Renace el ‘espíritu de las Cruzadas’: El nacionalismo cristiano salta de EEUU a Europa
Un libro radiografía el auge de la 'derecha cristina' en 20 países europeos
«Dadas las narrativas dominantes de secularización y pluralización, los líderes de la Iglesia inicialmente acogieron con agrado aquellas ideas similares a las suyas con la esperanza de que esto condujera a la renovación de sus propias comunidades cristianas»
«En muchas partes de Europa existe una gran tentación de formar alianzas con políticos de derecha para lograr una renovación religiosa»
“Durante más de 20 años, las organizaciones antigénero en Europa se han utilizado como vehículo para promover la cooperación entre representantes religiosos y la derecha a puerta cerrada»
Donald Trump les marca la dirección y quien fuera su gurú, Steve Bannon, les enseña los métodos y ‘mandamientos’. La derecha de la vieja y secularizada Europa vive una pulsión identitaria frente a lo que considera las nuevas invasiones bárbaras (también ideológicas) y apela a la religión cristiana, aunque, sobre todo, a lo que podríamos llamar el “espíritu de las Cruzadas”. No hay más que ver los resultados de las recientes elecciones al Parlamento Europeo, o cómo Francia reaccionó ante las orejas de la ultraderecha de Marine Le Pen.
Un libro recién publicado en alemán (La derecha cristiana en Europa. Movimientos, redes y denominaciones), del politólogo Gionathan Lo Mascolo radiografía a esta derecha ‘cristiana’ en 20 países europeos a través de varios ensayos que firman distintos especialistas y donde ofrecen información sobre los actores y las redes que trabajan en segundo plano para ejercer una influencia cada vez mayor en la política y la sociedad europeas.
Según los expertos -con los que ha hablado el portal alemán Katholisch-, el principal objetivo de la ultraderecha es desestabilizar Europa tanto en la política exterior como en la interior a través de los discursos y debates antes mencionados sobre «temas controvertidos».
Allanar el camino a las autocracias
“En última instancia, se trata de un intento de abolir la democracia liberal para allanar el camino a gobiernos autocráticos. Los vientos en contra de católicos y protestantes provienen principalmente de países como Alemania, Francia, Gran Bretaña y Escandinavia, donde los representantes de la Iglesia se han posicionado claramente contra los movimientos de derecha. El ejemplo más reciente son los obispos alemanes con su declaración contra el nacionalismo étnico y los partidos de derecha como el AfD. Sin embargo, en muchos países del sur y del este de Europa, los obispos y sacerdotes dan la bienvenida y apoyan el surgimiento de estos partidos”.
Aunque tampoco en su raíz está el humanismo cristianismo a la manera de las formaciones demócratacristinas clásicas, han encontrado en la religión un elemento en el que reafirmar su identidad y en algunas iglesias y clérigos que se sienten humillados y orillados la caja de resonancia para el viejo sueño de reverdecer las raíces cristianas.
Por eso es llamativo que estas formaciones -donde no pocos de sus líderes no pasarían el examen de la moral sexual cristiana y tropezarían con buena parte de la Doctrina Social de la Iglesia- se arroguen la representatividad de la ‘familia tradicional’ frente a las políticas de género y el movimiento LGTBIQ+.
Ucranianos, sí; africanos, no
Poco importa también que la Iglesia sea uno de los grandes defensores (aunque con matices según los países) de la acogida a migrantes y refugiados. En Europa, estas formaciones ultras los prefieren blancos y preferiblemente cristianos, aunque sean ortodoxos o grecocatólicos, como vimos con la efusiva acogida a los refugiados ucranianos. Nadie quiere a los llegados de África y, si encima son musulmanes, mucho menos.
Es esta manera, tal y como analizan los autores en el libro, “durante más de 20 años, las organizaciones antigénero en Europa se han utilizado como vehículo para promover la cooperación entre representantes religiosos y la derecha a puerta cerrada. Porque el activismo antigénero y el activismo contra cuestiones y personas LGBTQI+ tienen mucho más potencial de movilización y, en última instancia, no provocan mucha resistencia”.
“Dadas las narrativas dominantes de secularización y pluralización, los líderes de la Iglesia inicialmente acogieron con agrado aquellas ideas similares a las suyas con la esperanza de que esto condujera a la renovación de sus propias comunidades cristianas. Por eso, en muchas partes de Europa existe una gran tentación de formar alianzas con políticos de derecha para lograr una renovación religiosa, aunque esta renovación no se haya producido como se esperaba”, según reconoce Lo Mascolo en Kathoslich.
En cuanto a los medios para propagar estas ideas, muchas de ellas simplemente bulos, se señalan algunos muy bien conocidos también en España: las redes sociales, blogs y foros de ultraderecha. Todo ello abonado con teorías pseudocientíficas y argumentario conspiranoico. Sólo falta agitar.-
José Lorenzo/RD