El Papa

Francisco, a los católicos en Trieste: «La democracia no es una caja vacía, está ligada a los valores de la persona, la fraternidad y la ecología integral»

"Sean artesanos de la democracia y testigos contagiosos de la participación"

Zuppi. «Los católicos en Italia no quieren ser un lobby, y nunca se volverán partidistas, porque el único bando que defienden es el de la persona»

 

«La democracia no coincide simplemente con el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar»

 

«Tenemos algo que decir, pero no para defender privilegios. Debemos ser una voz que denuncia y propone en una sociedad a menudo sin voz y en la que demasiados no tienen voz»

 

«La democracia exige siempre pasar del partidismo a la participación, de la «ovación» al diálogo»

 

«Desgraciadamente, esta categoría – «el pueblo»- se malinterpreta a menudo, y «podría conducir a la eliminación de la propia palabra «democracia» («gobierno del pueblo»)»

 

«Iniciar procesos es más sabio que ocupar espacios. Este es el papel de la Iglesia: implicar en la esperanza, porque sin ella se administra el presente, pero no se construye el futuro»

 

Viaje relámpago del Papa a Trieste en mitad de sus ‘vacaciones’, para cerrar la 50 Semana Social de los católicos italianos. Francisco llegó a Trieste con algo de adelanto, y fue recibido por el cardenal Zuppi. «Los católicos en Italia no quieren ser un lobby, y nunca se volverán partidistas, porque el único bando que defienden es el de la persona», señaló en su presentación el purpurado, uno de los hombres de confianza de Bergoglio.

La democracia y su corazón fueron los ejes de trabajo de esta semana social, y así lo quiso reivindicar Francisco en su discurso a los participantes en el evento. «Sean artesanos de la democracia y testigos contagiosos de la participación», culminó el Papa, después de escuchar a los ponentes, que reinvidicaron la ‘Fratelli Tutti’ como hoja de ruta, también, para la participación política ‘en cristiano’.

Francisco, durante su discurso en Trieste

Francisco, durante su discurso en Trieste

La democracia «no goza de buena salud en el mundo actual»

Tras hacer un repaso de las «Semanas» y su ligazón con la historia de Italia, Francisco reivindicó «una Iglesia sensible a los cambios de la sociedad y empeñada en contribuir al bien común». Recordando al fundador de estos encuentros, el beato Giuseppe Toniolo, el Papa advirtió que «la democracia no goza de buena salud en el mundo actual. Esto nos interesa y preocupa, porque está en juego el bien del hombre, y nada de lo que es humano puede sernos ajeno».

Al tiempo, el Papa subrayó que «así como la crisis de la democracia es transversal a las distintas realidades y naciones, del mismo modo la actitud de responsabilidad ante las transformaciones sociales es una llamada dirigida a todos los cristianos, dondequiera que se encuentren viviendo y trabajando, en todas las partes del mundo».

Zuppi y Francisco, en Trieste

Zuppi y Francisco, en Trieste

Un corazón herido por la corrupción

Una misión que tiene como base el corazón. A partir de esa imagen, Francisco propuso dos reflexiones. «En la primera, podemos imaginar la crisis de la democracia como un corazón herido», señalando que «lo que limita la participación está ante nuestros ojos».

«Si la corrupción y la ilegalidad muestran un corazón «herido», las diversas formas de exclusión social también deben preocuparnos. Siempre que se margina a alguien, todo el cuerpo social sufre», denunció el Papa, subrayando cómo «la cultura del descarte dibuja una ciudad donde no hay lugar para los pobres, los no nacidos, los frágiles, los enfermos, los niños, las mujeres, los jóvenes», y «el poder se vuelve autorreferencial, incapaz de escuchar y servir a las personas«.

Recordando al desaparecido Aldo Moro, Francisco incidió en que «la democracia no coincide simplemente con el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar». Y la participación «no se improvisa: se aprende de niño, de joven, y hay que «entrenarla», incluso en un sentido crítico con respecto a las tentaciones ideológicas y populistas«. De ahí la necesidad de reconocer la contribución del cristianismo a las sociedades democráticas, desde los principios de solidaridad y subsidieriedad.

Discurso de Francisco en Trieste

Discurso de Francisco en Trieste

«La democracia exige siempre pasar del partidismo a la participación, de la «ovación» al diálogo«, añadió Bergoglio, quien recalcó que «mientras nuestro sistema socioeconómico siga produciendo una víctima y haya un descartado, no podrá celebrarse la fiesta de la fraternidad universal. Una sociedad humana y fraterna es capaz de trabajar para que, de manera eficaz y estable, todos estén acompañados en el camino de su vida, no sólo para cubrir sus necesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí mismos, aunque su rendimiento no sea el mejor, aunque vayan despacio, aunque su eficacia no sea grande».

