Opinión

La locura: ser revolucionario   

A la memoria del Dr. Pedro Duno

 

Gloria Cuenca:

 

El Dr. y Profesor Pedro Duno, fue un filósofo y político, de ideas marxistas. Fue también mi profesor en la Escuela de Periodismo, supliendo a J.R. Núñez Tenorio, mientras estaba preso. Además, un amigo de muchos momentos difíciles, dentro de la compleja situación que vivimos durante la renovación universitaria en aquellos años. Lo traigo en el recuerdo y le rindo este homenaje póstumo, por cuanto lo considero una de las personas más sabias, concretas,  honestas e integrales que he conocido. Esto, a pesar de su conexión ideológica y activa con el marxismo-leninismo. Considero que Pedro fue un romántico, humanista, idealista, lleno de ideas maravillosas y de utopías.

El evento al que me refiero, ocurrió, cuando quien escribe, (revolucionaria, renovadora y tomista; ¡gracias a Dios! ya no más.) trabajaba en la continuación de  planes para reabrir la Facultad de Humanidades y Educación, sacada del recinto universitario, por el Dr. Caldera, en su primer gobierno. La facultad de Humanidades estaba “tomada” y la Escuela de Comunicación Social también. Se dieron clases, charlas, discusiones. Se hicieron foros, debates, conversatorios, exposiciones sobre el futuro revolucionario (De la Universidad y de Venezuela) de una magnitud, que no se imaginan, ni tienen idea, estos amigos, qué hoy día se dicen revolucionarios.

Al transcurrir las dos primeras semanas, estábamos todos agotados: profesores y estudiantes tomistas. Algunos empleados que nos apoyaban preocupados y muy cansados. Hablé con Pedro, y le dije: “Por favor, vamos a suspender esta toma, ya no podemos más.” Me miró, sorprendido, y contestó: “Estábamos hablando de eso. Esto no da para más”. Al reunirnos con los estudiantes, que dirigían las acciones, todos acordamos suspender la toma.

Se convocó, entonces una gran asamblea en el auditorio de humanidades, y nos preparamos, profesores tomistas y dirigentes estudiantiles para hablar al respecto. Éramos: Manuel Caballero y Luis Cipriano Rodríguez de Historia, José R. Núñez Tenorio y Pedro Duno de Filosofía, Eleazar Díaz Rangel, Alexis Márquez, (todos fallecidos, QEPD) y quien escribe de Comunicación Social, única sobreviviente. Fuimos castigados con apertura de expedientes y expulsados definitivamente de la UCV. Cuando ganó el Rectorado el Dr. José Rafael Nery, (QEPD) nos reincorporó. Recuerdo poco, a los dirigentes estudiantiles, Entre ellos al muy querido Aquilino José Mata (hijo), de la ECS. También a Ives Beaussonais, seguidor, de Pedro Duno y de la ideología marxista.

Se inició la asamblea. Los profesores nos alternábamos con los estudiantes, explicando las razones para suspender la toma. Cada uno hizo su disertación señalando, entre otras cosas, que no queríamos que se perdiera el año, (era por años, todavía). Se señaló que la universidad seguía funcionando en todas las otras facultades y escuelas; los perjudicados serían los estudiantes, sin duda. Nosotros así lo entendimos. Llamamos a limpiar y a recoger nuestros enseres, dejar la “toma” y avisar que nos íbamos. Todos parecían listos para votar favorablemente.

De repente, se paró un estudiante. Pidió la palabra y planteó: “Por favor, no se dejen llevar por estos derrotistas. Debemos continuar adelante hasta lograr tomar toda la universidad y, tal vez, hasta el país.” Se hizo un silencio absoluto. Se podía oír el zumbido de una mosca. Se puso de píe otro joven,  dijo:” Estoy de acuerdo con este compañero, vamos a discutir más”. Se votó y se decidió reabrir el derecho de palabra. El debate y la discusión se prolongó 2 horas más. Hasta que al final,  ganó la suspensión de la toma, para tranquilidad y serenidad nuestra. El joven rebelde salió del recinto diciendo improperios contra nosotros.

Un pequeño grupo lo apoyó. Quedamos extenuados. Yo, angustiada por la minoría que se iba furiosa. Me acerqué a Pedro y le dije:” ¿Qué le pasa a ese joven? Está enfurecido. ¡Nos llama, contra revolucionarios!¡a nosotros!” Él con su mirada, siempre compasiva, con tranquilidad me dijo: “No te preocupes: para ser revolucionario hay que estar un poco, o totalmente loco. Eso es lo que le pasa al joven. Sigamos con nuestra des-toma”. Me preocupé más: ”¿Cómo es eso? ¿una locura ser revolucionario? “Sí, me contestó. Querer cambiar al mundo y al ser humano, con estas acciones, es de locos. En efecto estamos, todos, un poco locos. Ahora hablo con él”.

Me sumergí en la meditación y la reflexión profunda. Lo conversé con Adolfo, no entendía o no quería entender esas palabras. Sin embargo, no llegué a la esencia del problema, sino mucho más tarde en contacto con los países que se jactaban de haber “hecho la revolución”, habían cambiado al mundo y creado “al hombre nuevo”. (¿¡) Es casi de risa, sino fuera trágico. Pedro, se confesaba ateo, al ver mi cara, e inquietud por lo que había pasado, dijo,” Jesús de Nazareth no pudo cambiar al hombre y al mundo y ¿lo vamos a hacer nosotros?”. “Te repito es de locos”.

Pedro murió siendo de ese pensamiento. Estoy segura, por su posición y espíritu democrático; su pensamiento esencialmente humanista, no habría apoyado esta barbarie. Seguramente, Dios en su infinita misericordia lo ha perdonado, y lo tendrá a su servicio para lograr convencer a los “locos” que llegan allá con el mismo pensamiento.

¡Gracias a Dios, y a mis hijos, me salvé de la locura!   .-

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