Iglesia Venezolana

Misa Crismal

Podemos reconocer la belleza de la Iglesia. Lo que la hace hermosa no son sus acciones, sino la acción de Dios a través de ella

Mons Mario Moronta:

Iglesia bonita, corazón del pueblo

Iglesia sencilla, semilla del Reino…

Iglesia Pascual

 

Con estas rimas podemos meditar hoy acerca de la Misa Crismal, que tiene amplia significación para nosotros: además de consagrar los óleos que serán empleados en la vida sacramental de la Iglesia, aprovechamos para reafirmar la fe en el sacerdocio de Jesucristo, al cual están configurados los Obispos, Presbíteros y Diáconos, quienes incluso renuevan sus compromisos ministeriales. Como todos los años nos reunimos, con sentido de peregrinos desde todas las parroquias de nuestra Iglesia local de San Cristóbal, acá en esta parroquia de La Sagrada Familia de San Antonio …

Un hermoso canto de origen peruano nos habla de la belleza de la Iglesia:

Iglesia bonita, corazón del pueblo

Iglesia sencilla, semilla del Reino…

Iglesia Pascual

 

Con estas rimas podemos meditar hoy acerca de la Misa Crismal, que tiene amplia significación para nosotros: además de consagrar los óleos que serán empleados en la vida sacramental de la Iglesia, aprovechamos para reafirmar la fe en el sacerdocio de Jesucristo, al cual están configurados los Obispos, Presbíteros y Diáconos, quienes incluso renuevan sus compromisos ministeriales. Como todos los años nos reunimos, con sentido de peregrinos desde todas las parroquias de nuestra Iglesia local de San Cristóbal, acá en esta parroquia de La Sagrada Familia de San Antonio del Táchira.

Al reunirnos para celebrar y conmemorar el Sacerdocio Nuevo, inaugurado por Jesús con su Nueva Alianza, lo hacemos como “pueblo sacerdotal”. Al fundar a su Iglesia, el Maestro de Galilea, la constituyó como su Cuerpo y como pueblo de reyes y sacerdotes. Al serlo de reyes, sus miembros participan de la edificación y realidad del Reino de Dios, que lo es de justicia, paz, amor y libertad. Al ser, pueblo sacerdotal, quienes pertenecen a ella se identifican al Sumo y Eterno Sacerdote, gracias al bautismo. Entonces, revestidos de Cristo, se convierten en “ofrendas vivas para el culto agradable al Padre…en espíritu y verdad”.

A la vez, de en medio de esos discípulos consagrados por el Señor en el bautismo, algunos son elegidos para recibir la gracia sacramental del sacramento del Orden que los configura a Cristo Sacerdote. Con este hecho prodigioso, comienzan a actuar en su nombre a fin de conducir a los hermanos hacia los pastos fértiles de la salvación, enseñándoles la Palabra de la Verdad y santificarlos para que puedan llegar al encuentro definitivo con Dios Padre al final de los tiempos.

Hablando desde esta perspectiva y siguiendo el dinamismo de la Encarnación del Hijo de Dios hecho hombre para cumplir la voluntad salvífica de Papá Dios, la Iglesia no es un ente abstracto o una estructura de poder mundano ni tampoco una empresa de carácter gerencial. Es la “Ekklesía”/Iglesia, que reúne a los convocados por el mismo Dios para continuar la obra inaugurada por Jesús con el misterio de su Encarnación y de su Pascua liberadora. Para ello y por ello mismo, esa Iglesia es eminentemente “pueblo de Dios”. Como nos lo enseña el Papa Francisco, siempre estará en salida, para anunciar el Evangelio de la liberación hasta los confines de la tierra, hacer memoria de la Pascua redentora de Jesús y edificar ya, en esta tierra, el Reino de Dios, de justicia, amor, libertad, paz y amor.

