San Marcelo, el Papa que acogió a los arrepentidos que negaron a Cristo
Cada 16 de enero celebramos a San Marcelo Papa, quien ocupa el puesto número 30 en la lista de los Pontífices que han gobernado la Iglesia Católica.
San Marcelo fue vicario de Cristo por un breve periodo (mayo/junio 308 – enero 309), cuando le sobrevino la muerte en el destierro. La fecha de su nacimiento es incierta, aunque se sabe que nació en la ciudad de Roma.
“Estaban angustiados y abatidos como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9, 36)
San Marcelo padeció la terrible persecución de Diocleciano entre los años 303 y 305, a la que logró sobrevivir sin abandonar su sacerdocio, en medio de las circunstancias más extremas. En estos años, no fueron pocos los cristianos que habían incurrido en la apostasía o habían abandonado el culto por temor. En ese sentido, Marcelo se distinguió, como muchos otros, por su valor y fidelidad.
Lamentablemente, la persecución dejaría un saldo doloroso: una gran inestabilidad dentro de la estructura de la Iglesia y mucho temor, que sólo empezaron a amainar con la elección de Marcelo, llevada a cabo en 308, con la participación del clero romano. Ciertamente la abdicación del emperador Diocleciano (305) y la ascensión de Majencio al trono (306) contribuyeron a la recuperación de la paz, pero igualmente el miedo al martirio alejó a muchos y había dejado acéfala la sede de Roma por un periodo de cuatro años.
Apostasía y retorno a casa
La Providencia divina, a pesar de todo, sostuvo a la comunidad cristiana y esta, en espíritu de unidad, escogió a Marcelo. Él, una vez que asumió la Sede de Pedro, decidió acoger a quienes habían abandonado la práctica del cristianismo o habían apostatado. A ellos les puso como condición el arrepentimiento público y la penitencia, de manera que todos tuvieran la opción de volver al seno de la Santa Madre Iglesia.
Esta decisión no fue del agrado de los que deseaban volver, pero a condición de nada, amparándose en que las autoridades eclesiales habían permanecido “inactivas” por años.
Es sabido, también, que los Papas que se inclinaron por el perdón recibieron otro tipo de críticas, especialmente por parte de aquellos que habían sido torturados, o que les habían confiscado sus bienes, o que vieron a muchos entregar la vida. Con todo, San Marcelo acogió a quienes deseaban volver al redil. Para ello fue necesario trazar una ruta de acuerdo a la justicia y la caridad. Bien aconsejado por hombres santos, decretó el camino penitencial para todos aquellos que quisieron reconciliarse de corazón con Cristo y su Iglesia.
“Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10, 2)
En paralelo, Marcelo ordenó la reconstrucción de los templos destruidos durante la persecución y se dedicó a reorganizar la estructura eclesial. Se dice que fue un hombre de carácter enérgico, pero moderado. Como organizador, dividió Roma en 25 sectores y puso al frente de cada uno a un presbítero.
Muchos aceptaron la decisión del Pontífice con respecto a los apóstatas, pero otros promovieron protestas y lo acusaron de conspirar contra el emperador Majencio, quien excediéndose en su función civil, ordenó su destierro.
De acuerdo al Libro Pontifical, el Papa San Marcelo, alejado de su Sede, se escondió en la casa de una mujer laica y, desde allí, siguió gobernando la Iglesia. Al enterarse de esto, el emperador lo mandó buscar y apresar, y lo envió a hacer trabajo forzoso en las caballerías y pesebres imperiales. El Papa Marcelo enfermó y falleció el 16 de enero del año 309.-
Aciprensa