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Obispos de frontera se unen para dar respuesta pastoral al drama de los migrantes en América del Sur

La ciudad de Tacna (Perú) fue sede del IX Encuentro de Obispos de Triple Frontera, que se llevó a cabo del 18 al 21 de junio y reunió a agentes de pastoral del país anfitrión, así como de Bolivia y de Chile.

Del encuentro participaron Mons. Lizardo Estrada Herrera, Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y Obispo Auxiliar de Cusco (Perú); Mons. Marco Antonio Cortez Lara, Obispo de Tacna y Moquegua; Mons. Jaime Villarroel, Presidente de la Comisión Episcopal de Movilidad Humana (Venezuela); Mons. Ignacio Ducasse Medina, Arzobispo de Antofagasta (Chile); Mons. Moisés Atisha Contreras, Obispo de San Marcos de Arica (Chile); Mons. Tomás Carrasco Cortez, Obispo de Calama (Chile); Mons. Cristóbal Bialasik, Obispo de Oruro (Bolivia); Mons. Juan Carlos Asqui Pilco, Obispo Auxiliar de Tacna y Moquegua (Perú); y Mons. Jorge Carrión Pavlich, Obispo de Puno (Perú).

Junto a laicos, religiosos y sacerdotes, los obispos compartieron estas jornadas de diálogo y reflexión sobre la realidad de los migrantes que llegan a sus países, tanto en tránsito como para establecerse en búsqueda de una mejor situación.

Con ocasión de este encuentro, el Papa Francisco envió un mensaje en el que agradeció a los obispos y agentes de pastoral que se preocupan por los migrantes, al tiempo que alentó a que “no dejen de descubrir y enjugar en cada uno de ellos el rostro de Cristo sufriente, cada vez que se ven forzados a abandonar su tierra al no encontrar otra salida, enfrentándose a múltiples riesgos y tribulaciones de un camino duro y no siempre completado”.

“Gracias por comprometerse con ellos en su lucha por una sociedad que les haga justicia y les respete su dignidad”, concluyó el Santo Padre.

En diálogo con EWTN Noticias, Mons. Marco Antonio Cortez, Obispo de Tacna y Moquegua, afirmó que el propósito del encuentro fue “reflexionar sobre la realidad migratoria actual de estos tres países hermanos, y compartir, como lo hemos venido haciendo a lo largo de estos 20 años, la buena práctica de acción pastoral, que promueva, defienda y mantenga la dignidad de las personas en situación de movilidad humana, para reafirmar el compromiso entre Iglesias hermanas”.

El prelado señaló que la actualidad en materia de migraciones en los tres países que comparten frontera está marcada por los hermanos migrantes y refugiados de Venezuela. “Sabemos bien que al ser, tanto Bolivia como Perú, puertas de tránsito obligadas —en este caso para Chile— se ha ido dando este fenómeno, urgido por la necesidad de una búsqueda de un bienestar mejor”, indicó.

“Hemos visto grupos, tanto de años atrás de República Dominicana, Colombia, Haití, Ecuador, hasta de países africanos, que querían pasar. Y ahora quienes marcan la pauta son los peregrinos migrantes venezolanos” que en Perú suman un millón y medio, explicó.

Ante el drama de los migrantes, Mons. Cortez destacó la presencia de la Iglesia “como madre y maestra”, que “está presente donde sus hijos la necesitan”, a través de las instituciones, de las congregaciones, de las jurisdicciones eclesiásticas, “atendiendo, acogiendo, acompañando, enjugando lágrimas”.

“La Iglesia no es indiferente a esta realidad, se torna madre compasiva”, sostuvo, invitando a promover una cultura en la que “cada persona es mi hermano, no es mi enemigo, sino que es una persona que se puede insertar en la realidad en la que yo vivo”.

Finalmente, advirtió que no todo el que ha emigrado “es un criminal”, y aunque existen problemas serios en los países de acogida porque “no todos son santos”, consideró que “ahí está el desafío, está el reto que debemos tratar” y en ese sentido, “el diálogo es fundamental”, afirmó.

Luego de la procesión y Misa de cierre, que se celebró en la noche del jueves, fue leída una declaración de los obispos de frontera de Perú, Bolivia y Chile, titulada Y, ¿quién es mi prójimo?.

Allí, consideran “sumamente importante involucrar a toda la Iglesia en un proceso de conciencia de la migración forzada, metiéndose en la piel del migrante y refugiado» y reiteran el apoyo asumido por la Iglesia Católica  hace 20 años en el campo de la movilidad humana.

Asimismo, agradecen a Dios “por la dedicación de colaboradores y voluntarios que actúan en tantas iniciativas para el bien de las personas migrantes y refugiados”.

“Nuestro horizonte es generar la cultura del encuentro en ‘las casas de acogida y centros de atención en las tres fronteras’”, sostienen.

El próximo Encuentro de Obispos de Triple Frontera será en 2026, en Bolivia.-

Julieta Villar

Julieta Villar/Aciprensa

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