Encrucijada electoral: continuismo o transición
Alfredo Infante, S.J.*:
Decía el beisbolista Yogi Berra: “El juego no se acaba hasta que se acaba”. Y a nivel popular se dice, cuando la situación se pone difícil pero hay esperanza de revertirla, que “la pelota es redonda y da vueltas”. Lo cierto es que el 28 de julio, día programado para las elecciones presidenciales, se presenta como una gran encrucijada nacional: continuismo o transición. Como dice la canción: «Oh, qué será, qué será».
Sin embargo, el proceso electoral, que debería ser algo vivido con normalidad, ha estado lleno de trabas, inhabilitaciones, persecuciones y gran incertidumbre, pues nunca se sabe qué puede pasar de la noche a la mañana. Esta incertidumbre es un signo claro de la ausencia de Estado de derecho. Lo propio de la existencia del Estado de derecho es que todos -independientemente de la condición social, económica, política, sexual, etcétera- somos iguales ante la ley, tenemos los mismos derechos y correspondemos responsablemente con nuestros deberes.
En un Estado de derecho se reducen al máximo los niveles de incertidumbre porque todo está regulado conforme al marco constitucional y los tratados y convenios internacionales, y esta regularidad y accesibilidad al ejercicio de los derechos y deberes ciudadanos genera claridad y confianza en la convivencia, y garantiza que los ciudadanos puedan elegir libremente a sus gobernantes.
Cuando no existe Estado de derecho no impera la igualdad ante la ley, sino la voluntad del gobernante. Entonces, el cuerpo social vive en la incertidumbre, pues no sabe con qué idea, con qué estrategia, con qué ley, con qué malestar madrugará quien ejerce el poder y su séquito.
Sin embargo, en medio de la incertidumbre y a contra corriente de los dictados cada vez más restrictivos que puedan venir, las elecciones del 28 de julio son la gran oportunidad para decidir entre continuismo o transición.
Recordemos que, aunque el cuarto o la sala estén oscuros, por la pequeña rendija podemos contemplar el paisaje. Paisaje que nos dibuja el papa Francisco cuando dice que el Estado de derecho debe ser garantizado por las autoridades «con independencia de los intereses políticos prevalecientes» y cuando se basa en valores universales «las personas tienen acceso a la justicia y las sociedades son más estables y prósperas».
Las elecciones del 28 pueden ser un hito para transitar hacia la restitución del Estado de derecho.-
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*Alfredo Infante, S.J. es provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela y director del Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco.