¿A dónde van las monedas arrojadas a la Fontana di Trevi?
Los Emporios Solidarios, financiados en parte con las monedas que los turistas arrojan a la Fontana de Trevi, han ayudado a más de 40 mil personas que luchan por llegar a fin de mes
Cada año, miles de turistas arrojan monedas a la Fontana di Trevi de Roma. Aunque esperan tener buena suerte, probablemente ignoran que esas monedas acaban llegando a Cáritas, una organización católica de ayuda y caridad. Una de las iniciativas que se financian con este dinero son los «Emporios de la Solidaridad», supermercados repartidos por toda la capital italiana, donde las personas con dificultades para llegar a fin de mes pueden obtener alimentos y otros artículos de primera necesidad de forma gratuita.
Desde que se puso en marcha la iniciativa, hace 15 años, los Emporios han ayudado a casi 40 mil personas y distribuido más de cinco mil toneladas de alimentos, según el informe 2023 de Cáritas Roma. Más allá de las cifras, estos mercados se han convertido en un espacio acogedor, donde quienes acuden pueden volver a encontrar su equilibrio, a partir de un acto tan sencillo como la compra de alimentos.
Aleteia visitó el primer y mayor Emporio, en el barrio de Casilina, al este de Roma, para entender cómo ayuda esta iniciativa a los necesitados.
«La idea es ofrecer apoyo económico respetando la dignidad de cada uno», explica Daniela Roggero, trabajadora de Cáritas que se ocupa de la coordinación entre el Emporio central de Casilina y los otros cuatro situados en la ciudad. «La característica fundamental del Emporio es que es un lugar acogedor, donde la gente se siente respetada incluso en su fragilidad».
100 familias acceden al Emporio al día
El Emporio de Casilina fue el primero que se fundó en 2008 para intentar ayudar a las personas con dificultades ante la crisis económica de ese año. Hoy cuenta con tres trabajadores a tiempo completo, el gerente y 40 voluntarios, y abre todos los días. Madres con bebés en brazos, ancianos acurrucados en sus abrigos, italianos y extranjeros por igual, esperaban pacientemente frente a las puertas acristaladas del edificio naranja oscuro, mientras los voluntarios les dejaban entrar en el espacio de 500 metros cuadrados (casi cinco mil 500 pies cuadrados), repleto de estanterías apiladas con alimentos. Actualmente, el Emporio de Casilina atiende a unas 100 familias al día.
«Son muchos los extranjeros que vienen aquí. Tras la pandemia del COVID-19 vimos un aumento de familias italianas. También hay muchos ancianos, ya que a menudo su pensión no es suficiente», explica Lucia Montebello, gerente del emporio Casilina. «He visto familias que no tienen electricidad ni gas o que viven temporalmente en su coche. Vemos que solo llevan productos secos porque no pueden cocinarlos o no tienen nevera.»
Según el informe 2023 de Cáritas Roma, el 51 % de quienes accedieron al Emporio desde 2008 eran italianos y la otra mitad representaba a 98 nacionalidades distintas. La segunda población que más accedió fueron los nigerianos, con un 4,7 %, seguidos de los rumanos, con un 4,6 %.
Cómo funciona
Una vez que Cáritas determina que una familia o persona reúne los requisitos para comprar, se le entrega una tarjeta con 90 puntos por unidad familiar de dos personas. Los puntos duran cuatro semanas y pueden conseguir cualquier producto disponible en el Emporio. Por ejemplo, una caja de pasta vale entre 1 y 2 puntos. Las familias con niños menores de dos años también pueden obtener una tarjeta adicional de 45 puntos para artículos como leche en polvo o alimentos infantiles.
«Para las familias es una gran ayuda porque se pueden encontrar muchas cosas diferentes, sobre todo para las que tienen niños. Ahorrar dinero en pañales, por ejemplo, ya es una gran ayuda», dijo una madre de tres hijos que compraba en el supermercado con su hijo menor atado al pecho. Explicó que la mayor parte de su sueldo se destina a pagar el alquiler, por lo que le queda poco.
El Emporio Casilina cuenta actualmente con 500 tarjetas activas y desde 2008 ha distribuido más de nueve mil. Las tarjetas tienen una duración de tres meses y luego se pueden renovar, en función de la situación en la que se encuentre el beneficiario.
