Iglesia Venezolana

El Padre Provincial de los jesuitas en el 69 aniversario de Fe y Alegría: «Hacer el bien nos hace bien»

La educación es la levadura del país que soñamos

Daniel 3, 25. 34-43. Salmo 24 Mt 18,21-35

Queridos hermanos y hermanas, hoy cumplimos 69 años de
camino, muchos motivos para celebrar y dar gracias a Dios. Pero,
nos toca celebrarlo en un tiempo de gran adversidad, en medio de
un gran duelo porque la educación en nuestro país está por el piso,
en términos médicos diríamos que está en terapia intensiva, pero
también, estamos en medio de una gran apuesta, por eso, hoy,
cuántas veces al contemplar nuestra vida y la misión educativa
que tenemos entre manos, aclamamos a Dios de todo corazón
como el salmista: “Sálvanos Señor porque tú eres
misericordioso”. Y nos ponemos en las manos de Dios, con fe,
porque la confianza en él y la apuesta por la educación nos llena
de fuerza, de impulso, de esperanza.

Hermanas, hermanos, en la primera lectura, la oración de Azarías,
tomada del libro de Daniel, se da en un tiempo de gran desolación,
el pueblo de Israel ha perdido todo, está en el destierro, muchos
se han resignado, pero hay un resto, que, como Azarías, ha crecido
en la adversidad, por su confianza en el Señor, porque están
conscientes de que Dios es bueno, misericordioso, y, es fiel a la
alianza que ha establecido con su pueblo. Azarías, recuerda, en
medio de la adversidad la apuesta que Dios ha hecho con su
pueblo y dice: «por Abraham, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por
Israel, tu santo, a quien tu prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo y como la arena de la orilla del mar».

No es nostalgia, es memoria agradecida, la nostalgia nos paraliza
y nos ancla en el dolor, la memoria agradecida nos llena de
esperanza, nos moviliza, nos da la conciencia de que Dios está
presente, sigue actuando en nosotros, nos hace saber que esta obra
fe y alegría, es de Dios, porque nació de la fe que se expresa en
generosidad como la de Abraham y Patricia, como la de José
María Velaz y, la de tantos hombres y mujeres, religiosas y laicos,
docentes, administrativos y obreros, líderes comunitarios, que
han encontrado y siguen encontrando, en una escuela, en una
radio, en un centro de capacitación, en un instituto universitario,
el lugar donde Dios le ha llamado a servir y dar lo mejor de sí,
tantos benefactores nacionales e internacionales que por
generosidad han apoyado la educación de nuestros hijos e hijas.

En tiempos difíciles, como Azarías, en medio de la adversidad,
bebamos, como Azarías de la memoria agradecida, es fuerza, es
identidad, es conciencia de que contamos con el Espíritu de Dios
para seguir caminando y haciendo el bien. Porque hacer el bien
nos hace bien.

Ese resto de Israel presente en la oración de Azarías al perderlo
todo entregó a Dios todo, su corazón. Nosotros hoy también en
este tiempo de adversidad que hemos perdido calidad de vida,
amistades y familiares por la emigración, llenos de incertidumbre
ante la salud, seguimos apostando y confiando en Dios, y como
aquel resto, fiel a Dios, “venimos a entregar nuestro corazón”, a
apostar y luchar por la educación.

Hoy, en medio de esta noche oscura, el gesto fundacional de
Abraham y Patricia, sigue presente, se ha multiplicado, cada uno
de nosotros, que da lo mejor de sí para educar a un niño, niña, a
un joven, a un adulto, en lugares recónditos y anónimos, se
conecta y aviva el gesto generoso de Patricia y Abraham, y, cada
directora y director capaz de soñar y emprender, liderar y
convocar se conecta con la pasión fundacional del padre Velaz.
Fe y alegría es “un fuego que enciende otros fuegos”.

Es ese grano de mostaza del evangelio: insignificante, pequeño,
frágil, pero con una fuerza interior, espiritual, que se convierte en
árbol frondoso que transforma el ecosistema, lo embellece, y atrae
y cobija la vida, donde se siembra ese granito de mostaza que es
fe y alegría se transforma el ecosistema, se celebra la vida, se
transforman los corazones.

Que la adversidad no nos arrebate la conciencia de ser levadura
en la masa, la educación es la levadura del país que soñamos, solo
con la educación podremos salir de la pobreza, por eso, nos
empeñamos, nos esforzamos, por brindar una educación de
calidad, porque sin educación, sin esa levadura del espíritu, no
habrá país.

El padre Epifanio Labrador, jesuita, fue quien supo nombrar, lo
que estaba naciendo hace 69 años, contemplando a los jóvenes
universitarios de la UCAB, de la Congregación Mariana, que iban
al barrio a educar y a dar catequesis, dijo: “estos jóvenes van al
barrio con fe y regresan llenos de alegría”, pues, que la fe, y el
encuentro con los pobres para liberar de la pobreza siga siendo la
fuente de nuestra alegría, mucho más, en estos tiempos de
adversidad.

Que, con Azarías, oremos: Ahora te seguiremos de
todo corazón; te respetamos y queremos encontrarte; no nos dejes
defraudados. Trátanos según tu clemencia y tu abundante
misericordia. ¡Sálvanos!.-

Consejo Editorial - Revista SIC

P. Alfredo Infante, sj

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