El gran valor de nuestra Iglesia Católica
Mi formación católica empezó en mi hogar y se extendió en toda mi vida de estudiante, iniciando en mi querido y recordado Colegio La Salle de Valencia
General Juan Antonio Herrera Betancourt:
El domingo 1 de diciembre, día de Adviento, asistí a la santa misa en la iglesia La Guadalupe de mi parroquia, en la cual, por lo significativo del día y la proximidad de la Navidad, los sentimientos afloraron y vinieron recuerdos de mi conexión con la Iglesia Católica, como católico cuya formación empezó en mi hogar y se extendió en toda mi vida de estudiante, iniciando en mi querido y recordado Colegio La Salle de Valencia, donde tuve en primaria como maestros de catecismo a los Presbíteros Luis Eduardo Henríquez Jiménez y José Ali Lebrun Moratinos, quienes pasado el tiempo llegaron a ser, Monseñor Arzobispo de Valencia y Cardenal Arzobispo de Caracas.
Posteriormente, durante mi formación profesional en la Escuela Militar de Venezuela, tuve de capellán al Presbítero, Teniente (A) Manzanares, persona de gran bondad y sensibilidad para darnos formación moral, con quien tuve una excelente relación y al graduarme de profesional militar me obsequió un Nuevo Testamento con la siguiente dedicatoria: “En los ratos libres en el cuartel, que la lectura de las enseñanzas cristianas sean el mejor recuerdo de tu capellán”; y así lo cumplí, mi admirado y recordado Monseñor.
Durante mi vida he mantenido profundo afecto y trato con muchos sacerdotes, tanto en la Fuerza Armada, como fuera de ella, recordando con gran cariño a Reinaldo Del Prete Lisot, a quien nombré cuando era un joven sacerdote, Capellana del Comando de Brigada Blindada y de la Guarnición de Valencia, cuando ejercí esos importantes comandos, quien con el tiempo, demostrando su gran capacidad llego a Monseñor Arzobispo de Valencia, desempeñando un gran función y falleciendo prematuramente, lo que me causo un gran dolor.
Desde hace mucho tiempo he mantenido una estrecha relación con un gran maestro y conductor excelso de seres humanos, como es Monseñor Ovidio Pérez Morales, quien con su claridad de criterio y profunda formación ha sabido transmitir su sapiencia a muchos valiosos venezolanos que siempre han luchado por el bienestar y la búsqueda del bien común para nuestra querida Venezuela.
Mantengo siempre presente el recuerdo del Cardenal Jorge Urosa Savino, con quien nos reuníamos en su residencia caraqueña para hablar y analizar la situación venezolana en todos los órdenes y con gran preocupación por las fuerzas armadas. Hoy le pido nos siga acompañando desde el Cielo.
Con los Cardenales Baltazar Porras Cardozo y Diego Padrón Sánchez he mantenido valiosas conversaciones sobre la preocupación colectiva que hay sobre la situación venezolana, basadas siempre en el contenido de la Constitución de la República.
En estos momentos, en que la mente de la gran mayoría de los venezolanos está en un cambio en la conducción del país, porque así fue la decisión mayoritaria, valoramos cada vez más la activa participación para que nuestra ciudadanía, que según una respetada y creíble encuestadora, manifestó en un valioso estudio de opinión que el 81% de los venezolanos somos católicos, y mantenemos presente nuestra fe, afianzada por esos grandes guías que son los sacerdotes católicos, y sus altas autoridades cuando se reúnen en la Conferencia Episcopal Venezolana, y elaboran valiosos documentos que al comunicarlos transmiten sus pensamientos para mantener en alto la moralidad, la dignidad y el correcto comportamiento de la ciudadanía, siempre en la búsqueda de un mejor destino como seres humanos que deseamos lo mejor para todos los habitantes de nuestra querida Venezuela.
Esos hombres, con gran entrega quieren mantener viva la luz y las ideas que vino a traernos nuestro Señor Jesucristo, con su religión del amor, principios y normas de vida, para hacerla más llevadera y útil, con una verdadera reconciliación que nos permita ayudarnos unos a otros para hacerla más digna y noble, necesitan también de nosotros, sus compatriotas, el apoyo permanente con el reconocimiento a su gran labor y enseñanzas que son factores fundamental de la venezolanidad.
Ellos con su gran entrega humanitaria contribuyen en todo momento al bienestar colectivo, con orientación hacia la dignidad, y hacer de nuestro tránsito terrestre un tiempo de profundos sentimientos para así merecer siempre la bendición de Dios.-
Caracas, 5 de diciembre de 2024.