Lecturas recomendadas

Amar a los enemigos

 A veces me pregunto sobre la autoconciencia de los que gobiernan mal

Javier Duplá sj.:

Es la mayor exigencia del amor cristiano, casi imposible de cumplir. A la mujer que le han matado un hijo pequeño no se le puede exigir que ame a los asesinos. Al que seduce a un menor y le lleva por senderos de prostitución no se le puede amar, tal vez sí perdonar, porque ha arruinado una vida humana. Al ladrón que roba de las arcas públicas los recursos con los que podrían atender a enfermos en hospitales no se le puede amar.

San Pablo habla del amor en un famoso párrafo de su primera carta a los Corintios: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Cor. 13,4-7)”.

Como dice muy bien el Papa: «Este amor, por Cristo, nos empuja donde humanamente no llegaríamos: es amor por los pobres, por lo que no es amable, por los que no nos quieren y no nos agradecen. Es amor por lo que nadie amaría. Incluso por el enemigo. Esto es «teológico», esto viene de Dios, esto es obra del Espíritu Santo en nosotros».

Sergio E. Valdez Sauad: AMOR A LOS ENEMIGOS Mateo 5,43-48.

ES POSIBLE AMAR A LOS ENEMIGOS? – Espíritu y Vida: Teología y  espiritualidad franciscana

Jesucristo cumplió el mandato de amar a los enemigos. Estando clavado en la cruz, pidió perdón por los que le habían hecho tanto daño. Y muchos mártires han hecho lo mismo en la historia de la Iglesia, comenzando por san Esteban. Ahora, nosotros, ¿rogamos por tanto daño que causan muchos de los que gobiernan los países, que los empujan a la guerra, al hambre, a la emigración, a los abusos de todo tipo? No es fácil hacerlo al ver tanta desolación y ruina. En la historia humana los niños aprenden a venerar figuras que han causado mucho daño, que se les presentan como grandes héroes: Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, etc. La ambición humana de poder no hay que exaltarla, sino verla con horror cuando causa tantas víctimas inocentes.

A veces me pregunto sobre la autoconciencia de los que gobiernan mal. ¿Se sienten íntimamente mal, se dicen a sí mismos que están haciendo mucho daño? ¿O están tan absorbidos internamente por la adoración al poder que no les importa el inmenso daño que hacen a otros? Jesús tenía poder, claro que sí, pero lo usaba siempre para hacer el bien, para curar, para ilustrar sobre cómo usarlo, para dar vida en abundancia. Tenemos que seguir su ejemplo, sea en la familia, en la empresa o en las instituciones públicas. Y para lograr el cambio de mentalidad de los que gobiernan hay que pedírselo al Señor una y otra vez: que les cambie la mente y el corazón, que sepan que muchos están rogando para que así se transformen en gestores del bien común. Es lo mejor que les podemos desear: que se transformen de lobos en ovejas, de criminales en santos, de increyentes en seguidores cercanos de Jesucristo.-

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