«Hoy el marxismo cultural es la suma de la supremacía del dinero, del relativismo y del positivismo jurídico»
Mayor Oreja, en compañía de Rouco Varela, participa en un coloquio sobre el libro Ratzinger y los filósofos, y asegura: «Según Marx, el hombre crea la verdad», lo cual supone «la negación de la identidad europea, cuyas raíces están en la Biblia y en la filosofía griega»
José María Sánchez Galera – El Debate:
La figura de Joseph Aloisius Ratzinger se proyecta como la de un astro que nunca tramonta. Por ese motivo, Ediciones Encuentro ha preparado un volumen que reúne varias colaboraciones con el expresivo título Ratzinger y los filósofos: de Platón a Vattimo.
Una veintena de autores participan en esta obra, cada cual centrado en la relación del que fuera Benedicto XVI con algún pensador, como Immanuel Kant, Tomás de Aquino, Auguste Comte, Friedrich Nietzsche, Karl Marx, Romano Guardini, Jean-Paul Sartre, Edith Stein, Josef Pieper o Jürgen Habermas, entre otros.
Diferentes nombres
Dentro de los especialistas que firman en este libro aparecen nombres como Mary Frances McKenna, Alejandro Sada, Tracey Rowland, o el teólogo Pablo Blanco-Sarto, que ha ganado el premio Ratzinger 2023 concedido por la Fundación Vaticana que debe su denominación al pontífice bávaro.
Para hablar sobre este libro, se han reunido el responsable de la editorial, Manuel Oriol; Jaime Mayor Oreja, presidente de NEOS; Marcela Jiménez Unquiles, coautora del libro y una de las impulsoras de la Fundación Internacional Ratzinger; y el cardenal monseñor Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid.
El lugar donde han podido charlar es la sede de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA). Según Oriol, Ratzinger es uno de los «grandes teólogos de nuestro tiempo, capaz de entrar en dialogo fecundo con la filosofía». Oriol también ha destacado el discurso que Benedicto XVI preparó para la Universidad La Sapienza (Roma), pero que finalmente no pudo pronunciar porque el acto se canceló: una cita de este discurso da inicio al libro. Por eso, y mencionando a Ratzinger, señala: «La fe cristiana es una fuerza purificadora para la razón misma», y anuncia que se espera un segundo volumen.
Portada de ‘Ratzinger y los filósofos: de Platón a Vattimo’
Jaime Mayor Oreja asegura, por su parte, que Ratzinger siempre acertaba en sus valoraciones y apreciaciones con implicaciones que afectan a política, como resulta evidente en su discurso ante el Parlamento Alemán. «Su personalidad se puede valorar de múltiples maneras», pero siempre se destaca que era «la antítesis de la mediocridad»; y recalca Mayor Oreja: «La mediocridad es el mal de nuestros días». Por tanto, Ratzinger no se acomodaba «a la moda dominante», sino que «se atreve al diálogo, no a claudicar», y «busca la síntesis: Dios y ciencia; fe y razón; teología y filosofía».
Un «maestro»
Mayor Oreja se ha referido al profesor Gottlieb Söhngen, mentor académico y supervisor de la tesis doctoral de Joseph Ratzinger, un «maestro» que ayudó a entender la teología y las demás ramas del pensamiento desde una perspectiva multidisciplinar; de otro modo, «sin referentes absolutos» la filosofía corre el riesgo de degenerar en ideología.
Por eso, Mayor Oreja lamenta que «desde hace décadas vivimos en el ámbito público como si Dios no existiera», lo cual es un impacto de la doctrina de Nietzsche. Frente a ello, Benedicto XVI decía que «la alegría cristiana debía ser la respuesta al secularismo; un cristianismo sin alegría es un antievangelio».
Por eso, Ratzinger siempre estuvo atento a la filosofía de los «maestros de la sospecha», en especial Marx y Nietzsche. En lo referente a Marx, dice Mayor Oreja que «el marxismo cultural es la versión secularizada del mesianismo judío y la escatología cristiana». El marxismo propugna que la verdad sea una construcción humana; «Marx no reconoce la verdad; según Marx, el hombre crea la verdad».
