Laureano Márquez: Una excelente oración
Hola, Dios! ¿Cómo estás?…
Te escribo para saludarte y porque ahora sí tengo que surtirme, pues la «canasta básica» con que me mandaste al mundo, se me ha ido agotando a lo largo de estos años…
Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia.
Ya me quedan poquitas esperanzas, y el frasquito de fe está también vacío.
La imaginación también está escaseando por estos rumbos.
También debes saber que hay cosas de la canasta que ya no necesito como la dependencia y esa facilidad para hacer berrinches, que tantos corajes y problemas me han ocasionado.
Así que quisiera pedirte nuevos productos para la canasta…
Para empezar, me gustaría que rellenaras los frascos de paciencia y tolerancia (pero hasta el tope), y mándame por favor el curso intensivo «Cómo ser más prudente», volúmenes 1, 2 y 3.
Envíame también varias bolsas grandes, pero «bolsas grandes» de madurez que tanta falta me hace.
También quisiera un costal de sonrisas, de ésas que alegran el día a cualquiera.
Te pido que me mandes dos piedras grandes y pesadas para atarlas a mis pies y tenerlos siempre sobre la tierra.
Si tienes por ahí guardada una brújula para orientarme y tomar el camino correcto, te lo agradecería mucho.
Regálame imaginación otra vez; pero no demasiada, porque debo confesar que en algunas ocasiones tomé grandes cantidades y me empacho.
Nuevas ilusiones y una doble ración de fe y esperanza también me caería excelente.
Te pido también una paleta de colores para pintar mi vida cuando la vea gris y oscura.
Me sería muy útil un bote de basura para tirar todo lo que me hace daño.
Por favor, mándame un botecito de merthiolate y una cajita de curitas para sanar mi corazón, porque últimamente ha tropezado bastante y tiene muchos raspones.
Te pido una memoria USB, porque tengo el cerebro lleno de información y necesito espacio para guardar más.
Te pido muchas zanahorias, para tener buena vista y no dejar pasar las oportunidades por no verlas.
Necesito también un reloj grande, muy grande, para que cada vez que lo vea me acuerde de que el tiempo corre y no debo desperdiciarlo.
Podrías mandarme muchísima fuerza y seguridad en mí mismo, sé que voy a necesitarlas para soportar los tiempos difíciles y para levantarme cuando caiga.
También quisiera un bote de pastillas de las que hacen que crezca la fuerza de voluntad y el empeño, para que me vaya bien en la vida y te pido unas tres o cuatro toneladas de «ganas de vivir», para cumplir mis sueños.
Necesito también una pluma con mucha tinta, para escribir todos mis logros y mis fracasos.
Pero más que nada, te pido que me des mucha vida, para lograr todo lo que tengo en mente y para que el día que me vaya contigo, tenga algo que llevarte y veas que no desperdicié el tiempo aquí en la Tierra.
Amen.
Laureano Márquez