Al ver esta vocación y sin caer en pretensiones mundanas, podemos reconocer la belleza de la Iglesia. Lo que la hace hermosa no son sus acciones, sino la acción de Dios a través de ella. Para hacer posible estas acciones con un efecto salvífico, de verdad ha de estar presente en el pueblo. Como nos dice una de las rimas entonadas al inicio de estas reflexiones, es “Iglesia bonita, corazón del pueblo”

Entonces, en un primer momento de esta celebración y de esta reflexión nos invitamos a contemplar a nuestra Iglesia de San Cristóbal. Ella es bonita de verdad… no porque haga tantas cosas importantes, sino por el sentido y la razón que mueve hacerlo: el nombre del Señor. Así, hoy, tenemos la hermosa oportunidad de contemplarnos como miembros felices y bendecidos de una Iglesia encarnada en la cultura e historia común en el Táchira, donde construimos el Reino de Dios. Asimismo, nos llenamos de admiración al vernos cada uno de nosotros reflejando el rostro sacerdotal de Cristo con nuestra respuesta evangelizadora para cumplir la misión recibida. Y, a la vez, descubrimos que es bonita en su dinámico laicado con el cual se hace sentir que es pueblo sacerdotal… que lo es también con los miembros de la vida consagrados activos y contemplativos, con quienes se cuenta cuales atalayas vivientes que son… es bonita en sus presbíteros, diáconos y obispos, testimonio sacramental del servicio que se da a la sociedad…es bonita por ser corazón del pueblo tachirense. No encerrada en sí mismo ni preocupada por su auto-referencia: es hermana de las Iglesias locales de Venezuela, de Colombia, particularmente de Cúcuta, El Tibú y Nueva Pamplona, como de todo el mundo. Podemos exclamar, entonces, IGLESIA BONITA, CORAZÓN DEL PUEBLO.

IGLESIA SENCILLA, SEMILLA DEL REINO. Podemos arriesgarnos a decir que es una Iglesia sencilla, capaz de reconocer sus carismas propios sin negar sus deficiencias. Ser sencillo no es ser simple o mediocre. La sencillez es la sabiduría que viene del Espíritu Santo. Con ella, podemos tener un corazón abierto, una mente abierta, unas puertas y brazos abiertos para acoger a todos, aún los no católicos ni creyentes, los que no la quieren o dudan de ella. Si al ser sencilla es semilla del Reino, entonces necesariamente tiene que tener amplitud para dialogar, escuchar, aprender y enseñar la Palabra de salvación.

Todos sus miembros, por pertenecer al pueblo sacerdotal, tienen la tarea de mediar o tender puentes entre los sectores de la humanidad y Dios Uno y Trino. De igual manera entre los diversos sectores de la sociedad para que se pueda lograr lo que nos enseña el Buen Pastor: conseguir que haya un solo rebaño bajo un solo pastor, precisamente Jesús, el pastor auténtico y liberador de toda la humanidad. Desde su sencillez, labora y cumple su misión con plena libertad. Para ello anuncia a tiempo y destiempo la Palabra de Vida Eterna. No sólo denuncia sino también lucha para eliminar el pecado del mundo en sus oscuras manifestaciones. Al igual que su Fundador, no busca condenar…más aún se atreve a invitar, como lo ha podido demostrar, a los que se dedican al mal para que se conviertan y se unan a nosotros en el camino de la liberación…hoy lo volvemos a hacer, invitando a los narcotraficantes, a los que se dedican a la violencia en todas sus manifestaciones, a quienes componen las mafias que tratan con personas, conducen a muchos hermanos a la prostitución y se creen más que los demás. Les tendemos las manos y abrimos nuestros brazos para contagiarles la misericordia de aquel padre amoroso cuando recibió a su hijo que había ido por los caminos equivocados. De nuevo les decimos, únanse a nosotros, convirtiéndose y creyendo en el evangelio… eso les dará más ganancia que el sórdido dinero que ahora dicen percibir.

Como pueblo sacerdotal, desde la sencillez y experiencia de ser semilla del Reino, hoy es un momento particular para que este pueblo sacerdotal que peregrina por estas tierras tachirenses reafirme su opción por los pobres y excluidos, por aquellos que han perdido la esperanza, por quienes han debido salir de nuestra nación en busca de mejores condiciones de vida, de los que no tienen los recursos suficientes para sobrevivir, los enfermos del cuerpo y del espíritu… Lo hacemos con la misma condición que caracterizó al Maestro cuando les lavó los pies a los discípulos: con total disponibilidad y generosidad para el servicio.

