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El Vaticano condena la teoría de género: «Es extremadamente peligrosa por su pretensión de igualar a todos»

Con la declaración 'Dignitas infitita' amplía la lista de «graves violaciones» a la vida humana con cuestiones como la gestación subrogada, el cambio de sexo, la pobreza extrema, la discriminación hacia la mujer o la violencia digital

La teoría de género, la gestación subrogada, el cambio de sexo, la pobreza extrema, la discriminación hacia la mujer, la guerra, la trata de personas, los abusos sexuales, la poligamia, el «descarte» de personas con discapacidad o la «violencia digital» son, de acuerdo a la declaración ‘Dignitas infinita’, que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha hecho público este lunes, «algunas de las graves violaciones de la vida humana».

Así, a la tradicional defensa de la vida humana «desde su concepción a la muerte natural», que condenaba el aborto y la eutanasia, el Vaticano introduce ahora algunas cuestiones del reciente magisterio pontificio que amplían los temas bioéticos. En palabras de la oficina de la prensa de la Santa Sede, el nuevo texto «contribuye así a superar la dicotomía existente entre quienes se concentran exclusivamente en la defensa de la vida naciente o moribunda olvidando muchos otros atentados contra la dignidad humana y, viceversa, aquellos que se concentran solo en la defensa de los pobres y migrantes olvidando que la vida debe ser defendida desde la concepción hasta su conclusión natural».

En la práctica, el documento, fruto de un trabajo iniciado en 2019, recoge los planteamientos de los últimos Papas, en especial de Francisco. De hecho, en las notas, en total 117, el actual Pontífice aparece citado de forma directa en más de la mitad, hasta en 61 ocasiones, frente a las 9 de Juan Pablo II, las 6 Benedicto XVI y las 3 Pablo VI. El texto, que después de las diferentes revisiones fue aprobado por el Papa Francisco el pasado 25 de marzo, también conmemora el 75° aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos y reafirma «la indispensabilidad del concepto de dignidad de la persona humana dentro de la antropología cristiana».

Tras una explicación teológica de la dignidad de la persona y sus principios fundamentales, el texto incorpora, como novedad, una lista de «algunas graves violaciones de la dignidad humana», que recoge «todo lo que es contra la vida misma, como cualquier tipo de homicidio, el genocidio, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario»; pero también «todo lo que viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas infligidas al cuerpo y a la mente, las coacciones psicológicas».

Además, también añade «todo lo que ofende la dignidad humana, como las condiciones de vida subhumanas, las encarcelaciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, el mercado de mujeres y jóvenes, o aún las ignominiosas condiciones de trabajo, con las cuales los trabajadores son tratados como simples instrumentos de ganancia, y no como personas libres y responsables». Se menciona también la pena de muerte que «viola la dignidad inalienable de cada persona humana más allá de cualquier circunstancia».

Aborto, eutanasia y violencias contra las mujeres

La condena del aborto es clara -aunque según ha explicado el cardenal Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en la rueda de prensa en la que se ha presentado la declaración-, en ese intento de romper con esa dicotomía a la hora de concebir la defensa de la vida (entre los que sólo entiende la protección del nonato y los que la reducen a la defensa de los pobres), el apartado se ha ubicado después del que habla de «las violencias contra las mujeres», entre las que sitúa las «desigualdades» con respecto a los hombres, incluida la salarial, así como el maltrato, la exclusión y la poligamia.

Sobre la interrupción del embarazo destaca que «entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto provocado presenta características que lo hacen particularmente grave y depreciable« y se recuerda que la »defensa de la vida naciente está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano«.

También es contundente contra la maternidad subrogada, «mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto», y a la que considera una práctica «que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño, y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato».

En la lista se citan luego eutanasia y suicidio asistido, confusamente definidos por algunas leyes como «muerte digna», y se recuerda que el «sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es propia de manera intrínseca e inalienable». Se habla entonces de la importancia de los cuidados paliativos y de evitar «todo ensañamiento terapéutico o intervención desproporcionada», para reafirmar que «la vida es un derecho, no la muerte, la cual debe ser acogida, no administrada». Entre las graves violaciones de la dignidad humana también encuentra espacio el «descarte» de las personas con discapacidad, añade a continuación la declaración.

Teoría de género

Es aquí donde aparecen algunas cuestiones, recurrentes en los discursos del Papa Francisco, pero que se alejan de lo políticamente correcto como el apartado referente a la «teoría de género». Aunque comienza con la reafirmación de que hacia las personas homosexuales se debe evitar «todo signo de discriminación injusta y particularmente toda forma de agresión y violencia«, y denuncia «como contrario a la dignidad humana« el hecho de que en algunos lugares estas personas »sean encarceladas, torturadas y incluso privadas del bien de la vida únicamente por su orientación sexual«, el documento pasa a criticar la teoría del género, «que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en la pretensión de hacer a todos iguales».

En el documento, la Iglesia recuerda que la «vida humana, en todas sus componentes, físicas y espirituales, es un don de Dios, que debe ser acogido con gratitud y puesto al servicio del bien. Querer disponer de sí mismo, como prescribe la teoría del género… no significa otra cosa que ceder a la antiquísima tentación de que el ser humano se convierta en Dios». En ese sentido, señala que la teoría del género «quiere negar la mayor diferencia posible entre las entre los seres vivos: la sexual». Por tanto, «debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres».

El texto también lamenta que «en los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos» han dado lugar «a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género». Aunque no hace una referencia explícita a la cuestión del matrimonio homosexual, el cardenal Fernández, sí que ha explicado ante la prensa que en el contexto que marca el documento, «el matrimonio gay y los intentos de eliminar las diferencias [entre hombre y mujer] no son aceptables».

También es negativo el juicio sobre el cambio de sexo, que «por regla general, corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción» aunque «esto no significa excluir la posibilidad de que una persona afectada por anomalías de los genitales ya evidentes al nacer o que se desarrollen posteriormente, pueda elegir recibir asistencia médica con el fin de resolver dichas anomalías».-

JOSÉ RAMÓN NAVARRO-PAREJA/ABC

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