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Difícil situación de un Pontífice

Bernardo Moncada Cárdenas:

Creado cardenal de la Iglesia católica en febrero de 2001, elegido Papa en marzo de 2013, se puede decir que el servicio eclesiástico vaticano de Jorge M Bergoglio, ahora Su Santidad Francisco, ha corrido parejo con la hegemonía del chavismo en Venezuela. Casi desde su elección, la crispada polarización en que las facciones político-ideológicas de esta nación ha encontrado en Francisco un blanco de constantes y desconsiderados ataques.

El más frecuente, y extremo, de estos con que partidarios de la llamada oposición arremeten contra el sucesor de Pedro es tildarlo de comunista. En anterior columna, quien escribe subrayaba la diferencia entre comunismo y comunión, para diferenciar la posición del Santo Padre en su apego a la Doctrina Social de la Iglesia, y sus críticas a los pecados de un capitalismo desenfrenado, ciego a los enormes desequilibrios que va creando, de la ideología marxista-leninista, la cual, en lugar de «multiplicar los panes y los peces», para saciar el hambre, los divide, dando a los necesitados una miseria.

Crítico de los gobiernos socialistas marxistas, y protagonista de encontronazos con el peronismo Kirchnerista en su país, admite sin embargo que (parafraseando) el comunismo ha quitado al cristianismo la bandera de la defensa de los pobres. A algunos choca el Papa latinoamericano por el viraje impartido al modus vivendi  papal, desistiendo de comodidades y privilegios que sus predecesores (a veces un poco a pesar de ellos) aceptaron; no ha sido sin embargo pose alguna, en un jesuita que, de obispo y cardenal, viajaba en ómnibus o manejaba su propio y modesto auto. Para su ascenso a la cátedra de San Pedro, pidió a sus compatriotas que, en lugar de gastarse en un viaje para acompañarlo y saludarlo, invirtieran el dinero en los más desfavorecidos.

Pero es la cautela del Papa frente a la dramática situación venezolana lo que más enerva a sus críticos. Francisco en entrevista de 2017 se refirió a líderes enfrentados con el chavismo, cuando causó gran irritación al decir, con su típica sinceridad, que les veía «un poco divididos», si bien veía «algo en movimiento», y ratificando su llamado al diálogo. En ofuscada respuesta respondieron que estaban más unidos que nunca, y que el único diaĺogo que el país aceptaba era el de los votos (cabe recordar los profundos desacuerdos que en realidad existían, llevando a la ruptura la MUD, y la posición tercamente abstencionista que a menudo se asumía).

En 2018 recibió en audiencia a Nicolás Maduro: «Recibí a Maduro, le hice preguntas y le escuché», informó luego, manifestando que cuando un presidente pide audiencia se le recibe. En media hora de entrevista Francisco, que dice apostar siempre todo al diálogo, preguntó y escuchó. Con un suspiro dijo a la prensa, lamentándose «no sé como acabará la situación en Venezuela».

Esta especie de saga tuvo un punto crítico cuando, en febrero 2019, fue filtrada una respuesta a la petición de nueva mediación que Nicolás Maduro, evidentemente, le había dirigido. Negándose el Pontífice en virtud de los anteriores fracasos causados por los incumplimientos del gobierno a los no darse “gestos concretos para implementar los acuerdos”. Y reiterando que “la Santa sede indicó claramente cuáles eran las condiciones para que el diálogo fuese posible”, refiriéndose a comunicación del entonces Nuncio, Pietro Parolin, exigiendo el cese de los actos represivos como condición.

Al igual que en su actitud frente a la dictadura militar argentina, la actitud de Francisco es de cautela, intentando salvar a los venezolanos de mayor derramamiento de sangre.

Frente a la complejidad de la actual manipulación del resultado de las pasadas elecciones. Realiza un contundente llamamiento a buscar y atenerse a la verdad, evitando cualquier tipo de violencia.

Aún un pontífice dispone de pocos medios para afrontar nuestro drama. La Iglesia unida se expresa también en las comunicaciones de la Conferencia Episcopal, en plena comunión con el Papa. Y éste ha dado un claro respaldo a los deseos profundos de los venezolanos, creando Cardenal a Su Eminencia Baltazar Porras Cardozo, no muy bien visto en sectores oficialistas. Pero poco más puede hacer.

De lo que podemos estar seguros es de su oración y su atención, poniendo nuestras desorientadas invectivas en quienes realmente las merecen.-

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