Corina Yoris Villasana en la Academia Venezolana de la Lengua: recuento de méritos
Horacio Biord Castillo:
Al momento de abrirle formal y simbólicamente las puertas de la Academia Venezolana de la Lengua a doña Corina Yoris Villasana, tantos recuerdos y vivencias hacen que este momento sea realmente sublime para mí. Tener a una amiga, a una amiga sabia, en la mesa académica constituye sin duda un premio, un estímulo y un reto.
Corina nació en Caracas el 17 de marzo de 1944. Viene de una familia de abolengo venezolanista. Su madre era nativa de La Victoria, señera ciudad del norte aragüeño. Su padre, oriundo del estado Falcón, fue edecán del presidente Isaías Medina Angarita, tenido como uno de los presidentes más democráticos de la historia venezolana, a pesar de que su designación no ocurrió mediante votación universal sino que fue nombrado por el Congreso de la República, como lo señalaba la norma constitucional entonces vigente. Desde ahí, Corina bebió la esencia de la democracia, la convivencia, la aceptación de las disensiones, la diversidad y el pluralismo.
La formación de Corina Yoris Villasana es muy amplia y variada. Tras graduarse de bachiller, Corina estudió en la Universidad Simón Bolívar, entonces recién creada, pero de creciente prestigio, la carrera de Matemáticas en la que avanzó considerablemente, aunque no llegó a concluirla. Su formación en esta disciplina le proveyó de un marco interpretativo de gran influjo para su posterior formación y su mente analítica, serena y profunda. Luego, siendo aún estudiante de Matemáticas, Corina por su innata sensibilidad y amor por los libros, entre los cuales creció, como confiesa ella misma, sintió el deseo de estudiar Letras, carrera que comenzó en 1975 en la Universidad Católica Andrés Bello. Era entonces también una universidad de reciente creación. Ese año la UCAB arribaba a su mayoría de edad, pues había sido fundada en octubre de 1953. La Escuela de Letras constituía entonces un centro de irradiación del pensamiento humanístico. En aquellos días se vivía una transición en la vida ucabista, tras las profundas diferencias que en 1972 llevaron a criterios fuertemente enfrentados en el seno de la Compañía de Jesús, a la que el episcopado venezolano confió la conducción de la universidad desde el momento de su apertura. La Escuela de Letras estaba dirigida por la profesora Beatriz Binda de Sartorio y era decano de la Facultad de Humanidades y Educación el padre José Del Rey Fajardo, s. j., numerario que fue de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre otros distinguidos académicos, daban clase allí los doctores Subero y Venegas Filardo y el nunca suficientemente alabado ni recordado fray Cesáreo de Armellada, o.f.m. cap. Fueron profesores o ductores de Corina importantes intelectuales que luego llegarían a formar parte de nuestra Academia como Manuel Bermúdez, Lyll Barceló Sifontes y Ernestina Salcedo Pizani, y luego Rocío Núñez Perdomo y el padre Jesús Olza, s. j.
Corina se graduó de Licenciada en Letras en 1980, a la par que se desempeñaba como auxiliar de cátedra del padre Arruza en la materia de Lógica. Su trabajo de grado fue sobre la lengua medieval en los textos de Alfonso el sabio, titulado La lengua alfonsí: Un estudio gramatical y sintáctico, dirigido por nuestro sabio y venerado maestro el padre Fernando Arellano Arriaga, s. j. Recuerdo que esa noche, tras la defensa, llevé en mi vehículo al padre Arellano a la residencia de los padres, llamado jocosamente entonces el Cura Hilton. Durante el breve trayecto, el padre Arellano me refirió la excelencia del trabajo de la próxima Licenciada en Letras. Era entonces yo un estudiante que apenas empezaba el segundo año de la carrera y su alumno aquel año en las materias de Historia del Arte II y Lingüística General. Las palabras de mi profesor me impresionaron mucho y acrecentaron en mí la admiración por Corina. Meses después se lo referí al Dr. Efraín Subero en su bella y bien dotada biblioteca en la urbanización Los Castores de San Antonio de Los Altos y don Efraín, cuyo sillón académico me honro ahora en ocupar, al recordar a su antigua alumna se deshizo en elogios. Un año más tarde y con mención honorífica Cum laude, ya siendo profesora de esa Escuela, Corina se graduaba de Licenciada en Filosofía. Su nuevo trabajo de grado se titulaba “Cambios de teoría en la lingüística a la luz de tres filosofías de la ciencia (Popper, Kuhn y Lakatos)”. Este trabajo, a cuya defensa también tuve el placer de asistir, ha sido publicado en forma de artículos.
Profesora universitaria, Corina era también estudiante de posgrado en la maestría en Literatura Latinoamericana. Su trabajo de grado se tituló “Identidad cultural en la literatura del Caribe anglófono: Jean Rhys” que luego sería publicado por la editorial Eclepsidra con el título de El Caribe tiene nombre de mujer. Identidad cultural en la literatura del Caribe anglófono: Jean Rhys. Luego en 2009 se graduó de Magíster en Lógica y Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Salamanca. Su trabajo de grado de maestría se tituló “Analogía y fuerza argumentativa”, trabajo con el que ganó el Premio a la Investigación Filosófica Federico Riu en 2010. Fue publicado conjuntamente por la Editorial Quirón, la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Metropolitana. Actualmente una segunda edición está en prensa en México.
