Opinión

El “Subdesarrollamiento” de la política norteamericana como ejemplo de otras cosas

José Antonio Gil Yepes:

La política norteamericana estaría subdesarrollándose en la medida que se debilite el centro y se fortalezcan los extremos. En el caso de 2017, esta polarización “subdesarrollizante” estaba representada por la enorme distancia ideológica entre Donald Trump y Bernie Sanders. Hoy día, Trump sigue polarizando y, aunque demolió a Biden en el debate, no logra alternar con otro extremista porque Kamala Harris no se va a dejar arrastrar al otro extremo y no hay ningún Sanders en el horizonte inmediato. Pero el enfoque Trump sigue amenazando, buscando con quien pelear.

La polarización disminuye las posibilidades de acuerdos entre las diferentes partes que componen toda sociedad moderna. Esto representa una evolución contraria hacia la construcción de un centro mayoritario que ha caracterizado a los norteamericanos y europeos; contrario al pluralismo, a la tolerancia y a la complementariedad entre los grupos con diferentes posiciones e intereses que conviven en toda sociedad moderna. Entre los principales ejemplos de estas democracias moderna, se destaca el ejemplo de Dinamarca; ver la serie Borgen en Netflix. Verá diferencias y tensiones, todas las que se pueda imaginar, pero se negocia y se busca acomodar los intereses de todos.

En cambio, la polarización precluye el entendimiento y desata desencuentros que destruyen los equipos nacionales, concentra el poder, busca controlar los poderes públicos para minimizar la separación de poderes, profundiza la corrupción, empobrece y envilece moralmente.

Los ciudadanos polarizados tienden a actuar como miembros de sociedades tradicionales. Según la sociología, éstas se caracterizan, entre otros aspectos, por la solidaridad automática hacia el grupo propio y por desconfianza o agresividad hacia el grupo ajeno. Se juega a la marginación o destrucción del que no es miembro del grupo. ¡Ups! Así no se entiende nadie. No importan los disparates que uno de los miembros de semejante tribu plantee, se defiende a los propios “a capa y espada”. No importa que Trump haya sido acusado de múltiples delitos y que recientemente haya sido condenado por falsear movimientos de dinero para pagar a una actriz porno por su silencio, sus seguidores lo siguen, ciegamente.

En el caso de los individuos, la polarización crea fenómenos que, en sociología y psicología social, se llaman movimientos de conducta colectiva. Según Gustavo Le Bon, el sociólogo que definió este destructivo proceso, los individuos envueltos en procesos de conducta colectiva pierden su identidad propia, racionalidad individual y moral personal; piensan y actúan según la masa-tribu que los arrastra.

En el caso de la organización social, los extremismos no son eficaces ni sostenibles: La extrema libertad de la derecha crea grandes desigualdades. Por eso carece de viabilidad política, a pesar del mérito que tiene movilizar a los miembros de la sociedad a valerse por sus propios medios. La extrema igualdad de la izquierda crea demasiados desincentivos al esfuerzo individual, por lo que empobrece, destruye la autoestima, envilece al que vive de lo que no ha trabajado y carece de viabilidad económica.

Si Biden-Harris fracasan y si el centro deja de ser mayoritario, USA se convertiría en otra banana republic o pays cocotier, tipificado por pleitos entre sectores polarizados, predadores el uno del otro. El fin del imperio de la Ley.  Una nueva Presidencia de Trump luce belicosa, y la reacción en contra tendería a pendular hacia la extrema izquierda, también excluyente. En el caso de que Trump fuese un Sanders de extrema izquierda, la sociedad tendería a oscilar peligrosamente hacia la extrema derecha; consolidando la polarización por encima de la modernidad; digo, “como ejemplo de otras cosas”.-

@jagilyepes

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