Advierten: La Iglesia Católica no bendice objetos mágicos
El sacerdote mexicano Eduardo Hayen Cuarón, de la Diócesis mexicana de Ciudad Juárez, advirtió que la Iglesia Católica no bendice objetos mágicos y que, en vez de eso, alienta la conversión de todos los fieles.
“Terminada la Misa me aborda una señora para pedirme una bendición de dos objetos que traía en un bolso. Le pregunto: ‘¿qué son?’. Me responde: ‘Dos morralitos para la abundancia’. Me negué a bendecirlos explicándole que se trata de objetos mágicos que la Iglesia no bendice. Si los hubiera bendecido, yo habría pecado”, relata el también exorcista en su cuenta de la red social X (antes Twitter) este 11 de enero.
En su reflexión titulada “magia o religión”, el también director del semanario Presencia contó que “la señora se retiró un poco contrariada. Al respecto nos ilumina la Palabra de Dios de este día. En el capítulo 4 del 1er libro de Samuel se narra lo que es el uso mágico de los objetos sagrados, como fue el Arca de la Alianza”.
“Los israelitas habían sido derrotados por los filisteos y, creyendo que sacando fuera el Arca y llevándola cerca de la batalla, vencerían a sus enemigos. Se equivocaron porque Dios no hace #magia, sino que pide la verdadera fe, que ellos no tenían”, explicó el P. Hayen quien también suele alertar sobre el uso de amuletos como el llamado “ojo de venado”.
No a la magia, sí a la conversión para los católicos
El sacerdote mexicano indicó luego que “hay católicos que lo que quieren para su vida no es conversión, sino magia, como la señora que quería la bendición de sus morralitos de la abundancia”.
“Creen que sólo con agua bendita y otros sacramentales, como la medalla de San Benito, les irá mejor. Muchos creen que la devoción a San Judas Tadeo, por ser un santo muy milagroso, tiene efectos mágicos… pero ellos no quieren escuchar la llamada a la conversión para abandonar el pecado”, prosiguió.
El P. Hayen precisó además que “los sacramentales son buenos, pero siempre utilizados con fe y en espíritu de conversión. Utilizados como superstición hacen pecar a quien los utiliza”.
“La magia y la religión son dos formas de vivir en relación con el mundo sobrenatural. Mientras que la magia pretende dominar a Dios para que sucedan cosas que la persona desea, la auténtica fe religiosa pone al creyente a disposición de Dios. Busca que el Señor trabaje en ella”, resaltó.
El sacerdote destacó asimismo que “Dios toma control del creyente cuando tiene fe, y limpia su ser desde su raíz. En el Evangelio el leproso dice con fe a Jesús: ‘Señor, si quieres, puedes curarme’. ‘Si quieres» significa que Jesús es Dios y que si es voluntad divina, se curará o no el enfermo”.
¿Qué dice la Iglesia Católica sobre la magia?
El P. Hayen advirtió también que “un objeto devocional bendecido por un sacerdote y utilizado para fines de magia de brujería pierde todo su poder espiritual. Es un engaño para el brujo, pero sobre todo es un sacrilegio”.
“Las bendiciones son sacramentales, y estas producen un efecto espiritual por intercesión de la Iglesia, cuando se utilizan con fe. Existe un ritual aprobado por la iglesia, y se llama Bendicional. Por este ritual se bendicen no solamente personas, sino también las realidades materiales que acompañan la vida de los creyentes”, recordó.
El Catecismo de la Iglesia Católica señala en el numeral 2117 que “todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión”.
“Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible”, alerta el texto.
“El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo”, concluye el numeral del Catecismo.-