#VIDEO Cotelo: «Si creemos que podemos alcanzar la santidad solo con nuestras fuerzas, estamos dejando a Cristo fuera»
En el marco del 53º Congreso Eucarístico Internacional (CEI) celebrado en Quito, Ecuador, el cineasta español Juan Manuel Cotelo dio una charla en la destacó el poder transformador de la Eucaristía, especialmente en un mundo herido por la desconfianza, el dolor y la indiferencia. Cotelo es internacionalmetne reconocido por su trabajo cinematográfico de enfoque católico
Cotelo, habló ante los asistentes sobre cómo la Eucaristía puede ayudarnos a sanar las heridas del alma y a construir una sociedad más justa y unida en la fe. Desde el principio de su intervención,subrayó la importancia de la Eucaristía como el lugar donde los fieles descubren su fraternidad y la necesidad de reconciliación en un mundo herido por la indiferencia, el pecado y la desconfianza.
«En la medida en que nos acercamos a la mesa del altar, nos damos cuenta de que somos hermanos y que tenemos hermanos en todas partes del mundo», afirmó, destacando que la comunión con Cristo, a través del sacramento eucarístico, nos une a una comunidad global de creyentes, trascendiendo fronteras y divisiones culturales.
Una de las ideas clave de su discurso fue la importancia de reconocer las heridas internas que afectan nuestra relación con Dios y con los demás. Cotelo explicó que estas heridas, aunque difíciles de identificar, suelen manifestarse en la forma en que nos distanciamos de la oración y del contacto íntimo con Dios. «El pecado provocó en nosotros una herida de desconfianza con Dios», señaló el director de cine, agregando que esta ruptura espiritual es la causa de que, en ocasiones, la oración se vuelva un acto tedioso o difícil. «A veces nos preguntamos: “¿Por qué me cuesta tanto rezar?”, o “¿por qué me aburro cuando estoy rezando el rosario?”. Esto ocurre porque tenemos una herida muy fuerte en nuestra relación con Dios, y el Señor quiere sanarla», añadió.
Cotelo también quiso resaltar que la sanación que ofrece la Eucaristía no está limitada por el tiempo ni el espacio. Hizo hincapié en que, incluso aquellos que no pudieron estar presentes físicamente en el Congreso, podían experimentar la gracia sanadora de Dios. «El Señor actúa hasta en el último rincón, y a través de estas señales de televisión, en las redes sociales y en este encuentro eucarístico, Él está obrando gracias de sanación, gracias de liberación y acercamiento», afirmó, animando a los fieles a abrir sus corazones y pedir a Dios que sane sus heridas internas. «Escuchemos al Señor, digamos: Señor, abre mis oídos, sana mis oídos para que yo escuche tu voz, y escuchando tu voz, pueda ser también sanado e instrumento de sanación».
El director y productor cinematográfico subrayó repetidamente la importancia de la Eucaristía como centro de la vida espiritual, no solo como un acto ritual, sino como una experiencia de profunda transformación interna. «Si no reconocemos nuestras primeras heridas, las interiores, será difícil sanar las exteriores o las del prójimo», afirmó, destacando que la clave para sanar las heridas del mundo comienza por aceptar que todos estamos heridos de alguna manera. «Es la primera herida. Oye, ¿cómo está mi relación con el Señor?», preguntóa los asistentes, subrayando la necesidad de hacer un examen interior sincero.
Cotelo comparó esta experiencia con el relato bíblico de los discípulos de Emaús, quienes, después de caminar con Cristo sin reconocerlo, finalmente lo identificaron al partir el pan. «Al partir el pan, descubrieron quién era», relató Cotelo, explicando que, de la misma manera, los fieles pueden descubrir la presencia de Cristo en la Eucaristía, lo que les permitirá ver no solo a Jesús, sino también su propia misión en el mundo. «Al participar de la Eucaristía, podemos descubrir quién es Cristo y quiénes somos nosotros en Él», añadió, subrayando la dimensión transformadora del sacramento eucarístico.
Uno de los temas centrales de la intervención de Cotelo fue la fraternidad. Citando palabras del Papa Francisco, enfatizó que la fraternidad no solo es un ideal, sino una necesidad práctica en la vida de la Iglesia y del mundo. «El Papa nos dice que debemos rebelarnos contra el mal con gestos sencillos y, a veces, peligrosos, como acercarnos lo más posible al Sacramento del Altar», comentó, recordando que son esos pequeños actos de fe los que pueden generar un cambio significativo, tanto a nivel personal como comunitario. Estos gestos de fe, insistió Cotelo, son el principio de una verdadera renovación del mundo, comenzando por la transformación interior de cada persona.
El cineasta también reflexionó sobre la sencillez y el misterio de la Eucaristía, que, aunque a primera vista puede parecer un acto sencillo, encierra el mayor de los misterios de la fe católica: la presencia real de Cristo. «Vemos casi nada, un trozo de pan, es la mínima expresión… Pero si somos capaces de ver a Cristo en la Eucaristía, tal vez también lo seamos de verlo en los demás, incluso en los pecadores», afirmó, recordando que la verdadera fe no se basa en lo que perciben nuestros sentidos, sino en lo que creemos a través de la revelación divina.
En cuanto a la santidad, Cotelo destacó que la Eucaristía es también un camino hacia ella, llamando a todos los cristianos a vivir este sacramento como una forma de crecer en santidad. «Todos estamos llamados a la santidad. No se trata de ser perfectos, sino de dejar que Cristo actúe en nosotros», afirmó Cotelo. Subrayó que la santidad no es la ausencia de pecados o errores, sino una apertura a la gracia de Dios que transforma nuestras debilidades en oportunidades de crecimiento espiritual. «Dios no espera que seamos perfectos, sino que confiemos en su gracia para transformar nuestras debilidades», añadió.
Cotelo recordó a los asistentes que este llamado a la santidad no es solo para unos pocos, sino que es una vocación universal. «Si creemos que podemos alcanzar la santidad solo con nuestras fuerzas, estamos dejando a Cristo fuera. Él es quien actúa en nosotros, y nuestra misión es dejarle espacio para hacerlo», afirmó.
Para Cotelo, la Eucaristía es una puerta de acceso a la gracia y la fraternidad, una puerta pequeña, pero poderosa, que nos invita a mirar más allá de las apariencias y a encontrar a Cristo en cada uno de nuestros hermanos. «La Eucaristía es la puerta pequeña que facilita nuestra fe y la fraternidad», señaló.
Cotelo concluyó con un llamado a la acción. «No podemos ser espectadores en la vida de la Iglesia. Todos tenemos una misión. Dios nos ha dado una cuenta corriente espiritual con riquezas infinitas, y debemos poner esos dones al servicio de los demás», exhortó. –
(InfoCatólica)