Escuálidos del Equesibo
“Sabemos que nos mienten. Ellos saben que mienten. Ellos saben que sabemos que mienten. Sabemos que ellos saben que sabemos que nos mienten. Y, sin embargo, siguen mintiendo”
Marcos Villasmil:
“Sabemos que nos mienten. Ellos saben que mienten. Ellos saben que sabemos que mienten. Sabemos que ellos saben que sabemos que nos mienten. Y, sin embargo, siguen mintiendo”.
Alexander Solzhenitszyn
Uno de los logros del pasado 22 de octubre es que el triunfo arrollador de María Corina Machado descongeló la política criolla. Los venezolanos estábamos entrampados entre un liderazgo dictatorial mendaz, incapaz y corrupto y unos grupos opositores que pasaban más tiempo peleando entre sí que oponiéndose al régimen. Los venezolanos tomamos nota, votamos en la Primaria, y el panorama opositor cambió.
Pero la paliza fue mayor con la tiranía. Y la prueba definitiva es que más de un mes después, Maduro y sus mesnadas no sólo no se han recuperado de la pesadilla que representa para ellos el despertar ciudadano, sino que incluso creen que pueden seguir usando tácticas gastadas para convencer al mundo de que siguen siendo populares. El flaco y enjuto referendo de este 3 de diciembre lo ha demostrado; como recuerda Robert Kaplan, “hay muchas maneras de fracasar, y algunas salen mejor que otras”.
El naufragio histórico de este domingo 3 -con su risible cifra de supuestos votantes- tiene otros cadáveres anexos: el CNE chavista, las máquinas electorales, el Plan República. Qué deshonestidad e impudicia. Ya basta con el CNE chavista y sus máquinas. Ya basta con un modelo electoral hecho a la medida para que el régimen coseche victorias ilegítimas centradas en el más descarado robo de la voluntad popular.
La realidad es que el fiasco del 3 de diciembre estaba cantado desde el momento que a alguien se le ocurrió que era buena idea sacar a la luz pública el discurso nacionalista, tan usado en la historia por los regímenes que, estando contra las cuerdas, creen que ofreciendo un manipulado circo la gente les va a volver a ver con cariño.
Los venezolanos están claros: en materia de colas, se resignan sólo a las que hay que hacer para comprar gasolina o en Corpoelec para ponerse al día con la más reciente estupidez del gobierno, la nueva plataforma de pagos de la electricidad.
¡Qué cosas tiene la vida! Ahora les toca a ellos cargar el sambenito que por años Chávez nos endosaba a los opositores: ¡Escuálidos!!!!!!!!
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No fue simplemente un error de la cúpula chavista. Error es dejar las luces del carro encendidas, o no cargar paraguas un día lluvioso; lo del esmirriado referendo fue una suprema estupidez.
¿Pensaban en verdad que los venezolanos íbamos a creer su sarta de falsedades sobre su supuesta preocupación por el diferendo del Esequibo, luego de 25 años entregando mes a mes, año tras año, primero Chávez, luego Maduro, ese territorio en reclamación al vecino país siguiendo los consejos -más bien las órdenes- de Fidel Castro? Ya el pueblo venezolano no bebe los vientos por esta continua burla sangrienta que ha sido el chavismo.
Este régimen socialista es una prueba clara de que no se puede ser de izquierda sin tener a la mentira como arma expresiva favorita, porque con el socialismo una de las bajas siempre ha sido la verdad. Usan la mentira tal y como señala el escritor ruso Solzhenitsyn en el párrafo inicial de esta nota.
Como sus pares socialistas en Hispanoamérica -a la España de Sánchez hay que incluirla ante el grave peligro que hoy corren sus instituciones democráticas- los chavistas mienten como respiran. La mentira forma parte esencial de su arquitectura mental.
Con esta nueva jugarreta querían que perdiéramos las claves democráticas que resurgieron el 22 de octubre, querían que nos tribalizáramos, que olvidáramos nuestra dignidad de ciudadanos para convertirnos en monigotes del régimen y de su aceitada maquinaria publicitaria. Desearon tribalizarnos usando el Esequibo como pretexto.
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El tribalismo es un fenómeno sociológico ancestral, que busca generar una fuerte cohesión grupal en torno de ciertas creencias e intereses, y que diferencia entre amigos (miembros) y enemigos (extraños).
El tribalismo socialista hoy se alimenta a manos llenas de una mezcla de ignorancia y de odio, de las nuevas narrativas del miedo y el resentimiento preconizadas por sus liderazgos actuales; como clara muestra de ellos pensemos en López Obrador, Petro, Pedro Sánchez, Díaz-Canel, Evo Morales, Correa, Maduro, Cristina Kirchner. Sin olvidar al financista principal del aquelarre, Xi-Jinping.
En nuestro caso venezolano, esa tribu chavomadurista y su falsa unidad en torno a una supuesta defensa de nuestro territorio que en realidad se ha tornado en abandono y en traición, se vio perfectamente expresada en ese obsceno despilfarro de dinero en todas partes, en todas las redes sociales, a toda hora. Con una publicidad que desde el punto de vista creativo generaba lástima o asombro.
El pueblo ha visto cómo un régimen que se ha negado a dar salarios humanamente justos, sí tuvo dinero a manos llenas para promocionar un referendo que las mentes jurídicas e internacionalistas más esclarecidas denunciaron en su insensatez.
Es de suponer que ante semejante hoguera de vanidades que fue el derroche promocional electoral no queda ninguna alma ingenua que insista en que la crisis y la carencia de divisas para atender los problemas existentes se debe a “las sanciones”.
En torno a las miserias del chavomadurismo es asimismo imposible hablar de unidad nacional. ¿Defensores de cuál soberanía, cuando permiten de forma vergonzante que parte del territorio patrio sea controlado por las diversas guerrillas colombianas?
Lo cierto es que nunca ha habido interés del cada vez más escuálido chavomadurismo en defender el Esequibo -o Equesibo, como se mostraba en cierto grafiti que cundió en las redes sociales- y que como lo ha afirmado tajantemente María Corina Machado “la soberanía se ejerce, no se consulta, y si ellos no saben cómo defender el Esequibo, nosotros sí”.-