¿Qué son las apariciones de Fátima? ¿Cuál fue el secreto que dejó? ¿Qué fue el Milagro del Sol?
Todo lo que debes saber sobre una de las grandes apariciones marianas
El 13 de mayo la Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Señora de Fátima, una de las advocaciones marianas más universales y conocidas a pesar de que hace poco más de un siglo que se produjeron las proféticas apariciones de la Virgen a Lucía, Francisco y Jacinta, los jóvenes videntes, conocidos como los tres pastorcitos.
María se apareció por primera vez a estos niños el 13 de mayo de 1917, en un contexto histórico dramático, en plena Primera Guerra Mundial, y con el comunismo a punto de devorar definitivamente a Rusia, país del que la propia Virgen hablará a los videntes. En las apariciones hay una fuerte llamada a la conversión y a la penitencia como reparación por los pecados contra Dios, se recuerda la importancia del Inmaculado Corazón de María, y sobre todo, se insiste en la necesidad de rezar diariamente el Rosario, algo que Nuestra Señora reiteraría en numerosas ocasiones.
Fátima estuvo rodeada además de sucesos extraordinarios como el Milagro del Sol, pero también de un mensaje secreto que la Virgen transmitió a Lucía, y del que se ha hablado durante décadas. Dos de las tres partes fueron hechos públicos, pero la tercera no fue revelada por la Santa Sede hasta el año 2000.
Índice para conocer las apariciones de la Virgen en Fátima
-¿Cómo fueron las apariciones?
-¿Quiénes fueron Lucía, Francisco y Jacinta, los videntes de Fátima?
-¿Cómo fueron las apariciones?
-¿Cuál es el mensaje de la Virgen en Fátima?
-¿Qué es el secreto de Fátima?
-¿Qué fue el milagro del sol?
-¿Se apareció la Virgen de Fátima también en España?
-¿Qué Papas han visitado Fátima y qué han dicho de las apariciones?
-Oraciones a la Virgen de Fátima.
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-¿Cómo fueron las apariciones de la Virgen en Fátima?
Las apariciones de la Virgen en Fátima vinieron precedidas por el encuentro del Ángel con los tres pastorcitos. La primera aparición angélica se produjo en la primavera de 1916. Sor Lucía recogía así aquel momento: “Al llegar junto a nosotros, nos dijo: ¡No temáis! Soy el Ángel de la Paz, y arrodillándose en la tierra, bajó la frente hasta el suelo, diciéndonos: Rezad conmigo, Dios mío, yo creo y espero en Vos, os adoro y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no os adoran, no esperan en Vos, ni os aman”. Los niños aprendieron esta oración y la repitieron tres veces. Entonces el Ángel les confirmó que “los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas”. Hasta en dos ocasiones más el Ángel se apareció en los siguientes meses. En una les pidió insistentemente que rezaran y que ofrecieran sacrificios y oraciones. Y la última tuvo un marcado cariz eucarístico, pues apareció portando un cáliz y sobre él una hostia.
Fue ya el 13 de mayo de 1917 cuando se produjo la primera de las seis apariciones de la Virgen. Fue en Cova da Iría. Aquí María les lanzó una pregunta a Lucía, Francisco y Jacinta: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros como reparación de los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?”. Ellos respondieron que sí, a lo que la Virgen les dijo: “Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios os fortalecerá”. Además les hizo otra petición importante: “Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz el mundo y el fin de la guerra”.
La segunda aparición se produjo el 13 de junio de ese mismo año. Entre otros mensajes la Virgen dijo que Jesús quería “establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”. Y añadió: “A quien la abrazare le prometo la salvación y será querida su alma por Dios como flor puesta para mí para adornar su Trono”. Y por último le dijo: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”.
La tercera de las apariciones fue el 13 de julio de 1917. Aquel día se congregaron ya más de 4.000 personas. Además de insistir en que rezaran el Rosario, pidió a los pastorcitos: “Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, especialmente cuando hagáis un sacrificio, ¡Oh Jesús!, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.
Además, aquel día la Virgen dio un mensaje secreto a Lucía, que dividido en tres partes fue hecho público en dos fases. Una en los años 40 y la tercera parte en el año 2000. (Más abajo se profundizará en el secreto de Fátima).
La cuarta aparición se produjo ya el 19 de agosto. La fecha del día cambia, puesto que los niños no pudieron acudir a Cova da Iría puesto que los encerraron en un calabozo junto con otros presos en una localidad cercana a Fátima, donde fueron interrogados e intentaron sobornarles para que revelaran los secretos. Fue entonces el 19 de ese mes cuando la Virgen se les apareció y la Virgen, con rostro triste, les dijo: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas”.
