San León Magno, Doctor de la Iglesia y protector de los indefensos
Cada 10 de noviembre, la Iglesia Católica celebra a uno de los pontífices más importantes de la antigüedad cristiana, cuya influencia fue determinante en la consolidación de la autoridad espiritual de la Sede de Pedro frente al poder terreno: San León Magno (‘El Grande’), Doctor de la Iglesia. Fue el pontífice número 45, y gobernó la Iglesia entre los años 440 y 461 (siglo V).
San León Magno nació en Toscana (hoy parte de Italia), alrededor del año 390. Llegó a ser secretario de los Papas San Celestino (p. 422-432) y Sixto III (p. 432-440). Este último lo envió, en el año 440, como su representante en misión diplomática en la Galia (hoy Francia) con el objetivo de evitar el enfrentamiento entre dos autoridades imperiales: el jefe militar de la provincia, Aecio, y el tribuno consular de aquella región, Albino. Fue durante el cumplimiento de este encargo eclesial que León recibió la noticia de que había sido elegido Sumo Pontífice.
Servidor de la verdad y la vocación a la santidad
Como sucesor de Pedro, León destacó por ser un gran pastor, siempre atento a las necesidades de su grey. Fue un fervoroso predicador, famoso por sus homilías en las fechas litúrgicas especiales, además de un prolífico escritor. Sus cartas a los cristianos de las periferias de Occidente son un buen ejemplo de la habilidad de su pluma. Se conservan muchos de sus sermones y misivas, considerados auténticos tesoros doctrinales.
“El que ama a Dios se contenta con agradarlo, porque el mayor premio que podemos desear es el mismo amor; el amor, en efecto, viene de Dios, de tal manera que Dios mismo es el amor”, escribió el Papa León en uno de sus sermones. Para León la vida cristiana puede interpretarse como una invitación a arrebatar el premio más grande, que es Dios mismo; en consecuencia, la santidad debe ser el propósito natural de la vida, ya que no hay nada que se desee más que el amor verdadero.
Durante sus 21 años de pontificado (440 – 461), el santo trabajó incesantemente por la unidad e integridad de la Iglesia. Luchó contra algunas herejías muy peligrosas como el “nestorianismo”, que afirma que en Jesús hay dos personas de distinta naturaleza, una divina y otra humana; el “monofisismo”, que sostiene que en Cristo solo hay naturaleza divina; el “maniqueísmo”, que sostiene que el espíritu del hombre es de Dios y el cuerpo del demonio; y el “pelagianismo”, que sostiene que el pecado original no es tal y por lo tanto la redención se obtiene por mérito individual, sin necesidad de la gracia (con lo que la redención obrada por Cristo perdería su sentido).
Toda autoridad viene de Dios
La tradición señala al Papa León como un pontífice lúcido y sabio, cuya autoridad era reconocida por todos, incluso por quienes ostentaban algún poder secular. Esta noble consideración no es fruto del azar. La Iglesia Católica, desde su fundador, Jesucristo, ha mostrado con la palabra y la acción que la autoridad no es carta libre para el uso y abuso del poder, sino una puesta en servicio a todos los hombres.
Quien ostenta autoridad, como el Maestro, se pone de rodillas y le lava los pies a sus discípulos, o a quienes están bajo su mando (ver: Jn 13).
Concilio de Calcedonia: la naturaleza de Cristo
En un episodio memorable, acaecido durante el Concilio de Calcedonia (451), cuarto concilio ecuménico, los 600 obispos congregados en asamblea se pusieron de pie, en señal de adhesión, luego de haber escuchado la carta que San León les había dirigido (Carta dogmática a Flaviano, Tomus Leonis).
En ella, el Pontífice hacía referencia a la plena divinidad de Cristo y a su plena humanidad. Contra la herejía cristológica del momento, el Papa León afirmó la total consustancialidad de Cristo con el Padre, por su divinidad, y su total consustancialidad con nosotros, por su humanidad (unión hipostática). Ergo, Cristo no podía ser considerado menos que el Padre en el orden divino; ni menos, ni más, que cualquiera de los seres humanos. La cristología del Papa León se articulaba sobre la certeza de que en Cristo hay una sola persona “sin confusión ni división”.
La aclamación de la asamblea fue tal que muchos empezaron a decir que “San Pedro había hablado por boca de León”. Tal elogio se popularizó tanto entre los Padres conciliares que quedaron consignadas en la declaración dogmática del concilio.
La Iglesia, faro que ilumina la historia contra la barbarie: Atila y Genserico
Por otro lado, en tiempos del Papa León, la estructura del Imperio Romano de Occidente se hallaba resquebrajada, y se deterioraba con suma rapidez, siendo motivo de gran inestabilidad. El Papa León tuvo que cumplir en consecuencia un papel decisivo en el ordenamiento de la vida civil y política.
Cuando los hunos, liderados por Atila (395-453), habían ocupado el norte de la península itálica, la amenaza de la invasión y destrucción de Roma empezaron a sentirse como inminentes (año 451). Entonces, el Papa salió al encuentro del líder de los hunos, Atila, para disuadirlo de sus planes. Providencialmente el Pontífice logró convencerlo: Atila tomó la decisión de no entrar a Roma.
Así, el más temido de los bárbaros se replegó hacia Hungría, probablemente convencido de que una campaña contra Roma no podría ser afrontada con huestes golpeadas por carencias y enfermedades.
Años después, en 455, San León se vio obligado a negociar con otro feroz bárbaro, Genserico (389-477), jefe de los vándalos, y aunque no pudo evitar el saqueo de la capital del Imperio, logró que la Ciudad Eterna no fuese incendiada, ni sus habitantes masacrados.
Epílogo
San León I murió el 10 de noviembre de 461, ya con el apelativo de “Magno” (Magnus, El Grande) ganado por su amor al pueblo, en honor a su sabiduría y por su grandeza espiritual. Fue canonizado más de mil años después, en 1574.
“Las mismas divinas palabras de Cristo nos atestiguan cómo es la doctrina de Cristo, de modo que los que anhelan llegar a la bienaventuranza eterna puedan identificar los peldaños de esa dichosa subida” (San León Magno).
¡San León Magno, ruega por la Iglesia para que se mantenga siempre lejos de la confusión y cerca a la verdad que serviste!.-
Aciprensa