«Supremacía del dinero»
Con el marxismo cultural se llega a la «negación de la identidad europea, cuyas raíces están en la Biblia y en la filosofía griega», legados que siempre reivindicó Benedicto XVI. En consecuencia, para el marxismo «la ingeniería social está antes que la búsqueda de la verdad». Prosigue Mayor Oreja: «Hoy el marxismo cultural es la suma de la supremacía del dinero, del relativismo y del positivismo jurídico».
En este sentido, Ratzinger denunciaba que se produce un reemplazo de la verdad por el moralismo político e ideológico, de modo que «la universidad se convierte en una máquina de promoción ideológica». El debate del futuro, según el presidente de NEOS, será el conflicto entre «el marxismo cultural y los fundamentos del cristianismo».
Por su parte, Marcela Jiménez Unquiles, que se ha mostrado con «corazón agradecido a Ratzinger», asegura que el papa Benedicto «es el pensador más influyente en la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II». «Nos ha dejado los códigos que aún pueden permitir a la humanidad recomponerse tras el desmoronamiento de Occidente, ante la islamización, el nihilismo, el relativismo y la secularización», añade. Ratzinger representa, en su opinión, la colaboración entre saberes, la defensa de la universidad como espacio compartido, «la casa en la que se busca la verdad sobre la persona humana», el lugar de entendimiento.
Ratzinger aporta «una nueva articulación de razón y fe, y restaura una tradición de corte platónico y agustiniano». El papa alemán entendía la filosofía y teología como vinculadas la una con la otra y fieles a sí mismas, pues «se relacionan como la naturaleza de Cristo, sin confundirse entre sí» Al igual que Agustín de Hipona dialogaba con los autores de su época, un tiempo también de convulsiones, Ratzinger ha dejado una herencia de conversación con la filosofía. Por eso defendía los nexos entre la cultura griega y la cristiana, y se apenaba ante la «deshelenización del cristianismo». Jerusalén y Atenas, la racionalidad y cristianismo, se articulan como «fundamento de la dignidad humana».
Jiménez Unquiles ha analizado la importancia de varios autores en Ratzinger, como san Buenaventura (s. XIII), coetáneo de Aquino y que incluye en su obra «3.000 citas a san Agustín». Buenaventura supuso «una renovación de las fuentes del cristianismo y la patrística».
«A la filosofía moderna le ha costado pensar en Dios»
Otro autor de peso fue Guardini, cuya influencia es, según Jiménez Unquiles, notoria en la encíclica Deus caritas est. Guardini es el filósofo del encuentro personal, la «teología personalista», y entre él y Ratzinger hay notables «similitudes biográficas», sobre todo en su modo de entender la universidad, un entorno alejado de la «politización» y donde se pueden «conectar las inquietudes humanas».
Rouco Varela ha comenzado su intervención afirmando que «a la filosofía moderna le ha costado pensar en Dios». El cardenal ha hablado de su trato directo con Romano Guardini: «Servidor fue oyente de Guardini un par de veces», en el aula magna de la universidad alemana donde estudió el joven Rouco. Recuerda que hacía falta presentarse «con una hora de antelación».
Por eso, «no tuve paciencia para asistir a más sesiones», reconoce con humor. También ha comentado que Ratzinger era seminarista con doce años, igual que él mismo lo fue con «diez años». En su infancia bajo el régimen nazi —relata Rouco— Ratzinger vio cómo quitaban los crucifijos de las escuelas alemanas.
Retomando el influjo de Guardini en Benedicto XVI, el cardenal Rouco señala que Guardini decía que la esencia del cristianismo es Cristo, y que no hay diferencia entre el llamado Cristo histórico y el Cristo de la fe. Para concluir, ha recordado que Peter Seewald le preguntó a Ratzinger, al ser elegido papa, cuáles eran sus intenciones. Respondió el pontífice: profundizar en el «encuentro con Dios, con Cristo, con la verdad».