¿Qué fue lo que hizo la Inteligencia israelí con los beepers?
Nacho Montes de Oca, analista de conflictos, periodista y escritor:
Hezbollah había recogido los teléfonos inteligentes de sus operativos para evitar ser rastreados y les entregaron beepers por ser tecnología análoga antigua, sin GPS. Hezbolla instaló una red privada codificada para este efecto.
La inteligencia de Israel identificó la red y logró sobrecargarlos de procesos los beepers, haciéndolos recalentar y por ser tecnología obsoleta no tenían protección de recalentamiento, lo que ocasionó que sus baterías explotaran.
No hay un número exacto de beepers atacados ni de operativos de Hezbollah heridos o muertos en el ataque, pero se habla en Líbano de 2,000 beepers con cientos de heridos y al menos 500 muertos por las heridas.
Incluso el embajador de Irán en Líbano resultó herido, lo que demuestra una vez más los lazos de Irán con el terrorismo.
En este momento la red terrorista Hezbollah está sin comunicaciones, lo que ha generado un gran caos en sus filas. Analisis de lo ocurrido en el Libano
Con la información que se pudo recopilar de la “Operación Pager” y la nueva ola de explosiones de radios VHF, ya podemos describir mejor lo que sucedió en la acción de Israel contra Hezbollah y analizar con un poco más de profundidad sus detalles y posibles consecuencias.
El inicio de la historia no estuvo en Israel, sino que se dio en el seno mismo de la organización terrorista Hezbollah. Habría sido su propio líder espiritual, Nasrallah, el que autorizó el reemplazo de los sistemas de comunicación por radio y celulares por motivos de seguridad.
La idea de usar pagers tenía la ventaja de evadir la detección y escucha a sus militantes, además de ofrecer un sistema de comunicación de mayor alcance y unidireccional. En marzo de este año comenzó el programa de reemplazo gestionado por Irán.
Teherán contrató la compra de 5.000 pagers de los modelos AP924 a la empresa Gold Apollo de Taiwán. La compra fue triangulada mediante la firma húngara BAC Consulting con sede en Budapest, compañía a que se encargó de fabricarlos y entregarlos al comprador.
Gold Apollo confirmó que no intervino en la fabricación de los pagers y que solo concedió la licencia de producción. Además, que los pagos llegaron desde Medio Oriente y que la operación que preveía la entrega de los aparatos en El Líbano. Esto ya ofrece una primera pista.
Al entrar en El Líbano los pagers ya estaban en una zona controlada, por lo que la introducción del explosivo debió ejecutarse en el momento de la producción o al ser enviados. Ese parte del operativo fue realizado de tal manera que no despertó la sospecha de los terroristas.
Se sabe que el explosivo utilizado fue la pentrita, una sustancia común en el rubro civil y el militar. La elección no fue fortuita porque se trata de un compuesto que reacciona fácilmente con la fricción y la temperatura y tiene una deflagración más violenta que otros explosivos.
Por otra parte, la pentrita es de uso frecuente en detonadores y munición. Las partículas de ese explosivo en ambientes como el de Hezbollah son tan comunes como el polen en un campo de primavera. Quizás su detección se vio dificultada por la elección del tipo de explosivo.
La deflagración en los pagers fue producto de un sobrecalentamiento de las baterías generado por un mensaje enviado de manera masiva luego de vulnerar el sistema de comunicación, que se suponía estaba encriptado. La simultaneidad evitó que se deshicieran de los pagers a tiempo.
Cada pager sonó por al menos 9 segundos antes de estallar, suficiente tiempo para que las baterías alcancen la temperatura de 90° que disparó la detonación de la pentrita y para que los terroristas tomaran sus pagers y los acercaran a las zonas vulnerables de su cuerpo.
No es un detalle menor porque el incapacitar a los terroristas era el objetivo primario. En simultáneo y en menos de diez segundos, lograron dar de baja a por lo menos 3.800 terroristas que eran los usuarios de los dispositivos. Los pagers no se vendían en el mercado civil.
Circularon versiones sobre médicos y otros civiles heridos en la operación. La contratación y entrega de los pagers fue hecha por Irán de manera exclusiva para los integrantes del grupo terrorista. Cualquier desviación casual a esa previsión es un imponderable ajeno a Israel.