Contemplamos la sencillez de esta Iglesia bonita del Táchira en la entrega de los laicos y presbíteros, en la de los diáconos y obispos, en la de los consagrados y las personas de buena voluntad. Lo hacemos movidos por el Espíritu Santo quien es el protagonista de la Misión que hemos recibido y que nos hace exclamar que hemos de seguir siendo IGLESIA SENCILLA, SEMILLA DEL REINO.

ES TAMBIÉN IGLESIA PASCUAL. Recordamos con harta frecuencia que vamos adelante en el nombre del Señor. Esto es posible y real porque es el sacramento universal de salvación que extiende por todos los rincones de nuestra geografía los efectos de la Resurrección de Cristo. Portamos la Cruz redentora, y podemos afirmar que “somos lo que somos por la gracia de la resurrección del Maestro”. Eso nos impulsa a ser Iglesia sencilla y bonita capaz de reflejar la luz del Señor y su rostro.

Hemos sido bendecidos, en este sentido, por el cuatricentenario acompañamiento de ese Cristo de los Milagros, el del rostro sereno, cuya talla veneramos en La Grita. Él nos inspira en nuestro trabajo y nos invita a ser sus discípulos. Ese Cristo, lo solemos cargar en nuestros hombros cada año en la peregrinación del 6 de agosto… es la respuesta bonita y sencilla de un pueblo sacerdotal que sabe que los brazos y hombros de ese Cristo de La Grita nos sostienen, protegen y alientan. Él nos ha dejado desde la Cruz a su Madre, la Consoladora de Táriba, quien nos acoge como hijos suyos y a quien hemos recibido en nuestros hogares, comunidades e instituciones. Ella nos recuerda además que somos hijos de la Iglesia Madre.

Con sus variadas realizaciones de orden pastoral, para cumplir la misión del anuncio decidido del Evangelio, los miembros de este pueblo sacerdotal, Iglesia Pascual, somos “testigos del Resucitado”. Los óleos que hoy bendecimos y consagramos nos recuerdan esa cualidad esencial de cada uno de nosotros: los laicos, en sus familias y comunidades… los religiosos y religiosas, en sus apostolados y carismas… los seminaristas, esperanza cierta de esta Iglesia bonita y sencilla… los diáconos, signo de renovación permanente de nuestra Diócesis… los presbíteros, reflejo sacramental de la acción salvífica del Señor… los obispos, servidores y constructores de la comunión eclesial… todos somos testigos del Resucitado y mostramos el rostro siempre alegre y comprometido de la IGLESIA PASCUAL.

De un modo particular, mostramos el rostro alegre de ser IGLESIA PASCUAL con la dimensión misionera que hemos asumido al tener el compromiso de comunión y cooperación con el Vicariato Apostólico de Caroní y con otras Iglesias hermanas. No lo hacemos por mero trámite, sino por ser una Iglesia que acepta el reto de unirse a la tarea de llegar hasta los confines de la tierra, como aquella Iglesia madre de Jerusalén en los inicios del cristianismo. Es una Iglesia en salida con rostro pascual.

Al presentar el pan y el vino, dentro de unos instantes, lo hacemos con la seguridad de que se convertirán en el alimento eucarístico para nosotros. La Palabra escuchada se vuelve a hacer presencia real con el gesto sacerdotal que presenciaremos y en el cual participaremos. Nos ofrecemos también nosotros, que, por el bautismo somos ofrendas vivas para el auténtico culto a Dios. Hoy manifestamos nuestra alegría y comunión, al gritarle al mundo que somos:

Iglesia bonita, corazón del pueblo

Iglesia sencilla, semilla del Reino…

Iglesia Pascual

AMÉN.

 

SAN ANTONIO DEL TÁCHIRA, PARROQUIA SAGRADA FAMILIA

23 DE MARZO 2024

+MARIO MORONTA R., OBISPO DE SAN CRISTÓBAL.

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