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Los fascinantes volcanes de Islandia: cuando emerge el infierno

La reciente erupción del volcán de Grindavík, a sólo 50 kilómetros de Reikiavík, confirma lo que los expertos llevan anunciando desde hace tiempo: Islandia, sembrada de cráteres y recorrida por la grieta submarina que separa las placas tectónicas de América y Europa, atraviesa una etapa de convulsiones geológicas. Un curioso atractivo turístico más para miles de personas que acuden a la isla hipnotizados por las lenguas de fuego de los volcanes islandeses.

 

El famoso balneario geotérmico Blue Lagoon, una de las principales atracciones turísticas de Islandia, permanece cerrado: la reciente erupción del volcán de Grindavík, a sólo siete kilómetros al sur, ha obligado a evacuar a los más de 4000 habitantes de la zona y cerrar el acceso a cualquier persona, residente o turista. Los expertos aseguran que aún queda por ver cómo evoluciona la situación —pese a estar disminuyendo, la erupción sigue activa— y la Oficina Meteorológica de Islandia no descarta que la actividad sísmica, al igual que venía manifestándose desde hacía varias semanas produciendo importantes grietas en el terreno, continúe en los próximos meses en la región.

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Vistas de una erupción anunciada. La actividad sísmica en las zonas aledañas a la ciudad costera de Grindavík, a 52 kilómetros de Reijavík, capital de Islandia, se venía haciendo sentir desde noviembre pasado, abriendo incluso grietas en las calles de la pequeña localidad. La erupción del volcán era más que una posibilidad inminente y se evacuó a la ciudadanía. El lunes 18 de diciembre el magma irrumpió, finalmente, en la superficie terrestre a través de una grieta de 3,5 kilómetros de largo.

Este impresionante fenómeno es, sin embargo, uno más entre los muchos de Islandia que, lejos de disuadir a los turistas, los atraen desde todos los rincones del mundo. Así sucedió ya en el verano de 2022, en el valle de Meraladir, que dejó algunas de las imágenes más espectaculares que la naturaleza puede generar. La erupción del volcán del mismo nombre abrió las puertas de ‘un mundo infernal’, una escena propia de La guerra de las galaxias, que atrajo a numerosos viajeros.

Los científicos tomaron entonces las debidas muestras y ya sospecharon que se avecinaban tiempos volcánicos. «En 2021 los gigantes geológicos se agitaron, escupiendo lava durante seis meses. Ahora, la actividad ha vuelto a empezar», comentó un periodista de National Geographic, a lo que Eniko Bali, geóloga de la Universidad de Islandia, respondió: «No lo esperábamos. Está ocurriendo algo muy interesante».

alternative textA 1200 grados. Una capa de magma —que alcanza temperaturas de 1200 grados— se extiende por un valle a solo 40 kilómetros de la capital, Reikiavik. | Foto: Getty Images

Resurge así, en la acumulación de erupciones, la fascinación por los volcanes, a lo que también ha contribuido el éxito del fascinante documental Fire of love, sobre los vulcanólogos Maurice y Katia Krafft, el matrimonio francés que durante 30 años se acercó al máximo a los volcanes del mundo y los fotografió y estudió. Fue tal su entrega que ambos murieron barridos por el flujo piroplástico que en 1991 vertió la erupción del monte Uzen de Japón.

alternative textInstagramers en éxtasis. La zona que rodea al volcán de Meraladir está deshabitada. La lava llegó a cubrir un área de unos 74.000 metros cuadrados, a cuyos límites los curiosos se acercaban en masa. | Foto: Getty Images

Los Krafft estuvieron muchas veces en Islandia, uno de los lugares más interesantes para los vulcanólogos: está situada encima de 30 sistemas volcánicos activos y alberga 130 cráteres. A tan adversa peculiaridad, Islandia ha aprendido a sacarle partido: más del 30 por ciento del suministro de electricidad del país procede de la energía geotérmica, que procede del calor interno del planeta.

Islandia es única, además, porque la recorre la dorsal Mesoatlántica, la grieta que separa las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia. La recorre de parte a parte e incluso su cresta se hace visible, cosa extraordinaria. Se ve, por ejemplo, en la península de Reykjanes.

alternative textEl Puente que une América y Europa. De verdad… Islandia surgió en mitad de la grieta que separa las placas tectónicas de América y Europa. Este puente conecta los dos continentes. Está cerca de Reikiavik y se llama ‘Leif the Lucky’, en honor al explorador Leif Ericson, el primer islandés que pisó Norteamérica. |Foto: Getty
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Islandia está sembrada de las huellas que dejan sus brasas internas. Y sus erupciones tienen consecuencias a miles de kilómetros. Sucedió en 2010 cuando la potente erupción del Eyjafjallajökull arrojó sus cenizas a la estratosfera y provocó el bloqueo del tráfico aéreo en gran parte de Europa durante una semana.

El volcán que disparó la Revolución Francesa

Mucho más grave fue el alcance de la erupción del Laki en 1784. Provocó el cierre de puertos en todo el continente, lo que frenó el comercio. Subió las temperaturas y eso afectó a los cultivos. Sus componentes tóxicos causaron miles de muertes, unas 23.000 solo en Gran Bretaña. En Francia provocó una terrible hambruna que para algunos historiadores es, incluso, la semilla de la Revolución de 1789.

alternative textCenizas a la estratosfera. La erupción del Eyjafjallajökull en 2010 lanzó cenizas hasta la estratosfera y paralizó el tráfico aéreo, con multitud de países afectados. | Foto: Getty Images

Además de la particularidad de estar asentada sobre un ‘punto caliente’ —un lugar por el que emerge buena parte del material incandescente de la Tierra a nivel mundial—, Islandia presenta la rareza de ser también tierra de hielo y fuego: hasta los volcanes más altos están cubiertos por glaciares. Y esa conjunción provoca un fenómeno que allí se llama Jökulhlaup. Cuando un volcán (fjall) erupciona, un torrente de agua derretida del glaciar (jökull) corre hacia el mar arrasándolo todo. De ahí el jökulhlaup, una apisonadora implacable.-

Miércoles, 27 de Diciembre de 2023, 1:17 

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