De haberse superado los 20 grados de pentrita los efectos sobre el entorno de cada usuario de los pagers hubieran sido más grande y aumentado el “daño colateral”. La acción tuvo destinatarios muy concretos. En la guerra comunicacional, ese es un aspecto importante.
Los terroristas convivieron cinco meses con los explosivos sin detectarlos. Fue otro error de seguridad porque por más que se tratasen de 20 gramos, ni los iraníes ni sus asociados hicieron un control obvio sobre el cargamento que recibieron. Esto conduce al siguiente factor.
Los pagers fueron entregados a toda la cadena de comando de Hezbollah y sembraron una trampa explosiva en toda su red de mando. Y esto es crucial porque el golpe incapacitó a toda la estructura superior de un grupo que, por su verticalismo, es vulnerable a la pérdida de jefes.
La magnitud del ataque es inmensa en calidad y cantidad. En El Líbano murieron 12 portadores de pagers y otros 3.000 fueron heridos, de ellos 400 de gravedad. La prensa siria informó de 7 muertos adicionales en Damasco y el Valle de Bekaa, un santuario de Hezbollah.
Al día siguiente comenzaron a explotar las radios VHF usadas por los mandos medios y que fueron buscadas para reemplazar a los dispositivos estallados el día anterior. Se supone que también portaban explosivos. Hasta el momento, se reportan otros 9 muertos y al menos 300 heridos.
Esto nos conduce al momento elegido, porque Israel tuvo cinco meses para ejecutar la acción. Horas antes el gobierno de Israel informó que iba a buscar el regreso de los refugiados del norte de su país que huyeron de los ataques de Hezbollah desde El Líbano y Siria.
Israel descabezó a casi todo el comando de Hezbollah en un solo golpe y quizás en la víspera de una ofensiva. Y de este modo puede haber conjurado más ataques contra su territorio y, sin dudas, víctimas de un lado y el otro por los ataques y represalias usuales en este conflicto.
Hay otra consecuencia política y es que Israel volvió de la motosierra al escalpelo. La furia de la respuesta al 7 de octubre, tan criticada y costosa para la imagen israelí, puede ser ahora contrastada con una represalia diseñada para atacar de manera puntual y efectiva.
Por último, le devuelve al Mossad y al Shin Bet una autoridad que se había visto dañada a partir del 7 de octubre por no haber advertido el ataque de Hamas. No es un tema menor para un país que basa gran parte de su defensa en el efecto disuasivo frente a un entorno hostil.
Como secuela aledaña está el efecto opuesto en irán. Tras la muerte de Haniyeh en Teherán y el fracaso de los ataques de abril, los iraníes deben dar cuenta ahora de sus fallas al entregarles a sus seguidores una trampa explosiva a escala masiva. Se generó una brecha de confianza.
Y, además, los iraníes quedaron expuestos una vez más el explotar uno de los dispositivos que estaba en manos de su embajador en El Líbano, demostrando de un modo dramático que la red de Hezbollah está bajo su comando, pero ahora ya no pueden decir que están bajo su protección.
También quedó al desnudo el esquema de comando y territorial de Hezbollah. Si los pagers eran usados por los rangos más altos, en el listado de muertos y heridos junto al de las viviendas en donde hubo explosiones es posible establecer un mapa preciso del grupo terrorista.
Ahora la cuestión se expande a los rangos medios que usaban las radios VHF alcanzadas por el segundo ataque. Del análisis de los contactos, consumos y vínculos políticos se puede explotar una veta inmensa de información para Israel. Todo, en 48 horas.
Israel ejecutó una acción brillante con apenas cinco meses desde la decisión de Nasrallah es un lapso muy pequeño para armar un esquema tan preciso, efectivo y de tanto alcance. Objetivamente, escribió una página memorable en la historia de las operaciones de inteligencia.
Sin una cadena de comunicación activa y las filas de Hezbollah sumidas en la paranoia, resulta más complicado coordinar a una organización de 130.000 integrantes repartida en cientos de miles de km2, en dos países y con una compleja trama de instalaciones y sistemas de mando.
Hezbollah e Irán no pueden dejar de responder a otra derrota humillante. Pero sin un sistema de mando y comunicación esa réplica sería tan caótica como expuesta a un otro fiasco. Del otro lado, Israel tiene servida la oportunidad para ejecutar una ofensiva varias veces prometida.-
Nacho Montes de Oca
Analista de conflictos, periodista y escritor.