querido pueblo de Sudán, y hago un llamamiento de todo corazón a los dirigentes locales para que faciliten el acceso de la ayuda humanitaria y, con la contribución de la comunidad internacional, trabajen en favor de soluciones pacíficas. ¡No olvidemos a estos hermanos nuestros que están en prueba!».