Testimonios

Cristianos y musulmanes rezan juntos en el lugar de la Asunción de María

La fiesta más apreciada, después de Pascua, en Tierra Santa

En Jerusalén, todavía hoy, se pueden ver y «tocar» algunos de los elementos que hace casi setenta y cinco años llevaron a la publicación de la Constitución Apostólica «Munificentissimus Deus»

 

Estos actos de devoción popular serpentean por las calles que conectan dos puntos precisos de la ciudad: se trata de dos iglesias, la conocida como Dormitio Virginis, en el monte Sión, donde la comunidad cristiana rememora la dormición de la Virgen María, es decir, el momento en que María «se durmió en el sueño de la muerte»; y la segunda iglesia donde se encuentra la «tumba de María», construida en la zona del cementerio del valle del Cedrón, donde según la tradición judía tendrá lugar el Juicio Final

 

Para los cristianos la fecha del 15 de agosto no es una fiesta más. Se trata de la celebración de la Asunción de María al Cielo, uno de los cuatro dogmas marianos de la Iglesia católica. El dogma de la Asunción, proclamado por Pío XII el 1 de noviembre de 1950, tiene su origen en la Sagrada Escritura. En Jerusalén, todavía hoy, se pueden ver y «tocar» algunos de los elementos que hace casi setenta y cinco años llevaron a la publicación de la Constitución Apostólica «Munificentissimus Deus».

En la Ciudad Santa, como recuerda el padre Claudio Bottini, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Bíblicas y Arqueológicas del Studium Biblicum Franciscanum de Tierra Santa, «la fiesta de la Asunción se celebra en dos fechas diferentes: los cristianos pertenecientes a la Iglesia latina, la Iglesia de Roma, celebran la fiesta el 15 de agosto según el calendario consuetudinario. Luego están los ortodoxos, pero también los armenios, los coptos y los sirios, que celebran la Asunción en una fecha diferente, según el calendario juliano».

Benavent, junto a la imagen de la Dormición

Benavent, junto a la imagen de la Dormición V. Gutiérrez/Avan

Para todos los cristianos de Tierra Santa, subraya el fraile, la Asunción es «la fiesta más apreciada después de la Pascua». En estos días, los creyentes expresan su fervor y su fe através de liturgias y procesiones». En parte, esta gran participación se debe «al clima veraniego que favorece una gran afluencia de personas». En Jerusalén -continúa el padre Bottini- procesiones tan concurridas, que atraen la atención de todos, sólo ocurren en los ritos de Semana Santa y ahora para la Asunción».

Estos actos de devoción popular serpentean por las calles que conectan dos puntos precisos de la ciudad: se trata de dos iglesias, la conocida como Dormitio Virginis, en el monte Sión, donde la comunidad cristiana rememora la dormición de la Virgen María, es decir, el momento en que María «se durmió en el sueño de la muerte»; y la segunda iglesia donde se encuentra la «tumba de María», construida en la zona del cementerio del valle del Cedrón, donde según la tradición judía tendrá lugar el Juicio Final.

Asunción en Tierra Santa

Asunción en Tierra Santa Vatican Media

«Las excavaciones llevadas a cabo en los años 70 – nos explica el fraile -, confirman la descripción contenida en los relatos de la tradición y en algunos escritos populares que se remontan al siglo II d.C.». Estas excavaciones comenzaron después de una inundación que anegó por completo la iglesia construida en el lugar donde, según la tradición, se encontraba la tumba vacía de Nuestra Señora, cerca de Getsemaní. Los daños causados por la naturaleza obligaron a los greco ortodoxos y a los armenio ortodoxos, custodios del santuario, a desmontar todas las estructuras que ocultaban la tumba de María y a emprender las obras de restauración.

«Gracias a un ecumenismo hecho de gestos pequeños y silenciosos – explica el profesor -, los ortodoxos invitaron al padre Bellarmino Bagatti, decano de los arqueólogos franciscanos en Tierra Santa, a visitar y estudiar la tumba y el conjunto sepulcral y arquitectónico que la rodea. Pero Bagatti no se limitó a examinar el monumento. Lo volvió a ‘releer’ cuidadosamente a la luz de la literatura antigua sobre la muerte y la sepultura de Nuestra Señora».

El Nuevo Testamento habla de María por última vez después de la Ascensión de Jesús, presentándola rodeada de los Apóstoles y de la comunidad cristiana primitiva (cf. Hch 1,14). «Ningún texto canónico -señala Bottini- nos dice cómo pasó María sus últimos años y cómo dejó la tierra. Algunos escritos titulados ‘Ciclos sobre la Dormición de la Virgen María’, muy difundidos en el mundo cristiano, transmiten una serie de informaciones que, tamizadas por la crítica histórica y teológica, se revelan de suma importancia». Se dice que todos estos textos “se pueden reconducir hasta un documento original, un prototipo judeocristiano redactado hacia el siglo II en el ámbito de la Iglesia madre de Jerusalén, para la conmemoración litúrgica anual en la tumba de la Virgen».

