Opinión

Los signos de los tiempos

Tenemos un candidato electo el 28 de julio pasado que es el Dr. Edmundo González Urrutia que cumple con el perfil exigido por nuestra sociedad demócrata

Neuro Villalobos:

“Cuando un dirigente político comienza a pensar que es imprescindible, que es insustituible, comienza a nacer un dictadorziño”.

Lula Da Silva

En Venezuela se ha querido imponer un modelo de vida extraído de viejos folletos, sin reparar en el tiempo transcurrido, sin analizar las nuevas realidades planetarias, ni las características culturales de nuestra nación. Esos intentos delirantes y fantasiosos sacados del peligroso recetario marxista-leninista ha generado la pérdida de oportunidades para varias generaciones de venezolanos.

 

La erótica del poder se ha apoderado de la mente de un grupo de delincuentes disfrazados de políticos, violentos, feroces y voraces que los hace sentir dueños absolutos del país y que pueden hacer con él lo que les venga en gana. Han intentado calcar los famosos “Comités de Defensa de la Revolución” cubanos con comisarios políticos nombrados por el caudillo de turno, cuyo único propósito es la delación y protección del régimen.

 

En lo económico lo que se proponen es constitucionalizar las arbitrariedades cometidas contra la propiedad privada de los sectores productivos, traspasar la propiedad sobre los medios de producción al Estado, en una especie de confiscación generalizada. Igualmente procuran dar visos de legalidad a su incontrolada regaladera a sus amigos del exterior y a sus antojadizas disposiciones de nuestras riquezas. Han eliminado la autonomía del Banco Central de Venezuela y la presentación de cuentas públicas. Han creado una milicia incondicional que no es más que un cuerpo de mercenarios al servicio del Estado y de los jefes para asegurar su perpetuación en el poder, sin límites de atribuciones.

 

Vivimos un período histórico que exige de la dirigencia política empinarse por encima de intereses minúsculos para pensar no sólo en las próximas elecciones, sino también en las próximas generaciones. Se requiere una unidad política de estadistas.

 

que interpreten los signos de los tiempos para pasar de la patria mítica de la cual nos habla Ana Teresa Torres, a la patria posible y soñada por las nuevas generaciones de venezolanos.

 

Se trata de dejar el pasado a los rencorosos y resentidos que haciendo una falsa interpretación de la historia pretenden insertarla en una disparatada concepción ideológica en el presente. Ignorando que esa patria mítica “surge de la memoria colectiva y de la necesidad de los pueblos, no es una argucia ideada por algunas mentes clarividentes sino la respuesta de una sociedad a varias circunstancias, y dentro de un conjunto de diferentes referentes culturales”.

 

Los nuevos tiempos obligan construir el presente factible con los hombres y mujeres que tenemos, con sus capacidades y anhelos, con una visión de país como la expresada en nuestra Constitución vigente y un programa de gobierno dirigido a satisfacer las necesidades más sentidas y siempre postergadas de las mayorías menos favorecidas del país en el corto plazo, y que permita remover las deficiencias y vicios estructurales de la gestión pública venezolana en el mediano plazo.

 

Tenemos un candidato electo el 28 de julio pasado que es el Dr. Edmundo González Urrutia que cumple con el perfil exigido por nuestra sociedad demócrata: una amplia visión de la realidad mundial y nacional; de sólida formación; de franca interpretación de las esperanzas y expectativas de las grandes mayorías y de sincero compromiso con el cumplimiento de soluciones ofrecidas. En otras palabras, ya la sabiduría del pueblo venezolano se expresó, así que deben hacerse a un lado las nulidades engreídas y recordar a los delincuentes en el poder, las profundas palabras de Napoleón Bonaparte: “No hay sino dos poderes en el mundo: el sable y el espíritu. A la larga el sable siempre es vencido por el espíritu”. –

www.venamerica.org.

* Director de VenAmérica

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