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Una vez más, Raoul Wallenberg fue abandonado

The International Raoul Wallenberg Foundation:

 

Raoul Wallenberg es probablemente la mayor y más trágica figura humanitaria del siglo XX. Nació el 4 de agosto de 1912, hace 112 años, y desapareció el 17 de enero de 1945, antes de cumplir 33 años.

Se ha escrito mucho sobre este gigante, incluso por mí, en este mismo blog.

Rusia y varios países occidentales han llevado a cabo recientemente un importante intercambio de prisioneros, en virtud del cual fueron liberados 24 personas entre ellos el periodista estadounidense Evan Gershkovich y un oficial de inteligencia ruso encarcelado en Alemania por el asesinato de un refugiado checheno.

Lamentablemente, Estados Unidos y Suecia no han mostrado el mismo compromiso que el presidente Putin, que recibió personalmente a los agentes liberados en el aeropuerto y les dijo: “La patria no se ha olvidado de vosotros ni un minuto”.

Putin rara vez viaja al aeropuerto para saludar a jefes de Estado extranjeros, pero esta vez lo hizo por sus prisioneros, enviando un mensaje claro: “Si los aprehenden, Rusia hará todo lo posible para traerlos de vuelta a casa”.

Me pregunto: ¿por qué no se incluyó a Wallenberg en este acuerdo de intercambio? Obviamente, en su 112º cumpleaños no se debe esperar que estuviera vivo, pero Occidente podría haber insistido en recibir sus restos mortales o, al menos, información verificable sobre su destino. Sin duda, los agentes rusos eran extremadamente importantes para Putin, por lo que parece que esa situacion era de aprovechar para tratar de resolver el misterio de Raoul Wallenberg.

Tengo la sensación de que, una vez más, Wallenberg se quedó atrás en el campo de batalla.

La historia de Wallenberg es extraordinaria. Sin ninguna experiencia diplomática, llegó a Budapest el 9 de julio de 1944 y, en seis meses, logró salvar al resto de la comunidad judía húngara de las manos de los nazis.

Sus notables hazañas para salvar vidas fueron el resultado directo de su audaz coraje, ingenio, habilidades de persuasión y determinación. Donde otras personas bien intencionadas fracasaron, él triunfó.

Si bien logró evitar ser asesinado por los nazis, terminó siendo víctima de otro régimen cruel y arbitrario. Con el final de la guerra a la vista, organizó una reunión con el ejército soviético para coordinar los esfuerzos de socorro para la comunidad judía superviviente en Hungría. Pero cayó en una trampa cuidadosamente diseñada por el MERSH (el aparato de contrainteligencia soviético) y desapareció de la faz de la Tierra, junto con su fiel ayudante y chófer, Vilmos Langfelder.

Las hazañas de Wallenberg ocurrieron hace 80 años, pero su legado sigue vivo, no sólo por su coraje, sino porque ocho décadas después, vivimos en un mundo inestable, donde el mal es visto por muchos como bueno.

Me pregunto cómo reaccionaría Raoul después de la agresión rusa a Ucrania y el bárbaro 7 de octubre. ¿La invasión de Israel por Hamás o el reciente asesinato de 12 niños y jóvenes drusos por Hezbolá?

Vivimos tiempos difíciles. Un país miembro de la ONU (Irán) está pidiendo explícitamente la aniquilación de otro país miembro de la ONU (Israel) y el mundo permanece en silencio.

Celebridades de alto perfil como Roger Waters y Susan Sarandon abrazan mentiras, que hacen palidecer hasta la insignificancia de 1984 de George Orwell. Lo mismo puede verse en los principales campus universitarios de los EE. UU. y de Europa. El antisemitismo está en aumento en casi todas partes y el mundo está en silencio.

Unos 1.200 israelíes fueron mutilados, violados y asesinados por Hamás y más de 200 fueron sacados de sus camas y secuestrados y llevados a Gaza, y el mundo no sólo guarda silencio, sino que acusa a Israel de “genocidio” por defenderse.

Los terroristas de Hamás están infiltrados entre la población civil, a la que utilizan como escudos humanos. En estas condiciones imposibles, ningún otro país ha tomado tantas precauciones como Israel para minimizar las bajas civiles del enemigo en tales condiciones.

Es evidente que no se han aprendido debidamente las lecciones del Holocausto. Personas como Raoul Wallenberg tenían una brújula moral que les guiaba para distinguir entre el bien y el mal.

 Esta brújula moral no funciona ahora. Necesitamos más Raoul Wallenberg en el mundo. Personas que tengan una mente clara y un corazón puro. De lo contrario, el mundo se hundirá de nuevo en una era oscura.

¡Feliz cumpleaños, Raoul Wallenberg! ¡Espero que tu legado prevalezca! Y, sobre todo, todavía espero que no te dejen solo.-

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