El 13 de septiembre, fecha de la quinta aparición, había ya más de 30.000 personas presentes en las inmediaciones de Cova da Iría. En esta aparición volvió a insistir: “Continuad rezando el Rosario para alcanzar el fin de la guerra” y les informó de que “Dios está contento con vuestros sacrificios”.
Justo un mes después, el 13 de octubre, se produjo la sexta y última aparición, en la que además se produjo un hecho tan extraordinario que abrió los ojos a ateos y escépticos. Más de 70.000 personas se congregaron en lo que fue el “Milagro del Sol”. En la anterior aparición la Virgen ya avanzaba que “en octubre haré un milagro para que todos crean”. En este milagro el sol giró tres veces sobre sí mismo lanzando fajas de luz de variados colores en todas las direccione, pareciendo que se iba a desprender del cielo y caer sobre los presentes. 10 minutos después el sol recuperó su estado normal. Ese mismo día, la Virgen se presentó como la “Señora del Rosario”, volvió a animar a su rezo e insistió en que en aquel lugar le construyeran una capilla.
José Manuel Díez Quintanilla, presidente de Radio María España, detalla las apariciones de Fátima en un programa de Creo TV.
-¿Quiénes fueron Lucía, Francisco y Jacinta, los videntes de Fátima?
Los tres videntes de Fátima, conocidos popularmente como los tres pastorcitos, fueron Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto. Los tres eran niños, y provenían de familias campesinas pobres y católicas. Ninguno de los tres sabía leer o escribir. Todos vieron a la Virgen durante las apariciones, pero sólo Lucía pudo hablar con ella. Jacinta sólo escuchaba las conversaciones entre su prima y Nuestra Señora, mientras que Francisco tan sólo oía a Lucía.
De este modo, Lucía era la mayor de los tres y la que más protagonismo tuvo en las apariciones. Tenía 10 años cuando comenzaron y falleció en 2005 cuando tenía 97 años, cumpliendo el encargo que le había dado la Virgen de hacer “conocer y amar” a la Virgen.
Actualmente en proceso de beatificación, Lucía dos Santos siguió viviendo en Fátima hasta cuatro años después de las apariciones, momento en el que el obispo de Leiria le sugirió que se trasladara a Oporto a un colegio de las Hermanas Doroteas para así protegerla del creciente número de peregrinos que llegaban al lugar. En 1925 decidió ingresar en la vida religiosa en esta misma congregación. Hizo el noviciado en Pontevedra (España) y más tarde se trasladó para seguir su formación a Tuy, localidad gallega muy cercana a la frontera con Portugal. Ya en 1946 regresó a Portugal para después entrar en el Carmelo de Coímbra. Pudo volver a Fátima para encontrarse con los Papas Pablo VI y Juan Pablo II en las visitas que el primero realizó 1967, y el segundo en 1982 y el 2000.
Francisco Marto nació en 1908 y tenía 9 años en el momento de las apariciones. En una de las apariciones la Virgen dijo sobre él que tenía que rezar muchos rosarios para ir al cielo. Tras ellas, este pastorcito se convirtió en un alma contemplativa volcada en la oración y en la reparación. En 1918 enfermó gravemente de neumonía y el día antes de su muerte en abril de 2019 dijo a las otras dos videntes: “Yo me voy al Paraíso, pero desde allí pediré mucho a Jesús y a la Virgen para que os lleve también pronto allá arriba”. Murió el 4 de abril de 1919, fue beatificado en el año 2000 por San Juan Pablo II y canonizado por Francisco en el 2017, en el centenario de las apariciones.
Jacinta Marto era la más pequeña de los tres pastorcitos. Tenía tan sólo siete años cuando se produjo el encuentro con la Virgen. Aterrada por una de las visiones del infierno que les enseñó Nuestra Señora, desde entonces su único afán era salvar tantas almas como pudiese. Enfermó con su hermano de neumonía y además le surgió una dolorosa llaga en el pecho. Padeció grandes dolores y en una confesión a su prima Lucía le dijo: “Sufro mucho, pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María”. Murió el 20 de febrero de 1920 a los 10 años de edad. Fue beatificada y canonizada junto a su hermano Francisco, y la fiesta de ambos es precisamente el 20 de febrero, fecha de su muerte.
De izquierda a derecha, Lucía, Francisco y Jacinta, los tres pastorcitos, videntes de Fátima
-¿Cuál es el mensaje de la Virgen en Fátima?
En las apariciones de Fátima hay varios mensajes importantes y en los que la Virgen insistió: el rezo diario del Rosario, la llamada a la conversión, el ofrecimiento para la reparación de los pecados y la importancia del Inmaculado Corazón de María.
