Luisa Pernalete:
¿Cómo me gustaría sentirme en julio del 2025 cuando esté terminando este nuevo año escolar? Pues es algo que podemos – y debemos- comenzar a construir desde septiembre del 2024, o sea, soñemos el final para que sirva de horizonte para nuestro trabajo, nuestra formación, nuestra dinámica del aula y lo que deseamos para la educación del país.
Personalmente, sueño con unas escuelas bien bonitas, arregladitas desde el 6 de septiembre, pues el ambiente también educa. ¡Ojalá tanto escuelas públicas como las privadas estén listas el 16 para recibir a los alumnos! O sea, que no comiencen arreglarlas el 16.
Sueño con muchos niños y niñas entrando a los centros educativos, que vuelvan esos miles que se han ido abandonando las aulas por diversos problemas. Me encantaría que hubiese campañas para que vuelvan esos excluidos, que, según la escuela de Educación de la UCAB, son cerca de 3 millones. Cierro los ojos y veo las aulas llenas.
Lo anterior también supone flexibilidad por parte de los centros educativos privados, subsidiados y públicos en cuanto a los requisitos para comenzar el año. Flexibilicen en el uniforme, al menos las primeras semanas mientras los padres pueden comprar los uniformes, lo importante es que el niño entre a la escuela, igual con los útiles, un cuaderno y un lápiz para empezar y luego van completando la lista, comprender la situación de las familias, pues. Sueño también con la solidaridad de la sociedad venezolana, que en las parroquias católicas se hagan colectas de lápices y cuadernos para donarlos luego a las escuelas con entornos más pobres. ¿cómo les parece?
Sueño con unos maestros con pilas cargadas, animados a pesar de las dificultades, con un morral lleno de herramientas creativas para educar sin aburrir. Comenzado por conocer a sus alumnos, cómo les fue en vacaciones, si tienen a sus papás en sus casas o se han ido a otro país o a las minas, saber con quiénes están en el hogar, el lazo afectivo es muy importante. Igualmente, partir de sus intereses, sembrar curiosidad por aprender, abrir ventanas, educación con sentido. Igualmente, sueño con unas escuelas en donde se enseñe a convivir, a resolver los conflictos por vías pacíficas. Aulas en donde en sel sentido del humor se enseñe, en donde reír, no burlarse, sea común.
Unas aulas así, supone trabajo en equipo entre los maestros, pues no todos tenemos los mismos talentos. Pero entre varios nos podemos complementar lo necesario para esas aulas activas, creativas.
Sueño con que la educación ambiental sea eje transversal y no solo para celebrar el día del árbol. El artículo 107 de la Constitución dice que la educación ambiental es obligatoria en todos los niveles. La tierra, la Casa Común, lo está pidiendo a gritos.
Sueño con que todos los niños y niñas salgan de 6 grado sabiendo leer, comprendiendo lo que leen. Sueño con que programas como Leo, juego y aprendo, impulsado por la UNIMET, esté en todas las escuelas, públicas y privadas.
Sueño con un personal, desde el portero hasta el director, en coherencia con esos valores que queremos enseñar en las aulas y pasillos.
Por supuesto, sueño con centros educativos con sus maestros completos. Recordemos que sin maestros no hay escuela.
Sueño con reuniones de padres y representantes que se vean del mismo lado de la cancha y no cómo enemigos. Alianza escuela – familia–
Sueño con unas redes sociales que animen a la sociedad a hacer una gran alianza por la educación venezolana.
Sueño con escuelas públicas con sus 5 días de clase y no con uno, o dos a la semana. Los niños lo necesitan, la sociedad lo necesita.
Tengo que mencionar que sueño con un salario para el personal de las escuelas que sea digno, como lo dice al Artículo 91 de la Constitución, que cubra las necesidades de los trabajadores y permita que los educadores podamos concentrarnos en preparar nuestras clases con sentido.
¿Ustedes con qué educación sueñan?.-