Varias entidades donan alimentos y productos al Emporio, entre ellas la Unión Europea. A través de su Fondo de Ayuda Europea a los Más Necesitados (FEAD), proporciona anualmente grandes cantidades de alimentos de primera necesidad, como pasta o salsas. También donan varias empresas alimentarias italianas, como la central lechera de Roma, que entrega 250 botellas de medio litro de leche cada día.
Los fondos de la Fontana de Trevi se utilizan después para adquirir bienes que el Emporio no puede conseguir a través de estas entregas más grandes, como alimentos frescos o carnes. En una entrevista concedida al diario italiano Il Messaggero, el director de Cáritas Roma, Giustino Trincia, afirmó que en 2022 se recaudaron casi 1,5 millones de euros de la Fontana de Trevi. Particulares, escuelas y otras entidades también pueden donar, y de hecho lo hacen.
La red de apoyo de Cáritas
Para acceder al supermercado, las familias y las personas deben pasar por los centros de escucha de Cáritas, que se encuentran en varias parroquias y otros lugares de la ciudad. Las personas que trabajan en estos centros evalúan el caso y la situación económica de la persona y le ofrecen las distintas herramientas de que dispone Cáritas para ayudar a su situación, como apoyo médico, formación profesional para incorporarse al mercado laboral y acceso al Emporio.
«El Emporio es una forma de ayudar entre muchas otras; por sí solo no sería suficiente. […] La idea no es dar una ayuda que haga a la persona dependiente de ella. […] Tendemos a querer ayudar a las familias a reencontrar su autonomía», dice Daniela, explicando que trabajan en estrecha colaboración con los centros de escucha y las parroquias para apoyar a las personas según sus necesidades específicas. «Una ayuda como el Emporio te ayuda a construir un proyecto. Te ayudamos durante 12 meses con la compra de alimentos y, mientras tanto, también ofrecemos ayuda de otras formas».
En el Emporio, los trabajadores y voluntarios también asisten directamente a quienes vienen a comprar ayudándoles a utilizar sus puntos de forma eficiente, proponiéndoles opciones de comida sana o instruyendo a los extranjeros sobre los tipos de productos disponibles en Italia. Daniela explicó que esperan ampliar la labor de Cáritas en educación nutricional para «elevar el nivel de dignidad de las personas».
«La idea no es ‘eres una persona que lucha y es pobre, así que toma lo que haya’. Queremos explicar que todo el mundo tiene derecho a productos de calidad y alimentos frescos y sanos, como frutas y verduras», explica Daniela. «La idea de conseguir alimentos con puntos es también para que cuando la gente salga de aquí sea capaz de ser un comprador más inteligente con el poco dinero que pueda tener. Educar a la gente sobre la compra es fundamental».
Más allá de la compra de alimentos
A pesar de las dificultades a las que pueden enfrentarse muchas de las personas que acceden al Emporio, muchas hacen rodar sus carritos con una sonrisa en la cara, charlando con los trabajadores y voluntarios.
«Lo fundamental que hacemos aquí es acoger a las familias. Cuando llevan unos meses viniendo, llegamos a conocerlas, […], hablan con nosotros, nos escuchan. Si eres acogedor, se abren», dice Lucía. «En estos cuatro años que llevo trabajando aquí, he visto a varias familias que luego consiguieron rehacer sus vidas. […] Escuchar a la gente no tiene precio».
Los voluntarios «descubren un mundo de pobreza, pero también de humanidad, que es muy hermoso. Luego te lo llevas a casa, a tu familia, a tu trabajo, y eso genera atención, genera sensibilidad. Los ‘pobres’ o los ‘extranjeros’ no son solo categorías, sino ese rostro [concreto] o esa familia [concreta]», reflexiona Daniela. Agnese, que lleva 10 años como voluntaria en el Emporio Casilina, dice que «viene encantada» y lo describe como «una experiencia preciosa».
«Aquí he encontrado gente maravillosa, que te ayuda cuando ve que lo estás pasando mal», comenta sonriente esta madre de tres hijos, que la miran con ojos redondos y brillantes. «Simplemente la sonrisa que tienen los que trabajan y son voluntarios aquí ya es algo grande».