La indiferencia, un cáncer para la democracia

«Todos deben sentirse parte de un proyecto comunitario; nadie debe sentirse inútil«, clamó Francisco, denunciando ciertas formas de asistencialismo, y cómo «la indiferencia es un cáncer para la democracia».

La segunda reflexión del Papa giró en torno al corazón sanado, reclamando «ejercitar la creatividad». «Si miramos a nuestro alrededor, vemos tantos signos de la acción del Espíritu Santo en la vida de las familias y de las comunidades. Incluso en los campos de la economía, la tecnología, la política, la sociedad», subrayó, recordando ejemplos de solidaridad en empresarios y trabajadores. «Pensemos en quienes han dado cabida en una empresa a personas con discapacidad; en trabajadores que han renunciado a uno de sus derechos para evitar el despido de otros; en las comunidades de energías renovables que promueven la ecología integral, haciéndose cargo también de las familias en situación de pobreza energética; en los administradores que fomentan la natalidad, el empleo, la escuela, los servicios educativos, la vivienda accesible, la movilidad para todos y la integración de los migrantes».

Pensemos en quienes han dado cabida en una empresa a personas con discapacidad; en trabajadores que han renunciado a uno de sus derechos para evitar el despido de otros; en las comunidades de energías renovables que promueven la ecología integral, haciéndose cargo también de las familias en situación de pobreza energética; en los administradores que fomentan la natalidad, el empleo, la escuela, los servicios educativos, la vivienda accesible, la movilidad para todos y la integración de los migrantes»

Y es que, añadió Bergoglio, «la fraternidad hace florecer las relaciones sociales y, por otra parte, el cuidado de los demás exige el valor de considerarse como un pueblo». «Desgraciadamente, esta categoría – «el pueblo»- se malinterpreta a menudo, y «podría conducir a la eliminación de la propia palabra «democracia» («gobierno del pueblo»)», advirtió. «Pero el término ‘pueblo’ es necesario». «Una democracia con el corazón sanado sigue cultivando sueños para el futuro, apuesta por las personas, exige la implicación personal y comunitaria». Soñar el futuro. «No tengan. miedo de ello».

«No nos dejemos engañar por las soluciones fáciles. Comprometámonos, en cambio, con el bien común. No manipulemos la palabra democracia ni la deformemos con títulos vacíos capaces de justificar cualquier acción. La democracia no es una caja vacía, sino que está ligada a los valores de la persona, la fraternidad y la ecología integral», insistió Francisco.

Francisco, y el corazón de la política

Francisco, y el corazón de la política

Como católicos, culminó, «no podemos conformarnos con una fe marginal, o privada». Esto significa «no tanto exigir ser escuchados, sino, sobre todo, tener la valentía de plantear propuestas de justicia y de paz en el debate público. Tenemos algo que decir, pero no para defender privilegios. Debemos ser una voz que denuncia y propone en una sociedad a menudo sin voz y en la que demasiados no tienen voz» recalcó.

Participación en medio del pueblo

Una forma de caridad, que «permite a la política estar a la altura de sus responsabilidades y alejarse de las polarizaciones, que empobrecen y no ayudan a comprender y afrontar los desafíos».  Así, «toda la comunidad cristiana está llamada a esta caridad política, en la distinción de ministerios y carismas. Formémonos a este amor, para hacerlo circular en un mundo falto de pasión cívica. Aprendamos más y mejor a caminar juntos como pueblo de Dios, a ser fermento de participación en medio del pueblo del que formamos parte». Así tiene que ser un político, que «tiene que tener el olfato del pueblo. Si un político no tiene el olfato del pueblo, le falta lo principal», improvisó, entre los aplausos de los participantes.

Zuppi escucha a Francisco

Zuppi escucha a Francisco

Reivindicando a Giorgio de la Pira, que ideó un sistema de puentes para el diálogo político, el Papa preguntó: «¿Por qué no relanzar, apoyar y multiplicar los esfuerzos para una formación social y política que parta de los jóvenes? ¿Por qué no compartir la riqueza de la doctrina social de la Iglesia?». Y pidió hacerlo posible: «Podemos ofrecer lugares de debate y diálogo y fomentar sinergias para el bien común. Si el proceso sinodal nos ha formado en el discernimiento comunitario, que el horizonte del Jubileo nos vea activos, peregrinos de la esperanza, por la Italia del mañana. Como discípulos del Resucitado, no dejemos nunca de alimentar la confianza, seguros de que el tiempo es superior al espacio y de que iniciar procesos es más sabio que ocupar espacios. Este es el papel de la Iglesia: implicar en la esperanza, porque sin ella se administra el presente, pero no se construye el futuro«. –

 Jesús Bastante/RD

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