Los nacimientos en la tradición venezolana
Horacio Biord Castillo:
En Venezuela los nacimientos constituyen una de las más hermosas y arraigadas tradiciones ornamentales navideñas. Antiguamente, y tanto como la gastronomía decembrina, para elaborarlos se requería la colaboración de muchos de los miembros de la familia, cuyo aporte resultaba invaluable e insustituible. Además de desembalar las figuras y reparar los daños que pudiera haber ocasionado el almacenaje prolongado, fabricar o comprar nuevos elementos, había que recoger troncos, hojas, ramas o incluso poner a germinar semillas. Destacan para esa función las de maíz, que crecen rápido además de su estrecha relación con la dieta venezolana, ya que es la base de masa para arepas, hallacas, bollos navideños, chichas y caratos, entre ellos el de acupe, típico de los días navideños. Hoy en día se sabe que el musgo, antaño empleado de manera profusa como elemento decorativo junto a las barbas de palo, no debe usarse, pues debido a la presión por su uso y al cambio climático pudiera estar en peligro.
No hay región del país donde se deje de hacer pesebres o belenes, como también son conocidos los nacimientos. En especial, sobresalen por su tamaño y esmero los de los Andes y la región central, así como también los del alto Llano. Es una costumbre que pasa de una región a otra del país y desde familias acomodadas hasta los hogares más humildes. En todos ellos, con gran piedad, se celebra la Navidad con un hermoso nacimiento, que más que un mero adorno es un altar del Amor, los afectos y los recuerdos familiares.
La escenificación del nacimiento del Niño Jesús incluye relieves apropiados para colocar las figuras. Se simulan montañas, planicies, cuevas y desiertos, así como ríos y corrientes de agua y con frecuencia se colocan también fuentes de agua para imitar de manera más realista los ambientes hídricos. Se representan pueblos, mercados, establos, potreros, corrales de aves, cerdos y cabras, rebaños de vacas y ovejas. En pocas palabras, se busca incluir el mayor número posible de escenas de la vida cotidiana, desde lavanderas y pastores hasta herreros y tejedoras. No deben faltar, por supuesto, los reyes magos, sus pajes y camellos. Los magos guiados por una estrella de potente brillo se postran ante el Niño Jesús y los infantes aguardan con gran expectativa los regalos del Dios niño y los enigmáticos magos que lo visitan. Son hermosos arcanos de la historia sagrada del cristianismo y el destino de la humanidad.
Los nacimientos se comenzaban a elaborar a mediados de diciembre y permanecían colocados hasta el 2 de febrero, cuando se conmemora la presentación de Jesús en el templo, festividad que coincide con la de la Virgen de la Candelaria, de tanto arraigo en la religiosidad popular venezolana. En la actualidad las fechas de montaje y desmontaje de los pesebres han variado considerablemente: se ponen y se quitan mucho antes de lo otrora acostumbrado y lamentablemente muchas familias los sustituyen por arbolitos y otros adornos.
Para niños y muchos adultos los nacimientos constituyen una proyección de sus sueños, fantasías e ilusiones. No hay algo más relajante en Navidad que ver congregados e interactuando en un espacio doméstico tantos animales, personajes y elementos decorativos en torno al misterio de la Sagrada Familia, cobijada en un pesebre que sirvió de cuna al Salvador del mundo.
Hoy en día los nacimientos han reducido su tamaño porque los espacios de las casas también se han transformado como efecto de la acelerada urbanización y los cambios experimentados por el país: de las casonas de pequeños pueblos y asentamientos rurales se ha pasado a las casas más reducidas y a los apartamentos de las grandes ciudades. Todavía en muchas regiones del país es un gran espectáculo observar nacimientos que a veces ocupan la sala principal de las casas o una habitación importante destinada temporalmente a tal fin. Esos belenes cuentan historias y reflejan gustos, preferencias y costumbres que deben ser aprehendidos.
Nacimientos de especiales detalles y tamaño se conservan, sin embargo, en residencias de muchas familias, iglesias y algunas instituciones, como en Caracas el famoso nacimiento del hospital de los hermanos de San Juan de Dios. Cada vez más las luces de colores se han ido incorporando como elemento decorativo en las últimas décadas. Los juegos lumínicos y el parpadear incesante o intermitencia sin fin pueblan, sobre todo, las noches decembrinas y navideñas, en general.
Los nacimientos nos llevan a los días hermosos y a veces olvidados de la infancia y, a través de nuestra niñez, nos aproximamos a la expresión humana del Amor y la Bondad, de la Misericordia y la Sencillez, atributos del Dios vivo que una noche muy fría nació en un cálido pesebre.-
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com