El Mundo

La Compañía de Jesús y el Corazón de Cristo

El carisma de la Compañía de Jesús no es para ella misma sino para colaborar en la misión redentora, reconciliadora, de Jesús en la historia

(Resumen de la homilía del Padre General Arturo Sosa. Junio 2024)

La Compañía de Jesús no puede existir si su corazón no está en sintonía con el corazón de Jesús.
Somos un grupo humano «con corazón», es decir, sensible, capaz de ser movido y agitado por
diferentes vientos. Somos un cuerpo llamado a discernir los sentimientos que nos habitan y seguir
al Espíritu Santo, que nos mueve a través de ellos. Poner y mantener el corazón de la Compañía
en sintonía con el Corazón de Jesús es la prioridad que fundamenta y alimenta nuestra vida-
misión.

[…] A través del corazón de Jesús se nos revela el verdadero y único rostro de Dios. El Dios amor
que es todo ternura, y como lo experimentamos en su infinita misericordia para con los seres
humanos. El corazón de Jesús es un corazón atravesado por la lanza del soldado, instrumento de
los poderes terrenales que han pretendido, y siguen pretendiendo, distorsionar el rostro amoroso,
tierno y misericordioso del Dios creador de toda vida. […]

Renovar la consagración del cuerpo de la Compañía al corazón de Jesús significa ponernos de
rodillas ante el Padre. […] Es abrir el corazón de este cuerpo universal de la Compañía para que
Dios Padre nos conceda que su Espíritu nos fortalezca interiormente y así Cristo habite, por la fe.
en nuestros corazones y en el corazón de la Compañía.

Allí encontramos la fuente de nuestro carisma por el cual podemos ser arraigados y cimentados
en el amor. Más aún, podremos comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud,
la altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo
conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios. […]

El carisma de la Compañía de Jesús no es para ella misma sino para colaborar en la misión
redentora, reconciliadora, de Jesús en la historia. Es un carisma para contribuir al cuerpo de Cristo
que es la Iglesia llamada a predicar la Buena Noticia a toda la humanidad. San Pablo lo expresa
con gran simplicidad y profundidad: «A mi, el más insignificante de todos los fieles, se me ha
dado la gracia de anunciar a los paganos la incalculable riqueza que hay en Cristo, y dar a conocer
a todos cómo va cumpliéndose este designio de salvación, oculto desde el principio de los siglos
en Dios, creador de todo.»

El cuerpo universal de la Compañía, consagrado al corazón de Jesús, en el siglo XXI ha sido
también enviado, con otros en una misión de reconciliación y justicia. Las Preferencias
Apostólicas Universales orientan el modo concreto como hemos sido enviados por el Papa
Francisco a vivir y realizar esta misión en este momento de la historia humana. Esta semana hemos
puesto delante de nuestros ojos la magnitud del desequilibrio ecológico que afecta nuestro planeta,
los inmensos riesgos que representa para la humanidad, especialmente para los pobres, y la
emergencia de atender el cuidado de la casa común, que parte de sentirlo en el corazón del cuerpo
apostólico y abrirnos a la conversión de nuestro estilo de vida-misión en todos sus niveles.

El corazón de Jesús, atravesado por la lanza, está deseoso de bañarnos con su sangre y agua. Que
la participación en esta eucaristía aumente nuestro deseo de recibir la gracia que se nos ofrece,
fortalezca nuestro arraigo en el Señor y nos mueva a la creatividad apostólica en colaboración al
cuidado de la Casa Común.-

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