El objetivo de ser libres
Elías Farache:
El pueblo de Israel, que de setenta almas al bajar el patriarca Jacob a Egipto como una familia, se convirtió en eso, en un pueblo, fue esclavizado por el Faraón de Egipto. La esclavización supone, en una primera lectura, el sometimiento a un arduo trabajo físico, agotador y humillante. Pero significa también un sometimiento cultural y espiritual. El imperio de la época, poderoso y arrogante, impone una manera de actuar y de pensar, de conducirse y asimilarse. No en vano se dice que el pueblo de Israel se encontraba en el nivel cuarenta y nueve de impureza, y de llegar al siguiente, la redención no hubiera sido posible. Esto nos quiere decir que, de llegar al siguiente nivel, la identidad nacional se hubiera perdido. Interesante, pues es el mecanismo mediante el cual los imperios se tragan a poblaciones enteras: llevándolos a un nivel de asimilación y desconfiguración de la identidad propia.
Los israelitas se salvaron en el último momento. El sufrimiento físico los hizo quejarse, la necesidad de salvación comprendía todos los ámbitos de su estructura nacional recién establecida. La libertad era una necesidad imperante, el cumplimiento de salvación Divina, un reclamo a lugar. Los patriarcas habían recibido la promesa de una descendencia querida, respetada y con derechos nacionales. La libertad y la salida del Egipto del momento eran obligantes.
Moisés, el legislador del pueblo de Israel y el profeta mayor, logró liberar a los israelitas, vencer al Faraón y lo que esto significaba. Una demostración de la intervención de Di-s en la historia, una contraposición evidente de las maneras como se ve la vida desde la óptica de Israel y la de cualquier otra cultura, nación, civilización o religión.
Los israelitas en libertad no habían cumplido su objetivo. Ser libres, despojados del yugo del Faraón y todo lo que esto significaba, era solo un medio para avanzar a ser el pueblo de Di-s en un sentido de responsabilidad moral, de elevación espiritual y de vivencia sometida a la ética. Las doce tribus que conformaban el pueblo de Israel tenían una misión que requería, para poder ejecutarla, de libertad.
En Pesaj, la fiesta que celebra la salida de Egipto, se hace énfasis en la libertad, sacudirse las cadenas de la esclavitud. Salir del Egipto en todas sus dimensiones. De allí en adelante, se debe apuntar a algo más. Ciertamente, Moisés conduce a su pueblo al Monte de Sinaí, donde se recibe la Ley Escrita, cuya expresión más universalista se constituye en los Diez Mandamientos.
De Pesaj a la fecha en la cual se recibe la Ley en el monte Sinaí, transcurren siete semanas, cincuenta días. El día cincuenta, llamado Pentecostés en castellano, Shavuot en Hebreo (semanas), es un día festivo y de solemnidad religiosa. Se cuentan los días y las semanas desde Pesaj a Shavuot, en demostración fehaciente de la necesidad de elevarse como nación, de hacer evidente que la libertad no es la meta, es una herramienta para acceder a la Ley, la superación espiritual basada en acciones y conductas correctas y éticas.
Las siete semanas que transcurren entre Pesaj y Shavuot llevan a los israelitas a despojarse en algo del evento milagroso de la intervención directa de la Divinidad, con diez plagas y la partición del Mar Rojo, y sumirse en una vida más cónsona con la realidad terrenal, pero bajo las regulaciones de una ley ética y justa, que permite a todos vivir de acuerdo con las premisas necesarias de convivencia, y también de respeto y reconocimiento de la Divinidad.
El objetivo de ser libres, de tener independencia territorial, no es acceder a una situación libertina de gozo, de falta de responsabilidades entre todos. El objetivo de la libertad es lograr ser auténticos, con una visión clara de obrar bien, para conseguir una mejor sociedad donde la convivencia sea la norma. Someterse al yugo de la libertad es más duro que estar sometido al yugo de la esclavitud, pues en este último, la persona y la nación se liberan de su responsabilidad. Se pierde el libre albedrío y se avanza la deshumanización.
La libertad es una bendición y una responsabilidad. La de actuar correctamente, no confundirla con libertinaje. Una condición necesaria para el florecimiento nacional y el desarrollo en todos los aspectos del bien común. El objetivo de ser libres no es ganar libertad, es tener la libertad absoluta para hacer el bien y trabajar por el bien, asumir la responsabilidad en la cual lo bueno y lo malo depende de nuestra conducta.
El objetivo de ser libres es acceder a una bendición, con una responsabilidad que resulta en un yugo de otra índole. Satisfactorio y edificante, yugo al fin.-
Elías Farache S.
19 de mayo de 2024
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