Entre ambas maestría, Corina completó su doctorado en Historia en la Universidad Católica Andrés Bello en 1999 con la tesis doctoral “Legitimidad y Ruptura del Hilo Constitucional. Estudio del movimiento insurgente del 18 de octubre de 1945 en Venezuela”, publicado posteriormente por la Universidad Católica Andrés Bello y la Academia Nacional de la Historia. Esa investigación reforzó en Corina lo que ya había aprendido de niña: el valor de la democracia, su fuerza intrínseca, pero también lo delicado de su mantenimiento y continuidad.
Corina desarrolló su carrera académica en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue profesora de distintas materias de pre y postgrado en el área de Filosofía y Humanidades. Entre 1981 y 1992 se desempeñó como coordinadora académica de la Escuela de Filosofía, cuya dirección ejerció desde ese año hasta 1998. Desde 1997 hasta 2015 dirigió la Maestría en Filosofía y también Cuadernos UCAB, revista universitaria de investigación, entre 2004 y 2015. Desde 2007 hasta 2011 coordinó el área de Humanidades y Educación de la Dirección de Postgrado. Como es posible advertir su vida universitaria se repartió entre la docencia, la investigación y cargos académico-administrativos.
Fuera de la UCAB también dictó diversas materias, especialmente en la Universidad Simón Bolívar, en la Universidad Nacional Abierta, en la Universidad Central de Venezuela, en la Universidad José María Vargas, en la Universidad Metropolitana y en el Seminario Arquidiocesano Santa Rosa de Lima.
Ha sido secretaria general de la Sociedad Venezolana de Filosofía (1997-2000) y su presidenta durante cuatro quinquenios desde 2000. Además, preside la Sociedad Venezolana de Lógica desde 2006 y desde 2013 se desempeña como vocal de la Sociedad Interamericana de Filosofía. Es también miembro de la Academia Mexicana de Lógica desde 2007, miembro de la International Étienne Gilson Society desde 2012 y vicepresidenta para América del Sur de la Red Iberoamericana de Filosofía desde 2018. Corina ha obtenido un gran reconocimiento nacional e internacional en sus quehaceres académicos.
La nueva numeraria de la Academia Venezolana de la Lengua ha desarrollado como principales líneas de investigación y reflexión la lógica, la filosofía política, los estudios culturales, la argumentación y la filosofía del lenguaje, en especial sobre aspectos referidos a la política y más recientemente del Derecho. El balance académico de Corina Yoris Villasana se puede expresar en las cifras de sus publicaciones: cuatro libros, dos volúmenes editados, 27 artículos y 17 capítulos en libros, además de numerosas monografías incluidas en publicaciones periódicas. Durante varios años fue columnista del prestigioso diario El Nacional, de Caracas. Con una perspectiva humanista logró hacer una síntesis de los aportes de disciplinas hermanas, hermanas reitero en vez de compartimientos estancos, como son los estudios literarios, la lingüística, la historia y la filosofía en todas sus ramas, combinadas con el pensamiento y los guarismos matemáticos.
Hoy, profesora titular emérita, que sigue impartiendo clases y organizando cursos y talleres, muchos de ellos a distancia, Corina disfruta del bucólico paisaje de su casa en Los Altos mirandinos. Desde allí, desde esa casa de muros ora envueltos de neblina y garúas, ora resplandecientes bajo el sol, la dueña de la quinta “Cori”, además de compartir a diario con sus amigos fotos de las vistas de la montaña y de capullos, flores, hojas y tallos del jardín, de su mascota Odín, repasa los clásicos antiguos y aquellos más cercanos en el tiempo, y se pregunta incesante las razones de la existencia, del ser social y del ser individual en sus dimensiones afectiva, ética y colectiva.
Así la ecuánime comprensión de la política que tiene Corina Yoris Villasana parte, primero, de vivencias personales, recuerdos y memoria familiar; luego de sus pesquisas para su tesis doctoral sobre ese período tan complejo del golpe de estado del 18 de octubre de 1945 y de su prolongado pensamiento filosófico. De allí que la visión de Corina sobre la actualidad venezolana sea de una gran profundidad no solo meramente circunstancial o coyuntural, sino estructural basada en patrones recurrentes que ha podido aprehender de sus estudios históricos y de su reflexión teórica. No quiere decir esto que vea la historia como un fenómeno cíclico o repetitivo sino el pasado y el presente como resultado de complejos condicionantes sociales, económicos e ideológicos.
