Devociones y tradiciones

San Maximiliano Kolbe, mártir de la vida, víctima de la ideología

Cada 14 de agosto la Iglesia Católica celebra a San Maximiliano María Kolbe (1894-1941), sacerdote y fraile franciscano conventual que murió voluntariamente en el campo de concentración de Auschwitz (Polonia) durante la II Guerra Mundial. El P. Kolbe pidió ser intercambiado por un prisionero a punto de ser ejecutado.

San Maximiliano Kolbe fue un gran promotor de la devoción al Inmaculado Corazón de María y uno de los fundadores de la “Ciudad de la Inmaculada», un complejo religioso construido cerca de Varsovia que contaba con un seminario, un monasterio, una editorial y una estación de radio.

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Dos coronas: una blanca y otra roja

Maximiliano, cuyo nombre de pila fue Raimundo, nació el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, Reino de Polonia (en ese momento parte del Imperio Ruso).

De acuerdo al relato de su madre -registrado después de la muerte del santo-, cuando Raimundo era niño, hizo una travesura que ella reprochó enérgicamente: “Niño mío, ¡quién sabe lo que será de ti!”. Días después, la madre vio que el pequeño Raimundo había cambiado de actitud y que oraba llorando con frecuencia ante un pequeño altar que tenía entre dos roperos. Ella le pidió que le contara qué le sucedía. Entonces, con los ojos llenos de lágrimas, Raimundo contestó:

“Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen que me dijera lo que sería de mí. Lo mismo en la Iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que sería mártir. Contesté que aceptaba las dos. Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció”.

Este hecho marcó la vida de Maximiliano, quien a partir de entonces profesó la más grande de las devociones a la Virgen Inmaculada.

Caballero de la Inmaculada, hijo de San Francisco

Años más tarde, Raimundo se descubrió llamado a la vida religiosa e ingresó a la Orden de los Franciscanos Conventuales. En el noviciado (1910) cambió su nombre por el de “Maximiliano” en honor a San Maximiliano de Celeia, mártir. En 1911 profesó sus primeros votos y en 1914 los votos finales. Es entonces cuando adopta el nombre adicional de “María”, en honor a la madre de Jesús.

Como estudiante de filosofía y teología en Roma (Pontificia Universidad Gregoriana), fundó la “Milicia de la Inmaculada” con la finalidad de promover el amor y el servicio a la Virgen y la conversión de las almas a Cristo. En 1918 fue ordenado sacerdote.

De regreso a Polonia, publica la revista mensual “Caballero de la Inmaculada” y en 1929 funda la «Ciudad de la Inmaculada» en Niepokalanów, a 40 kilómetros de Varsovia. Luego se ofreció como misionero en Asia. Establecido en Japón, funda una nueva «Ciudad de la Inmaculada» (Mugenzai No Sono) y publica la revista “Caballero de la Inmaculada” en japonés.

La vuelta a Polonia y el inicio de la Guerra

Maximiliano regresa a Polonia unos años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando el clima social y político ya se encontraba convulsionado. Allí se encontró con que “El Caballero de la Inmaculada” -la publicación que fundó y dirigió- se había alejado de su línea estrictamente religiosa, dando un giro inadecuado hacia lo político. Maximiliano, retoma la dirección para enderezar lo que se había torcido, y no pierde la oportunidad de criticar desde la publicación las ideas nacionalsocialistas, es decir, las esgrimidas por el partido nazi, totalmente contrarias a la fe.

Con esto, el P. Kolbe quedó expuesto a la persecución de los nazis. Mientras tanto, continuaba con su servicio sacerdotal heroicamente: alentaba a la gente a mantener la fe y a acercarse al Señor. En solidaridad con el pueblo judío, se negó a ser registrado en la lista de los “alemanes” -su padre era alemán, su madre polaca-, con lo que se hubiese librado de posteriores problemas u hostigamientos. Sin embargo, su opción fundamental era el respeto por la humanidad toda, sin exclusiones.

Maximiliano mantuvo una posición firme contra el nacionalsocialismo. Luego de algunos enfrentamientos verbales con los nazis, es apresado y enviado a los  campos de concentración. Asignado en Auschwitz, destinado a las barracas, quiso ser signo del amor de Dios en un lugar que todos creían precisamente abandonado por Dios.

El amor más grande: dar la vida

Cierto día un prisionero del campo de concentración logró escapar y los soldados alemanes, en represalia, y como muestra de severidad, seleccionaron a 10 prisioneros para que mueran de hambre en los calabozos. El décimo número le tocó al sargento Franciszek Gajowniczek, polaco también, quien exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos”.

Ante esto, el P. Maximiliano se ofreció para ser intercambiado por el condenado a muerte. El sacerdote fue llevado a un subterráneo, donde alienta a los demás prisioneros a mantenerse unidos en oración. Después de varios días, sin comida ni agua, todos han muerto y solo él queda vivo. Para desocupar el lugar, los soldados decidieron aplicarle veneno, procedimiento que se conoce como “inyección letal».

El P. Maximiliano rezó así hasta el final: “Concédeme alabarte, Virgen santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir…”. Murió el 14 de agosto de 1941, a los 47 años de edad.

El Papa San Pablo VI lo declaró Beato al P. Kolbe en 1971. Fue canonizado por San Juan Pablo II -su compatriota- en 1982. En la ceremonia el Papa polaco lo honró con estas palabras: “Maximiliano Kolbe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida”.

Visita a Auschwitz

El 19 de julio de 2016, el Papa Francisco visitó la “celda del hambre” -lugar donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte-. La visita se realizó durante la visita papal al campo de concentración de Auschwitz, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, realizada ese año en Polonia.-

Aciprensa

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