Opinión

¿El Ocaso de la Democracia?

José Antonio Gil Yepes:

Los países más desarrollados, de mejor calidad de vida, mayor legitimidad y estabilidad política responden a las democracias de pluralismo efectivo en Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Alemania, Francia, Irlanda, Gran Bretaña, la Isla de Man, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Australia, y Japón. A partir de allí, se observan tres tipos más de democracias de menor grado. En un segundo nivel de consumación de las democracias pluralistas se encuentran países muy cercanos a los anteriores: España, Italia, Portugal, Grecia, Chile, Costa Rica, Uruguay, Taiwán, Singapur y Corea del Sur.

Hasta este segundo nivel de democracia podemos decir que las bondades de la democracia son Participación ciudadana. Protección de derechos humanos. Transparencia y rendición de cuentas. Diversidad de opiniones. Desarrollo económico, a través de la inversión, la innovación y el respeto a la propiedad privada. Retroalimentación y cambios para corregir defectos. Estabilidad política. De allí han surgido referentes como José Mujica en Uruguay, Ronald Reagan y Barack Obama en Estados Unidos, Adolfo Suarez y Felipe González en España.

Luego vienen democracias de un tercer nivel que, en mi libro El Reto de las Élites, llamé de “pluralismo limitado”. Entonces señalé, en 1978, que, si las élites venezolanas no se ponían de acuerdo en un modelo de desarrollo, la pobreza haría colapsar esa democracia. En estos regímenes, una minoría tiene más poder que los demás sectores y esa desigualdad hace que las políticas públicas se formen en función de la ideología del grupo dominante que, en el fondo, esconde un afán por concentrar el poder. Así operaron el PRI en México, el APRA en Perú, los gobiernos Conservadores y Liberales en Colombia y los de AD y Copei en Venezuela. Las desviaciones del “pluralismo limitado” generan frustraciones en las mayorías porque no permiten cumplir las promesas de democracia y bienestar que ofrecieron para llegar al poder.

Cuando la democracia se deteriora, coincide, particularmente, con la definición de Winston Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado.” Es decir, las democracias pueden tener muchos defectos, pero éstos son peores en otros regímenes: Desigualdad en la participación. Clientelismo, corrupción y pobreza. Desinformación. Escasa retroalimentación del sistema, por lo que se perpetúan los defectos. Predominio de la motivación al poder entre los poderosos, dejando de lado su función de servir.

Las soluciones a estos fracasos se han planteado tanto “huyendo hacia adelante” como “hacia atrás”. Carlos Andrés Pérez II intentó hacerlo hacia adelante, a través de la descentralización, privatización, desprecidencialización, despartidización de la formulación de las políticas públicas, despopulización de las políticas sociales y desmontando el rentismo petrolero y la sobrevaluación.  Pero este intento ocasionó que sus colegas lo removieran del cargo porque chocaba con sus intereses personales de concentrar el poder.

La otra ruta para “corregir” los defectos del pluralismo limitado ha sido la de “huir hacia atrás”, implantando regímenes autoritarios y estatistas. Entre estos casos se han destacado las llamadas “democracias populares socialistas comunales” de Europa Oriental (Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, Checoeslovaquia, etc.) impuestas a la fuerza por la ex Unión Soviética. Sólo duraron unos 40 años, hasta la Caída del Muro de Berlín, cuando  se transformaron en pluralistas,  de modo que hoy podemos añadirlas  a la lista de países democráticos de la Unión Europea.  Aunque Cuba no corrió la misma suerte, se pensaba que, con la caída del Muro, el modelo democrático pluralista occidental predominaría abiertamente y que estábamos frente al colapso de los autoritarismos y socialismos estatistas. Pero eso no ha resultado así. También se observan “huídas hacia atrás” en países como Rusia, bajo Putin;  Venezuela, bajo Chávez; Hungría, bajo Victor Orbán; Argentina bajo los Kirchner; Nicaragua, bajo los Ortega. Los defectos de estos regímenes intensifican aquellos arriba mencionados sobre las democracias insatisfactorias: Pluralismo Minimizado que ignora los planteamientos de los grupos no oficiales y limita las condiciones electorales. Represión de la Oposición, violaciones de derechos humanos y de la propiedad privada. Control de los Medios de Comunicación. Falta de Transparencia y corrupción, pobreza, desigualdad y emigraciones. Inestabilidad y represión. No en balde Churchill definió el autoritarismo-socialista como “la filosofía del fracaso, el crédito a la ignorancia, la prédica de la envidia, y a su virtud inherente como el reparto igualitario de la miseria.”

Por último, dentro de las “huídas hacia adelante” queda la opción individualista, no colectivista ni pluralista. Aquí se ubica el proyecto de Milei en Argentina. Se entienden estos esfuerzos por deslatrar a sus respectivas sociedades de los defectos de la democracia, pero dejan el sabor de una cierta indiferencia hacia las desigualdades. Es muy pronto para “saber” qué puede arrojar este experimento. El de Jair Bolzonaro en Brasil no se ha consolidado. En conclusión, el ocaso de la democracia sólo ocurre en aquellas que dejan de cambiar hacia adelante para alcanzar o mantener su condición de pluralismo efectivo, por lo que hay que seguir luchando.-

@joseagilyepes

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