En primer lugar, hubo un aspecto que la Virgen reiteró una y otra vez: urgió a los creyentes a rezar el Rosario, y además todos los días. De hecho, en Cova da Iría se presenta como la “Señora del Rosario”.
En su encuentro con los pastorcitos, Nuestra Señora pedía insistentemente el rezo del Rosario “para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra”, pero también para interceder por “todas las almas, especialmente las más necesitadas”.
Otro de los elementos importantes de las apariciones en Fátima es el Corazón Inmaculado de María que la propia Virgen mostró a los tres videntes. “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”, dijo. En otra ocasión pronunció otra de las frases más conocidas de estas apariciones: “Mi Corazón Inmaculado triunfará”.
Del mismo modo, otro eje central de estas apariciones es la importante llamada a la conversión y a la penitencia, así como a la reparación por los pecados. En la primera aparición la Virgen preguntó a los niños si se querían ofrecer a Dios para soportar los sufrimientos que les enviase en reparación por los pecados con los que Él es ofendido. Y en otro momento les pidió: “rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que van muchas almas al infierno por no haber quién se sacrifique y pida por ellas”.
-¿Qué es el secreto de Fátima?
Uno de los aspectos más llamativos de estas apariciones es el conocido como “secreto de Fátima”. Hay que remontarse a la tercera de las apariciones, donde Lucía recibió un mensaje secreto que estaba dividido en tres partes. Las dos primeras partes fueron reveladas en una carta de la vidente al obispo de Leiria en 1941. La tercera, con la que tanto se ha especulado durante décadas, fue transcrita en otra carta en 1944. La Santa Sede hizo pública esta tercera parte en el año 2000.
Estas son las tres partes del secreto de Fátima, tal y como lo relataba Sor Lucía:
Primera parte: “Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Hundidos en este fuego [estaban] los demonios y almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana, que flotaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo para todos los lados, semejantes al caer de las chispas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaba y hacía temblar de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros. Esta visión duró un momento, y gracias a nuestra buena Madre del Cielo, que antes (en la primera aparición) nos había prevenido con la promesa de llevarnos para el cielo. Si así no fuese, creo que habríamos muerto de susto y pavor”.
Segunda parte: En seguida levantamos los ojos hacia nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza: “Visteis el infierno, para donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que les da Dios de que él va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y a la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atendieran a mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
Tercera parte: «Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía. Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: ‘algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él’ a un Obispo vestido de Blanco ‘hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre’. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios».
Para más información sobre el secreto de Fátima pinche aquí.
-¿Qué fue el milagro del sol?
El 13 de octubre de 1917, en Fátima, en Cova da Iria (Portugal), tuvo lugar el fenómeno que se recuerda como la “Danza del Sol” o el “Milagro del Sol Danzante”. Que algo asombroso sucedió ante una multitud lo recogen los periódicos portugueses de la época, especialmente el gran diario portugués O Século, que era militantemente anticlerical. La Virgen ya había anunciado en las apariciones anteriores que en octubre haría un gran milagro para que todos creyeran en las apariciones.
El periodista que relató los acontecimientos fue Avelino de Almeida, laicista, nada católico, que en todos sus artículos previos se burlaba de la religiosidad de Fátima. Se presentó en el prado porque según los videntes la Virgen de Fátima había anunciado “una señal”. Explica que allí se congregaron unas 70.000 personas. Y describe: “Ante los ojos asombrados de la multitud, cuyo aspecto era bíblico, de pie, cabezas sin sombreros, mirando con atención el cielo, el sol tembló, hizo increíbles movimientos repentinos fuera de cualquier ley cósmica, el sol ´bailó´ según la expresión de la gente”.
¿Se apareció la Virgen de Fátima también en España?
Las apariciones de Fátima tienen una relación directa con España gracias a sor Lucía, una de las videntes, que cuando se encontraba como novicia en Pontevedra y Tuy tuvo nuevas apariciones con mensajes realmente importantes.
En el convento de Pontevedra se le aparecieron la Virgen y el Niño Jesús para pedirle que extendiera la devoción de los cinco primeros sábados de mes en reparación al Inmaculado Corazón de María. En Tuy, por su parte, la Virgen se le volvió a aparecer pero con el Corazón Inmaculado entre sus manos para recordar a la vidente la importancia de esta devoción de los cinco primeros sábados de mes. Puede conocer más sobre las apariciones a Sor Lucía en España aquí.
-¿Qué Papas han visitado Fátima y qué han dicho de las apariciones?
