El maravilloso espectáculo del ‘beso de luz’ que ilumina esta catedral española
El fenómeno lumínico del 'ocho' atrae a cientos de personas dos días al año (la próxima, este 2 de febrero) a la catedral de Palma
El rosetón de levante de la catedral de Palma ‘besa’ al rosetón de poniente dos veces al año. Esta ‘fiesta de la luz’ se produce cuando el reflejo de la vidriera que da al mar -conocida por ser la más grande de Europa, con unos 12 metros de diámetro- se coloca justo debajo de su hermana pequeña en el otro extremo del templo, formando dos círculos como un ocho.
Agnósticos y creyentes se suman cada año a este espectáculo lumínico, que reúne a mil personas dentro de este imponente templo mallorquín, la única catedral gótica que se asoma al mar sobre las murallas romanas y renacentistas que antaño protegieron la ciudad de Palma.
Dicen que la Seu, como apodan los mallorquines a su esbelta catedral, parece «un bloque de piedra esculpido como una estatua dejada en esa cima para que el sol venga a besarla todas las horas del día».
Este cálido ‘beso’ del sol se vuelve especial en dos fechas señaladas: el 11 del XI (once de noviembre) y el 2 del II (dos de febrero). Sobre las 8.30 horas de la mañana y si no hay nubes, la trayectoria circular del sol entra en el templo a través de las 1.115 piezas de cristal que conforman el rosetón mayor, y se proyectan en la pared del fondo como si fueran dos caleidoscopios. «El ocho», lo han bautizado los lugareños.
Quien quiera disfrutar de este espectáculo sólo tiene estas dos oportunidades al año y debe madrugar. A las 7.30 horas, es probable que la cola dé la vuelta a la esquina y llegue hasta la acera de enfrente del Parlamento balear. No hay que desmoralizarse porque dicen que la espera merece la pena.
Una vez dentro del templo, todos los presentes aguardan ansiosos a ser iluminados, nunca mejor dicho. Entonces el haz de luz entra por el rosetón mayor -con la forma de estrella de David- y empieza a colorear los arcos y pilares del templo, desplazándose por el centro de la nave hasta quedar justo debajo de la pared del portal mayor. Los dos rosetones se alinean de manera que son tangentes y la recta que une sus centros es perpendicular al suelo.
Quienes busquen más simbolismo tienen que mirar al calendario. El 2 de febrero es la festividad de la Candelaria, que se refiere a la presentación del niño Jesús en el templo -cuarenta días después de su nacimiento- y la purificación de su madre, la Virgen María. Es, además, la fecha del nacimiento de Jaume II. Esa misma fecha de 2007 fue inaugurada la Capilla del Santísimo, en la derecha del altar mayor, obra en cerámica y vidrio de Miquel Barceló.
El 11 de noviembre es san Martín, quien compartió su capa con un mendigo que resultó ser Jesucristo. «Una fecha que significa que estamos más cerca del solsticio de invierno que el de otoño. Mientras que la segunda, de febrero, coincide con la Candelaria, cuando estamos más cerca del equinoccio de primavera», desvela Salvador Sánchez, miembro de la Fundación de Astronomía y Astronáutica de Mallorca.
Un camino hacia la oscuridad y otro hacia la luz. «Un juego luminoso que es indicador directo del paso del tiempo y de lo que son los ciclos de la naturaleza», advierte Sánchez, que cree que observándolo se toma conciencia de que las estaciones se suceden y de que la luz tiene un camino que se repite.
La teoría del azar
Aunque parezca mágico, es pura ciencia. Así lo llevan años explicando desde la Sociedad balear de Matemáticas (SBM-XEIX), una asociación creada en 2005 que se dedica a divulgar con rigor y pedagogía este fenómeno -y otros-, que se ha popularizado en la última década y que ya se ofrece por streaming para quien no pueda asistir (aunque no es lo mismo).
Dos matemáticos curiosos se encerraron en la catedral de Palma para estudiar este hecho en 2007. Daniel Ruiz y Josep Lluís Pol se preguntaban por qué el campanario y la Seu estaban descuadrados unos 10 grados y por qué tenían cada uno su propia orientación. ¿Buscaban sus constructores algunos de los efectos de luz descritos?
La conclusión fue que este fenómeno fue fruto de la casualidad, una consecuencia de cómo se construyó la catedral siguiendo el patrón musulmán, ya que se proyectó sobre una mezquita. No pudieron probar que los efectos de luz fueran buscados, ya que la orientación de la Sede venía determinada por la que tenían las capillas de la Trinidad y Real, que se construyeron primero, y éstas determinaron la orientación del resto. Por no hablar de la vidriera, que se añadió siglos más tarde.
Quizás, pudo parecer que era un buen punto para orientar ‘la cabeza’ de la catedral, donde sale el sol el día más corto, lo que en el paganismo ya se conocía como el día del nacimiento del Sol, apuntaron en su investigación. «Y ya se sabe que Dios es la Luz».
Resuelto el misterio, queda otra cita con la luz de la Seu, esta vez desde fuera y en las fechas próximas a la Navidad. Es cuando la luz entra por el ‘Oculus Maior’ y sale por el otro, como una lanza atravesada. Este fenómeno puede observarse desde el Baluard de Sant Pere y algunos la describen como una ilusión óptica de que hay un incendio dentro de la catedral.-
Imagen referencial: Cientos de personas presencian en la catedral de Palma un fenómeno lumínico único que solo ocurre por dos veces al año, cuando la luz del sol, al penetrar por uno de los rosetones, se proyecta justo debajo del rosetón opuesto
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