El Papa: «Si esto les parece conservador a esas señoras [feministas belgas], yo soy Carlos Gardel»
Francisco denuncia el feminismo exagerado, el aborto y la guerra sin ética volviendo de Bélgica
En su vuelo de vuelta de de Bélgica a Roma, el Papa Francisco respondió a preguntas de los periodistas sobre ética y política internacional, insistió en su condena al aborto (recordando la figura del Rey Balduino que abdicó un día para no firmar una ley inicua), recordó a los naufragados cerca de Canarias y también respondió a las extremistas feministas con firmeza y humor. Fue un encuentro breve, de menos de 20 minutos.
Annachiara Valle, de Familia Cristiana, preguntó al Papa sobre un comunicado de la (muy descristianizada) Universidad Católica de Lovaina, que declaraba: «La Universidad deplora las posiciones conservadoras expresadas por el Papa Francisco sobre el papel de la mujer en la sociedad». «Dicen que es un poco restrictivo hablar de la mujer sólo para la maternidad, la fecundidad, el cuidado», planteó la periodista, junto con el tema de «los ministerios ordenados en la Iglesia» (y la mujer).
El Papa respondió detallando que esa declaración «estaba hecha de antemano y esto no es moral».
Después añadió: «Siempre hablo de la dignidad de la mujer y dije algo que no puedo decir de los hombres: la Iglesia es mujer, es la esposa de Jesús. Masculinizar la Iglesia, masculinizar a las mujeres no es humano, no es cristiano. Lo femenino tiene su propia fuerza. De hecho, las mujeres -siempre lo digo- son más importantes que los hombres, porque la Iglesia es mujer, la Iglesia es la esposa de Jesús. Si esto les parece conservador a esas señoras, yo soy Carlos Gardel [el famoso cantante argentino de tangos, fallecido en 1935]. No se entiende. Veo que hay una mente obtusa que no quiere oír hablar de esto», protestó el Pontífice con humor.
El ministerio mariano y el ministerio petrino
E insistió, hablando sin papeles e improvisando, como acostumbra en los viajes en avión: «La mujer es igual al hombre. Es más, en la vida de la Iglesia la mujer es superior, porque la Iglesia es mujer. En el ministerio, la mística de la mujer es superior al ministerio. Hay un gran teólogo que ha hecho estudios sobre esto: ¿qué es más grande, el ministerio petrino o el ministerio mariano? El ministerio mariano es mayor porque es un ministerio de unidad que implica, el otro es un ministerio de liderazgo. La maternidad de la Iglesia es una maternidad de mujeres. El ministerio es un ministerio muy menor, dado para acompañar a los fieles, siempre dentro de la maternidad. Varios teólogos han estudiado esto y dicen que esto es real. No digo moderno, sino real. No es anticuado».
Después criticó al feminismo exagerado. «El feminismo exagerado que quiere decir que la mujer es machista no funciona. Una cosa es que el machismo vaya mal y otra cosa es que el feminismo vaya mal. Lo que va es la mujer Iglesia que es más grande que el ministerio sacerdotal. Y esto a veces no se piensa».
Fue casi su último comentario, antes de recordar la tragedia de unos 50 náufragos fallecidos en el mar cerca de Canarias: «Me duele ver a esas personas perdidas en Canarias. Hoy muchísimos emigrantes que buscan la libertad se pierden en el mar o cerca de él. Pensemos en Crotone, ¿no? A 100 metros [de llegar a tierra]. Esto hay que llorarlo».
El bar de Luxemburgo, y la acogida
Sobre su paso por Luxemburgo comentó con humor: «El bar es una muchachada. Lo siguiente será la pizzería». Se refería a una visita sorpresa que hizo a un bar, por impulso, donde dejó una propina de 100 euros que llenó titulares.
Y añadió: «Luxemburgo me impresionó mucho como sociedad equilibrada, con leyes equilibradas, también otra cultura. Eso me impresionó mucho, porque no la conocía. Bélgica, en cambio, la conocía porque he venido varias veces. Pero Luxemburgo fue una sorpresa, por el equilibrio, la acogida, es algo que me sorprendió. Creo que quizá el mensaje que Luxemburgo puede dar a Europa sea precisamente este».
