Opinión

El origen del poder

 

Gloria Cuenca:

Mao Tse Tung, de manera enfática y segura, afirmó: “El poder nace del fusil”. Su frase, lógica, para un revolucionario que creyó y amó la violencia, “la guerra prolongada”. Se asentó con poder absoluto, ejercido, después de “La larga Marcha”, (guerra de guerrillas) sobre la base de la decadente, anacrónica y fracasada, ideología comunista, para someter a sus semejantes. Desde esa perspectiva, resulta fácil aseverar semejante cuestión: así pretende “legitimar” la violencia que ejerció sobre el pueblo chino. Todo era válido para la conquista del poder. Posteriormente, se trataba de mantenerse en el poder. No olvidar que, sus actos lograron la matanza más grande en la historia de la humanidad. Se calculan entre 90 y 100 millones de muertos. Fue la consecuencia de sus acciones disparatadas: el Gran Salto Adelante, la creación de las comunas y lo peor, la espantosa Revolución Cultural. Esto ocurrió entre, terribles y sanguinarios momentos. Sí, ¿El poder nace del fusil? ¿Qué se debe hacer para acceder al poder? Según el maoísmo, violencia por la vía de la “guerra de guerrillas”. No es cuestión sencilla analizar el tema. La historia está llena de líderes y conductores que se apoyaron en la fuerza, en la violencia, para obtener la victoria. La democracia, maravillosa, “no perfecta, sino perfectible” (Luis Herrera, dixit) hace que, durante los últimos 3 siglos, los países civilizados, lograran con debates, discusiones, elecciones, conversaciones y negociaciones, aún en situaciones contradictorias lleguen a acuerdos y toman el poder. No es global. Ojalá lo fuera, que en toda la humanidad se logre detener la violencia, vía acuerdos y negociaciones.  Países, supuestamente, civilizados, utilizaron la violencia y la guerra para imponerse. Interesante, hoy día, nadie ve la guerra con buenos ojos. Menos al terrorismo salvaje, agresivo y absolutamente aleatorio: en contra de deportistas- corredores, participantes en un concierto, aviones llenos de gente sin ninguna   conexión con lo que pasa. Mientras, los totalitarios se aprovechan de las democracias para acceder al poder, por la vía electoral. Al recordar la historia, observamos:  hubo un líder. Solo uno, impulsó con la fuerza del amor, la obtención del poder: Jesús de Nazaret. No obstante, “su Reino, no es de este mundo”.

Tampoco M. Ghandi quiso guerras. Lo contrario, auspició y ejerció la no violencia. Sin embargo, solo Jesús Cristo habló siempre, en nombre del amor y del perdón.

Transcurridos 20 siglos y 24 años, de su venida a este planeta, podemos darnos cuenta de cual doctrina sigue vigente y tiene millones de seguidores. Mientras el marxismo-leninismo-maoísmo, cada minuto, de cada día, pierde seguidores. Se dan cuenta: con violencia, represión, hambre y miseria no se puede sobrevivir; al tomar consciencia de lo que implica la revolución, ya no la quieren más. El socialismo del Siglo XXI, fue el nombre inventado para ocultar el comunismo. Por la fama que despierta terror entre los humanos. Tienen que ocultar quienes son y decir, “que no son, lo que son”. Al descubrirlos, al saber como piensan, de manera acelerada, pierden seguidores y adeptos. Resentidos, acomplejados, maltratados por la vida cotidiana, siguen aferrados a la utopía cerrada y quieren que los demás mortales paguemos, por la suerte estrellada, que los condujo a esa situación miserable en la que se sienten. Roban, para “tener” y así “ser”. Falsa ilusión. No importa, cuantos millones en dólares logren acumular, en determinado momento. Sin embargo, no logran la ansiada plenitud del ser.  Frustraciones, angustias, y resentimientos los obsesionan; en lugar de buscar ayuda terapéutica, deciden “cambiar el mundo de afuera”, convencidos de que, con eso resolverán sus problemas del “micro cosmos,” es decir, su ser interior. Dicho muchas veces: todos tienen historias que producen nuestra piedad; si no fuera que esto, ocasiona rabia al saberse sufriendo, pasando trabajo, por culpa de un padre y/o una madre, quienes no supieron encauzar al hijo, después de cometer muchos errores.

Llego a la conclusión: “malqueridos” todos. Maltratados en su infancia, deciden cobrar los maltratos, haciendo horrores a la población. Muchas veces, la mayoría, el odio es contra los “ricos”. No se detienen y, se llevan por delante, también, a sus compañeros de “clase”; si no les rinden la pleitesía, a la que se sienten merecedores. Son terribles. Se vuelven torturadores, agresores, violadores de todos los derechos humanos. No hay duda, en el fondo, son “pobres seres” que, no logran alcanzar una verdadera entidad humana, desde el ser. Ni siquiera, la más elemental. Más allá:  banalizan el mal”, (expresión de la gran Hannah Arendt); a menudo no sienten. Nunca están satisfechos, son insaciables: siempre en busca de lo que les producirá la verdadera satisfacción y plenitud, que creen lograr por momento, con placeres, dinero y poder. Sin embargo, una vez que se acaba ese momento, vuelve el vacío existencial a dominarlos y nada: ni placeres, ni dinero, ni torturas a los demás, ni su eliminación, les produce esa sensación fundamental de la vida en la que, como humano, estás en el ser. Es cuando respiras, normalmente, el solo aire te pone en contacto con tu grandiosa experiencia vital. Mientras aquellos llenos de joyas, halagos, dinero robado, drogas y demás no logran jamás la extraordinaria y maravillosa sensación: “Yo Soy”.  ¡Pobres seres! ¡Cuánto daño hacen!¡Qué infelices son! ¡Así será hasta el final! No olvidarlo: “el verdadero poder se origina en el amor”..

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