Lecturas recomendadas

Desenredados, todos para uno y uno para todos

 

Bernardo Moncada Cárdenas:
«…Sin embargo, nos enteramos de que algunos de Ustedes viven ociosamente no haciendo nada y entrometiéndose en todo» (Pablo, Tesalonicenses 2)
 «Todos para uno y uno para todos» (Alejandro Dumas, Los Tres Mosqueteros)
Las palabra “redes” es usada en el mundo de hoy con el sentido informático de interconexión de líneas o usuarios de las mismas, pero originariamente tiene significados menos sofisticados, como “aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres trabados en forma de mallas, y convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc.”, o “Conjunto de personas relacionadas para una determinada actividad, por lo general de carácter secreto, ilegal o delictivo: Red de contrabandistas” (Diccionario Real Academia). En las más populares, léase sobre todo Twitter, Instagram y Facebook, la palabra redes tiene la particularidad de poderse usar con los tres significados al mismo tiempo; así es por los contenidos que en ellas viajan. Claro que en primer lugar son modos de interacción y encuentro virtual, pero sirven de maravilla además para determinadas actividades “por lo general de carácter secreto, ilegal o delictivo”, relacionadas casi siempre con su función adicional de “pescar, cazar, cercar, sujetar”.
En un ambiente social conflictivo y cargado de cambiantes emociones, con choque de opiniones muchas veces extremas y mal digeridas, las redes –que en otros conflictos recientes del mundo han servido eficazmente para evadir la censura y promover la democracia- se tornan terreno minado donde hay que pisar cuidadosamente.
Con precaución que nunca es exagerada, y cargados de misericordia para no corresponder al odiador con odio, uno entra a nuestro twitter a encontrar desatinos, desinformación y difusión de clichés generados, muchas veces, en guerra psicológica.
Es fácil enredarse en estas redes.
La política, esa vocación humana de lograr un consenso vivible entre quienes ven la vida de distinta manera, ese “arte de lo posible”, debería encontrar su lugar ideal en el espacio democratizado de las redes donde el requisito mínimo es sencillamente saber escribir y manipular las aplicaciones.
Si la política es fundamental para construir una nación de ciudadanos, viviendo y produciendo en paz para el bien de todos. ¿Cómo es que en nuestras redes se promuevan el extremo disenso y la anti-política?, ¿Cómo es que pareciera quererse destruir una nación secundando las tentaciones divisionistas y el “Quítate tú pa’ poneme’ yo”?
Bien pudiésemos decir al Apóstol de los Gentiles que esos, los que “viven ociosamente” dedicados a difamar en redes y chats a quienes viven actuando, están en minoría aunque tanto cacareen.
En esta crucial circunstancia, aumenta el número de venezolanos que adoptan el futuro de Venezuela como el problema personal que depende de un “Todos”, en corresponsabilidad; porque se trata de un “Todos” que es cada uno, una nación donde la persona aparece y destaca reduciendo cada vez más todo pretexto. Esa nueva persona venezolana será quien, por encima de quien tome las riendas del gobierno, haya de conformar la Venezuela que se aproxima.
Venezuela es tuya, es mía ¿De quién, si no, es el país?.-

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