Desafío cultural del cristiano
Es de importancia capital lo expresado por Juan Pablo II y que recoge el CPV: “Una fe que no se convierte en cultura es una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida en fidelidad” (ECV 69). A todos los creyentes interpela esta afirmación, pero con un peculiar acento en los laicos, por su peculiar y mayor inmersión en el mundo

Mons. Ovidio Pérez Morales:
El documento 13 del Concilio trata de la Evangelización de la cultura en Venezuela (ECV). Este título contiene dos categorías que son englobantes; la primera, de la misión de la Iglesia, y la segunda, de algo que se precisa a continuación.
El término cultura es objeto de sin número de definiciones. De ellas pudieran escogerse dos: la primera señala un sector o quehacer humano, a saber lo artístico-literario, lo que significa más cultivado y elitista. La otra, desarrollada por el Concilio Vaticano II y el CPV, tiene un carácter abarcante, pues comprende lo anterior y mucho más; la Gaudium et Spes en efecto define cultura como que “tiene que ver con todo el quehacer humano, lo cotidiano y popular, lo sectorial y más refinado; lo instrumental, lo institucional y lo ideal-valorativo-artístico (ECV 1). En líneas gruesas puede decirse que lo cultural comprende museos y mercados. Y al referirse a la cultura de un pueblo se tiene que hablar de ésta en singular y plural, refiriéndose, entre otros, a geografía e historia.
Lo cultural, en sentido amplio, comprende tres ámbitos: lo económico, lo político y lo ético-cultural; identifica la totalidad de la dinámica del cuerpo social, con particular atención a los centros neurálgicos. En este sentido se puede decir que la Iglesia -con peculiar acento en la tarea de los laicos- tiene como misión la evangelización de la cultura. Lo que se entiende como Doctrina Social de la Iglesia queda comprendido en esa categoría englobante.
La comprensión del término cultura reviste, por tanto, gran flexibilidad y es preciso atender a sus especificaciones y variantes. Así, por ejemplo, cuando se habla actualmente de nuevos desafíos culturales, se los entiende particularmente referidos a valoración de la vida y la sexualidad, a la fundamentación de la ética y la antropología.
Es de importancia capital lo expresado por Juan Pablo II y que recoge el CPV: “Una fe que no se convierte en cultura es una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida en fidelidad” (ECV 69). A todos los creyentes interpela esta afirmación, pero con un peculiar acento en los laicos, por su peculiar y mayor inmersión en el mundo.
Los desafíos y orientaciones pastorales que ofrece el documento del CPV en la parte del Actuar expresan bien el carácter englobante tanto de la cultura como de la evangelización.-