
Eduardo Fernández:
En efecto llegó el nuevo año. El año del cambio. Por mandato de la Constitución Nacional termina un período constitucional y comienza uno nuevo. Todos sabemos que las elecciones del 28 de julio las ganó el candidato del cambio: Edmundo González Urrutia. Lo normal es que el próximo diez de enero, el presidente electo por una contundente mayoría asuma la Presidencia de la República para dirigir el gobierno durante el periodo constitucional 2025-2030.
Existe un principio fundamental consagrado en todas las constituciones democráticas: el principio de la alternabilidad republicana. Ese principio estaba consagrado en la Constitución Nacional de 1961 y fue ratificado en la constitución de 1999, actualmente vigente. Según ese principio ahora, cada seis años el pueblo venezolano elige un presidente de la república para el nuevo periodo.
Así ocurrió en 1969, cuando Rafael Caldera, candidato del Partido Social Cristiano Copei, ganó las elecciones contra el candidato del gobierno que era Gonzalo Barrios. La diferencia de votos entre los dos candidatos fue muy estrecha. Sin embargo, el presidente de la república para ese entonces, Raúl Leoni y también el candidato presidencial del partido de gobierno, reconocieron el triunfo del adversario y entregaron el poder pacíficamente como correspondía. Sin ningún trauma.
Cinco años después se repite la historia. Gana las elecciones el candidato de la oposición al gobierno de Caldera, Carlos Andrés Pérez. Tanto el gobierno como el partido que respaldaba al gobierno, reconocen la victoria del candidato de la oposición y entregan el poder pacíficamente. Sin trauma, sin conflicto.
De nuevo ocurre en 1978 cuando Luis Herrera Campins, candidato de Copei, derrota a Luis Piñerúa, candidato de Acción Democrática. Se transfiere el poder pacíficamente. Y en 1983, cuando Jaime Lusinchi, candidato de AD, gana las elecciones frente al candidato de Copei, Rafael Caldera. Diez años más tarde, finalizando la segunda presidencia de Rafael Caldera gana las elecciones de 1998 un militar golpista, que pudo postularse como candidato gracias a una medida de gracia concedida por el presidente saliente y, de nuevo, la transferencia del poder se produjo con la más absoluta normalidad. Caldera le entregó el poder a Hugo Chávez y éste último asumió la dirección del gobierno sin ninguna dificultad.
Allí comenzó el problema. Se inició un ejercicio hegemónico del poder que ha durado más de un cuarto de siglo. En nombre de una presunta revolución, llamada socialismo del siglo XXI, se ha perpetuado en el poder el mismo partido por 26 años.
Hasta que el 28 de julio, la mayoría de los venezolanos se pronunció categóricamente a favor del cambio y eligieron al candidato postulado por la oposición, Edmundo González Urrutia, frente a la pretensión continuista del actual presidente Nicolás Maduro Moros.
En consecuencia, el 10 de enero debe asumir el nuevo presidente. Debe comenzar el cambio político de una manera incruenta. Los señores que están actualmente en el gobierno pasarán a la oposición y los que están en la oposición pasarán a ejercer el gobierno. Todos, tanto los del nuevo gobierno, como los de la nueva oposición, amparados por el estado de derecho y por las garantías constitucionales, asumirán el pleno ejercicio de sus respectivas responsabilidades en el marco de la institucionalidad democrática.
Gobernar en contra de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, no es una opción válida. Se causaría un daño muy grave al país, a los ciudadanos y al interés general.
Todos conocemos lo que ocurrió el 28 de julio. Nadie tiene dudas. Lo sabe el gobierno y lo sabe la oposición. Lo sabemos los venezolanos y lo sabe la comunidad internacional. Lo sabemos los civiles y lo saben los militares, particularmente los que trabajaron en la operación república. Lo saben tirios y troyanos. Todo el mundo lo sabe. Corresponde por tanto asistir en un nuevo ejercicio de alternabilidad republicana que nos permita asumir, sin trauma alguno, el camino del cambio hacia la grandeza de Venezuela.-
30-12-2024