El coraje de Balduino y el aborto, que es un asesinato
Valerie Dupont, de la TV pública belga francófona, preguntó al Papa por su mención al Rey Balduino y el aborto, que, dijo la periodista, algunos vieron como una injerencia política. También preguntó la periodista «cómo conciliar el derecho a la vida» con «el derecho de las mujeres a tener una vida sin sufrimiento».
El Papa fue contundente en su respuesta. «El rey fue valiente porque ante una ley de muerte no firmó y dimitió. Eso requiere valor, ¿no? Hace falta un político ‘con pantalones’ para hacer eso. Hace falta valor. Él también dio un mensaje con esto y también lo hizo porque era un santo. Todavía no es un santo, pero el proceso de beatificación seguirá adelante, porque hemos tenido pruebas de ello», adelantó el Pontífice, reforzando así la figura y causa de beatificación del monarca.
«La mujer tiene derecho a la vida: a su vida, a la vida de sus hijos. No olvidemos decir esto: un aborto es un asesinato. La ciencia te dice que en el mes de la concepción ya están todos los órganos. Matas a un ser humano. Y los médicos que se prestan a esto son -permítanme la palabra- sicarios. Son sicarios. Y eso no se puede discutir. Se mata una vida humana. Y las mujeres tienen derecho a proteger la vida. Otra cosa son los métodos anticonceptivos. No hay que confundir. Ahora hablo sólo del aborto. Y eso no se puede debatir. Discúlpeme, pero es la verdad», insistió.
La lucha contra los abusos sexuales
Andrea Vreede, de la TV belga, preguntó por el trato a las víctimas de abusos en entornos de la Iglesia.
El Papa respondió: «Hay un departamento en el Vaticano, eh. Hay una estructura, el presidente ahora es un obispo colombiano para casos de abuso. Hay una Comisión y el cardenal O’Malley la creó. ¡Eso funciona! Y se reciben todas las cosas en el Vaticano y se discuten. Yo también he recibido a los abusados en el Vaticano y doy fuerza para que sigamos adelante. Esto es lo primero. La segunda, he escuchado a los abusados. Creo que es un deber».
«Algunos dicen: las estadísticas dicen que el 40-42-46% de los abusados están en la familia y en el barrio, sólo el 3% en la Iglesia. Eso no me importa, ¡yo me quedo con los que están en la Iglesia! Tenemos la responsabilidad de ayudar a los maltratados y cuidar de ellos. Algunos necesitan tratamiento psicológico, tenemos que ayudarles con eso. También se habla de indemnización porque en derecho civil la hay. En derecho civil creo que son 50.000 euros en Bélgica, es demasiado poco. No es algo que se necesite. Creo que esa es la cifra pero no estoy seguro».
No dejar al maltratador en la vida normal
Y añadió: «Tenemos que cuidar a los maltratados y castigar a los maltratadores, porque el maltrato no es un pecado de hoy que mañana puede no existir. Es una tendencia, es una enfermedad psiquiátrica y por eso hay que ponerlos en tratamiento y controlarlos así. No se puede dejar a un maltratador libre en la vida normal, con responsabilidades en parroquias y colegios. Algunos obispos a sacerdotes que hicieron esto, después del juicio y la condena, les dieron trabajo por ejemplo en la biblioteca, pero ningún contacto con niños en las escuelas, en las parroquias. Pero tenemos que seguir con esto. Les dije a los obispos belgas que no tuvieran miedo y que siguieran adelante. La vergüenza es cubrirse, esa es la vergüenza».
También en la guerra hay reglas éticas
Un periodista de TV de Estados Unidos preguntó: «¿Cree que Israel ha ido más allá contra Líbano y Gaza?»
El Papa detalló: «Todos los días llamo por teléfono a la parroquia de Gaza [donde hay un párroco argentino del Instituto del Verbo Encarnado]. Están allí, parroquia y colegio, más de 600 personas y me cuentan las cosas que pasan, incluso las crueldades que ocurren allí».
Sobre la guerra dijo: «La defensa debe ser siempre proporcional al ataque. Cuando hay algo desproporcionado muestra una tendencia dominante que va más allá de la moral. Un país que con sus fuerzas hace estas cosas -me refiero a cualquier país-, que hace estas cosas de forma tan “superlativa”, son acciones inmorales. Incluso en la guerra hay una moralidad que proteger. La guerra es inmoral, pero las reglas de la guerra implican cierta moralidad. Pero cuando esto no se hace, se ve – decimos en Argentina – “mala sangre”.