¿Guerra y Paz?
Rafael María de Balbín:
A pesar de todas las promesas y palabas de paz, una y otra vez se desencadena la antigua costumbre de la guerra. Hasta el punto de que alguien haya podido definir la paz como el período que hay ente dos guerras. Sin embargo es absurdo que unos seres humanos se dediquen a dar muerte a sus hermanos. Y el respeto a la vida humana, que establece el quinto mandamiento de la Ley de Dios, obliga a nivel colectivo, al igual que a nivel individual.
Toda persona humana está obligada a amar y promover la paz. “El Señor que proclama «bienaventurados los que construyen la paz» (Mt 5, 9), exige la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la ira, que es el deseo de venganza por el mal recibido, y del odio, que lleva a desear el mal al prójimo. Estos comportamientos, si son voluntarios y consentidos en cosas de gran importancia, son pecados graves contra la caridad” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 480).
“¿En qué consiste la paz en el mundo? La paz en el mundo, que es la búsqueda del respeto y del desarrollo de la vida humana, no es simplemente ausencia de guerra o equilibrio de fuerzas contrarias, sino que es «la tranquilidad del orden» (San Agustín), «fruto de la justicia» (Is 32, 17) y efecto de la caridad. La paz en la tierra es imagen y fruto de la paz de Cristo” (Idem, n. 481).
Pero la paz tiene unos requisitos. “Para la paz en el mundo se requiere la justa distribución y la tutela de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto a la dignidad de las personas humanas y de los pueblos, y la constante práctica de la justicia y de la fraternidad” (Idem, n. 482)
¿Está moralmente permitido el uso de la fuerza militar? El uso de la fuerza militar está moralmente justificado cuando se dan simultáneamente las siguientes condiciones: certeza de que el daño causado por el agresor es duradero y grave; la ineficacia de toda alternativa pacífica; fundadas posibilidades de éxito en la acción defensiva y ausencia de males aún peores, dado el poder de los medios modernos de destrucción (Idem, n. 483).
¿A quién corresponde determinar si se dan las anteriores condiciones? “Determinar si se dan las condiciones para un uso moral de la fuerza militar compete al prudente juicio de los gobernantes, a quienes corresponde también el derecho de imponer a los ciudadanos la obligación de la defensa nacional, dejando a salvo el derecho personal a la objeción de conciencia y a servir de otra forma a la comunidad humana” (Idem, n. 484).
“¿Qué exige la ley moral en caso de guerra? La ley moral permanece siempre válida, aún en caso de guerra. Exige que sean tratados con humanidad los no combatientes, los soldados heridos y los prisioneros. Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes, como también las disposiciones que las ordenan, son crímenes que la obediencia ciega no basta para excusar. Se deben condenar las destrucciones masivas, así como el exterminio de un pueblo o de una minoría étnica, que son pecados gravísimos; y hay obligación moral de oponerse a la voluntad de quienes los ordenan” (Idem, n. 485).
¿Qué hay que hacer para evitar la guerra? “Se debe hacer todo lo razonablemente posible para evitar a toda costa la guerra, teniendo en cuenta los males e injusticias que ella misma provoca. En particular, es necesario evitar la acumulación y el comercio de armas no debidamente reglamentadas por los poderes legítimos; las injusticias, sobre todo económicas y sociales; las discriminaciones étnicas o religiosas; la envidia, la desconfianza, el orgullo y el espíritu de venganza. Cuanto se haga por eliminar estos u otros desórdenes ayuda a construir la paz y a evitar la guerra” (Idem, n. 486)-