La situación en Cuba es sumamente grave. No solo han solicitado ayuda alimentaria a las Naciones Unidas, sino que el precario sistema eléctrico está al borde del colapso.
Díaz-Canel viajó a Moscú en busca del apoyo de Putin, pero regresó a La Habana con las manos vacías. Por su parte, López Obrador, ocupado en apoyar a su candidata en la elección presidencial, ya ha indicado que considera suficiente el pago por los 1000 médicos cubanos. Por alguna razón, los chinos no han mostrado interés en invertir en Cuba, y Maduro hace tiempo que no suministra los recursos financieros que Cuba necesita.
Ante esta circunstancia, no sería sorprendente que el gobierno cubano se vuelque hacia el único que puede sacarlos del atolladero: el vilipendiado imperio. Ya hay precedentes de negociaciones secretas al final del gobierno de Fidel con Obama. Hoy, las conversaciones serían diferentes, al igual que las exigencias que los estadounidenses pondrían sobre la mesa. Sean cuales sean estas condiciones, seguramente no serán del agrado de Maduro. Sin embargo, los cubanos siempre piensan en cómo sobrevivir, y eso trasciende los supuestos lazos de amistad.
Esta es una variable de la que poco se habla, pero que podría tener una incidencia significativa en lo que ocurra este año en Venezuela.-