Las apariciones de Fátima tienen una clara vinculación con el Papado, y son varios los Pontífices que han acudido a Cova da Iría a encontrarse con la Madre de Dios. El primero en rezar en el lugar de las apariciones fue San Pablo VI, que acudió a Fátima en 1967 en un complicado momento histórico, con el mundo envuelto en plena Guerra Fría. Desde allí, lanzó este mensaje: “Hombres […] procuren ser dignos del don divino de la paz […] No piensen en proyectos de destrucción y de muerte, de revolución […] piensen en proyectos de común consolación y de solidaria colaboración. Hombres, piensen en la gravedad y en la grandeza de esta hora, que puede ser decisiva para la historia de la presente y de las futuras generaciones”.
Hasta en tres ocasiones acudió allí San Juan Pablo II, el Papa más vinculado a este santuario, pues precisamente el 13 de mayo de 1981, en la fiesta de la Virgen de Fátima, fue víctima de un atentado que casi le costó la vida. Justo un año después, el 13 de mayo de 1982 visitó por primera vez el lugar, y quiso que la bala que lo había herido en el atentado del 13 de mayo de 1981 fuera colocada en la corona de la Virgen. Siempre dijo que fue María la que desvió la bala que debía haber impactado contra su corazón. En 1991 y también en el 2000, año del gran Jubileo, visitó San Juan Pablo II Fátima.
Sobre la Virgen y el atentado, dijo este Papa durante una audiencia general: “Me he hecho deudor de la Santísima Virgen y de todos los santos patronos. ¿Podría olvidar que el evento en la Plaza de San Pedro tuvo lugar el día y a la hora en que, hace más de 60 años, se recuerda en Fátima, Portugal, la primera aparición de la Madre de Cristo a los pobres niños campesinos? Porque, en todo lo que me ha sucedido precisamente ese día, he notado la extraordinaria materna protección y solicitud, que se ha manifestado más fuerte que el proyectil mortífero”.
Posteriormente, Benedicto XVI también quiso ir a Fátima. Lo hizo en 2010 y lanzó este mensaje: “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada. Aquí resurge aquel plan de Dios que interpela a la humanidad desde sus inicios: “¿Dónde está Abel, tu hermano? […] La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra” (Gn 4,9). El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror, que no logra interrumpirla… En la Sagrada Escritura se muestra a menudo que Dios se pone a buscar a los justos para salvar la ciudad de los hombres y lo mismo hace aquí, en Fátima, cuando Nuestra Señora pregunta: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, como acto de reparación por los pecados por los cuales Él es ofendido, y como súplica por la conversión de los pecadores?”.
Francisco ha sido el último Papa en peregrinar a Cova da Iría. Fue en 2017 para conmemorar el centenario de las apariciones. En su homilía en la gran explanada aseguró: «Queridos Peregrinos, ¡tenemos una Madre, tenemos una Madre! Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús, porque, como hemos escuchado en la segunda lectura, ‘los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo’ (Rm 5,17). Cuando Jesús subió al cielo, llevó junto al Padre celeste a la humanidad ―nuestra humanidad― que había asumido en el seno de la Virgen Madre, y que nunca dejará. Como un ancla, fijemos nuestra esperanza en esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre (cf. Ef 2,6). Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida. Una esperanza que nos sostenga siempre, hasta el último suspiro. Con esta esperanza, nos hemos reunido aquí para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en estos cien años, y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen, desde este Portugal rico en esperanza, ha extendido hasta los cuatro ángulos de la tierra. Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a san Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a ‘Jesús oculto’ en el Sagrario”.
-Oraciones a la Virgen de Fátima.
Oh Virgen Santísima, Vos os aparecisteis repetidas veces a los niños; yo también quisiera veros, oír vuestra voz y deciros: Madre mía, llevadme al Cielo. Confiando en vuestro amor, os pido me alcancéis de vuestro Hijo Jesús una fe viva, inteligencia para conocerle y amarle, paciencia y gracia para servirle a Él a mis hermanos, y un día poder unirnos con Vos allí en el Cielo.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Madre mía también os pido por mis padres, para que vivan unidos en el amor; por mis hermanos, familiares y amigos, para que viviendo unidos en familia un día podamos gozar con Vos en la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Os pido de un modo especial por la conversión de los pecadores y la paz del mundo; por los niños, para que nunca les falten los auxilios divinos y lo necesario para sus cuerpos, y un día conseguir la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria
Oh Madre mía, sé que escucharás, y me conseguirás estas y cuantas gracias te pida, pues las pido por el amor que tienes de tu Hijo Jesús. Amén.
¡Madre mía, aquí tienes a tu hijo, sé tu mi Madre!
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Oraciones enseñadas por la Virgen a los pastorcitos
-¡Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!
-¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas especialmente a las más necesitadas!
Oraciones enseñadas por el Ángel a los pastorcitos
-¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman!
-Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.-