Testimonios

80 años: “Signo de unión interna”

 

Bernardo Moncada Cárdenas:

«Nuestro quehacer es el de ser signo de unión interna en el colectivo eclesial, pero también en la sociedad toda» S.E.R. Cardenal Baltazar Porras Cardozo. SIC, 11 agosto 2023

Permítaseme comenzar con personal remembranza: era septiembre de 1983 y la Arquidiócesis de Mérida, segunda sede de Venezuela, despertaba con un nuevo obispo auxiliar. Su Excelencia Monseñor Miguel Antonio Salas, arzobispo, acogía la consagración episcopal de su querido discípulo y hermano eudista, Baltazar Enrique Porras Cardozo, para asistirle en la intensa tarea pastoral emprendida, desde 1979, en su arquidiócesis. Era el padre Baltazar un joven presbítero de 39 años.

Apenas meses después, tras las elecciones decanales en la Universidad de Los Andes, quien escribe sería proclamado decano de la facultad de arquitectura.

El tiempo ha hecho su trabajo, y lo que fue en esos días una coincidencia cuya importancia aún no era advertida, se ha hecho para mí signo muy claro. Iniciar mi experiencia en política universitaria, local y nacional, en paralelo con la experiencia episcopal del que los estudiantes pronto apodaron “el chamo Porras”, me impulsó a observar la figura que, con vigor y simpatía, no tardó en conectarse con mi mundo, la universidad.

Irreligioso en aquel momento, como buena parte de mis colegas, fui testigo involuntario de grandes acontecimientos para Iglesia y ciudad, como la visita del Papa Juan Pablo II en 1985, organizada por el ya notorio obispo auxiliar y culminada en la gigantesca Eucaristía a campo abierto en terrenos del campus La Hechicera. El indudable éxito, y la consecuente decisión de erigir una Capilla Universitaria, en el punto donde Juan Pablo celebró, fueron resultado de la maestría de obispo y rector, frente a un consejo universitario de mayoría laicista y opuesto a la idea.

Fueron años de permanente agitación estudiantil en la ciudad, cuando Monseñor Baltazar ostentaba sus cualidades de mediador y pacificador, comunicándose con el bravío liderazgo estudiantil con facilidad que proviene de su franqueza y humildad, y una autoridad que crecía en la aquiescencia del estudiantado. El obispo auxiliar de Monseñor Salas probó habilidades de Político con mayúscula, partiendo de posiciones claramente definidas, sin ambigüedades acomodaticias, aunque con una apertura y escucha admirables. Así lo percibía quien escribe.

Luego ocurrió lo aparentemente impensable, y un buen día me vi de regreso al seno de la Madre Iglesia, y así, cuando en 1992 recibió el palio arzobispal de manos de un gustoso Juan Pablo II, ya no fue el arzobispo, sino mi arzobispo. Ello me acercó a Monseñor Porras mucho más de lo que habían hecho los avatares universitarios.

Es un gozo observar que ha crecido aún más su capacidad de enlazar -desde el nivel intelectual y la dignidad que bien puede ostentar- con los más variados auditorios, así como de reunir adversarios que no podían tolerarse mutuamente, ser signo de unión interna en el colectivo eclesial, pero también en la sociedad toda.

Hoy lo veo llegando a sus 80 años, recio, lúcido, y con su inquebrantable buen humor. Hace una semana pudimos escuchar su bien hilada y aleccionadora elocuencia, en la Academia de Mérida. Al preguntarle humorísticamente: Cardenal ¿Todavía canta “Como el rocío” ?, sus ojos sonrieron con un chispeante ¡Sí, claro!

Celebre, pues, un feliz cumpleaños, Su Eminencia Reverendísima, amigo a quien respeto infinitamente y con afecto infinito. Que siga Usted siendo siempre ese signo de unión.-

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