En mayo de 2020, comentando un excelente artículo suyo sobre aspectos políticos de la antigua Grecia y su proyección actual, recordamos, en relación al llamado «estado nacional», que era posible asumir los «oikos» o “unidades familiares” y la «polis» o “ciudad-estado” como categorías abstractas y aplicables a otras realidades fuera del mundo griego. De esa manera se podía aludir a niveles locales-aldeanos y regionales o incluso probablemente “nacionales”. Sin embargo, en especial para el caso de América Latina, un gran error de los “estados nacionales” y de sus proyectistas iniciales, antiguos y contemporáneos ha sido el excesivo énfasis en asumir, imaginándola, una única “polis” como “nacional”, precisamente. En otras palabras, ha sido una forma de desconocer que los países estaban y están conformados, albergaban y todavía albergan «oikos» e incluso «polis» intermedias diversas que requerían y requieren de un tratamiento plural y no unitario ni centralizado, en contraposición a las visiones de la «unicidad» nacional que han prevalecido, muchas veces como excusa y trampa ideológica. En otras palabras, muchos países latinoamericanos, para no decir todos, y muy en particular Venezuela, no son estados nacionales en el sentido de una “polis” única, sino plurinacionales. Lamento que el sentido más profundo del término haya podido ser desvirtuado por demagogos de postín. Gran parte de las crisis que vivimos en Venezuela y América Latina es, en mi opinión, una consecuencia de las cegueras de los fundadores de los «estados-nacionales» y, recientemente, de sus acríticos defensores a ultranza y de quienes haciendo gala de un pragmatismo exacerbado exageran la centralización como forma de reprimir la verdadera libertad y esencia de la descentralización y, por tanto, de la federación y el federalismo, el verdadero protagonismos de las “oikos”, segmentos diferenciados o pueblos, el país profundo, que es, a fin de cuentas, la verdadera democracia.
No es casualidad, ni mucho menos apresuramiento, que doña Corina Yoris Villasana haya dedicado su discurso de incorporación a la valoración de algunos de los predecesores del sillón letra O que desde ahora por justo merecimiento pasa a ocupar, como la primera dama en hacerlo, lo cual no es mérito menor. Se detuvo en personajes tan importantes para la vida intelectual y literaria de Venezuela, política e incluso educativa, como Eduardo Blanco, cantor de la Independencia seis décadas después de haberse consumado; Laureano Vallenilla Lanz, un positivista con pasión de sociólogo y filósofo social que trataba de justificar la autocracia y el autoritarismo como vías para mantener la paz en un país plagado de caudillismos y revueltas (otra vez el “oikos” y la “polis” mal entendidos) y Rómulo Gallegos, el novelista que denunció mediante ficciones muy bien documentadas las penurias del pueblo venezolano (el “oikos» arrasado por la “polis”, aunque Gallegos mismo no lo entendiera del todo así) y don Ramón González Paredes, atildado trujillano, narrador, poeta y ensayista que, por años, ejerció con galanura y puntualidad la secretaría de la Academia Venezolana de la Lengua. Su sucesora ha hecho un justo y hermoso panegírico del Dr. González Paredes, cuyo recuerdo permanecerá en la memoria de la institución.
Corina Yoris en su discurso, a partir del contraste de las concepciones sobre democracia de Vallenilla Lanz y Gallegos, ha propuesto una reflexión sobre el animal político aristotélico, sobre el ser social venezolano. Al efectuarlo como lo hizo, leyó en la ficción literaria y en el ensayo político y filosófico claves para entender la sociología venezolana, como lo quiso el doctor Rafael Caldera Rodríguez, destacado numerario de esta corporación y su decano por muchos años, presidente de la República y tribuno sin sosiego.
La pasión filosófica de doña Corina la ha acercado a la historia, a la lingüística, a la literatura y a las realidades venezolanas. La recuerdo como estudiante ucabista de la carrera de Filosofía difundiendo la Revista Venezolana de Filosofía, órgano de la sociedad homónima, y entusiasmando a otros estudiantes a leerla. Conservo todavía una colección de los primeros números, con portada de color azul celeste, que doña Corina me vendió o quizá me obsequió con su gran generosidad, cuatro décadas y media, casi, atrás.
Sin duda, la lógica ha sido una de sus materias preferidas y a la que más tiempo le dedicó en sus años de docencia formal o sostenida. Resultado de ello es un libro de texto con un problemario de lógica. Esa pasión epistemológica, a la que se suman la Filosofía del Lenguaje y la lingüística misma, han quedado evidenciadas en la claridad expositiva del discurso que acabamos de escuchar. Sus méritos son sobrados para pertenecer a la Academia Venezolana de la Lengua, una corporación del buen y bello decir.-
Fragmentos del discurso de contestación en el acto solemne de incorporación de Corina Yoris Villasana, celebrado en el paraninfo del Palacio de las Academias, en Caracas, el miércoles 24 de abril de 2024.
Este artículo fue publicado en dos partes en el diario El Nacional de Caracas los días
Viernes 03/05/2024: https://www.elnacional.com/opinion/corina-yoris-villasana-en-la-academia-venezolana-de-la-lengua-recuento-de-meritos-i/
Viernes 10/05/2024: https://www.elnacional.com/opinion/corina-yoris-villasana-en-la-academia-venezolana-de-la-lengua-recuento-de-meritos-y-ii/
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
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