En la redacción de la Dormición atribuida al evangelista Juan, conocido como Juan el Teólogo, leemos: «…los apóstoles llevaron la esterilla y depositaron su santo y precioso cuerpo en un sepulcro nuevo en Getsemaní». En otro texto conservado en siríaco encontramos indicaciones topográficas aún más precisas: «Esta mañana toma a la Señora María y sal de Jerusalén por el camino que conduce a la cabecera del valle más allá del monte de los Olivos, allí hay tres cuevas: una grande en el exterior, otra en el interior y una pequeña cámara interior con un banco elevado de arcilla en el lado este. Ve y coloca a la Bienaventurada en ese banco y sírvela allí hasta que yo te diga»».

Abadía de la Dormición de Jerusalén

Abadía de la Dormición de Jerusalén

Al verificar los hechos, el padre Bagatti “demostró que la concordancia entre documento y monumento no podía ser mayor. En efecto, la tumba de María en Getsemaní -señala el profesor- está situada en una zona a uso de cementerio en el siglo I. Corresponde perfectamente tanto al tipo de tumbas utilizadas en Palestina en aquella época como a los datos topográficos indicados en las diferentes redacciones de la Dormición de la Virgen, especialmente en lo que se refiere a la nueva cámara sepulcral y a su posición con respecto a las demás. El hecho de que se encuentre junto al Huerto de los Olivos y la Gruta donde Jesús solía pasar la noche (cf. Jn 18,2), sugiere que el discípulo anónimo propietario de la zona también ofreció allí un lugar para la sepultura de María. La tumba, custodiada y venerada por los judeo-cristianos hasta finales del siglo IV, cuando pasó a manos de los gentil-cristianos, fue aislada de las demás construyendo entorno una iglesia».

Hoy, de las varias iglesias erigidas a lo largo de los siglos en el lugar, «sólo queda la cripta, que conduce a la tumba por una amplia escalera de cuarenta y ocho peldaños sobre una diferencia de altura de unos quince metros desde la carretera. El relicario que encierra la cámara funeraria, con el banco rocoso aún visible, está ligeramente iluminado por la luz que se filtra desde el exterior y las lámparas de aceite. En el interior se respira el ambiente típico de las iglesias orientales, caracterizado por el fuerte olor a incienso y las numerosas imágenes, velas y lámparas de aceite».

«Quien visita estos lugares siente algo especial en su interior. Al acompañar a hombres de cultura o periodistas a estos lugares se dan cuenta, aunque no sean creyentes, de que están ante algo serio. No se puede hablar de conversiones reales, pero todo el mundo se queda asombrado», revela Bottini.

Pero, ¿cómo viven los católicos la fiesta del 15 de agosto? «Primero celebran misa en la basílica de Getsemaní, conocida por la mayoría como Basílica de las Naciones (la estructura moderna celebra cien años desde su consagración). Después, en procesión, se dirigen a la iglesia del sepulcro, descienden a la cripta y rezan con cantos e himnos». A los ojos más atentos no se les escapa que en la cripta que custodia la tumba vacía hay un nicho: «Los musulmanes lo usaban y lo siguen usando -explica el profesor-. Antes, muchos grupos de religión islámica visitaban la tumba, ahora lo hacen de forma privada. María también es una figura importante para ellos y el nicho está orientado hacia La Meca».

Dormición de la Virgen, Fra Angélico

Dormición de la Virgen, Fra Angélico

Los cristianos de las Iglesias orientales también viven la fiesta en este lugar: «Durante ocho días, descienden diariamente a la cripta, trayendo a niños, ancianos y discapacitados. La tumba se decora con hierbas aromáticas, como la albahaca, y rezan ante el icono de la Dormitio, que normalmente se encuentra en la basílica del Santo Sepulcro. El icono es llevado solemnemente en procesión hasta la tumba y devuelto a su lugar de nuevo en procesión. Es una gran fiesta».

Una fiesta que este año, debido a la guerra que sigue desgarrando Tierra Santa, «tendrá un tono menor. Pero como en el pasado, la fiesta tendrá lugar», concluye el padre Bottini. «He visto muchas crisis en este país. Todo sucede a menor escala, pero no se cancela. Celebraremos la fiesta de la Asunción como hicimos con la Pascua. Son momentos trágicos, pero se puede rezar con mayor intensidad. En estas celebraciones más recogidas, como hacemos siempre, rezaremos por el regreso de los peregrinos y, sobre todo, por soluciones de paz. No sólo aquí en casa, sino también en el resto del mundo. Y lo haremos por partida doble, dada la doble fecha de los calendarios juliano y gregoriano. Los hombres son capaces de cosas atroces, pero aquí hay muchas personas de buena voluntad que siguen creyendo, esperando y rezando por un mundo mejor. Es una semilla de esperanza que sin duda crecerá».-

| Fabio Beretta, Fides/RD

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