Iglesia Venezolana

La Divina Pastora de Sevilla

El arzobispo de Sevilla coronará la imagen de la Divina Pastora de la capital andaluza para lo que se ha programado una serie de actos preparativos. Del 22 al 24 de septiembre tendrá lugar el triduo por la vida consagrada en la Iglesia del Monasterio de la Encarnación

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:

 

Es de todos conocida la devoción a la Divina Pastora en Barquisimeto, donde cada año se congrega una multitud de peregrinos de todo el país, siendo una de las procesiones más importantes de Latinoamérica. Tiene su sede en el santuario de Santa Rosa, aledaño a la ciudad crepuscular y peregrina por las parroquias de Barquisimeto cada año. Su fiesta se celebra el 14 de enero, octava de la Epifanía, por lo que tiene un acento navideño que une a la Madre de Dios con su hijo Buen pastor, y le acompaña en ese cuidado la Pastora con el nombre de Divina por su relación con Jesús.

 

Esta advocación llegó a Venezuela en 1706 de manos del fraile capuchino Marcelino de San Vicente quien trajo de España imágenes y cuadros de la Virgen, uno de ellos de la Divina Pastora quedó en la iglesita del pueblo de Santa Rosa. El P. Sebastián Bernal llegó a Santa Rosa en 1736 y se convirtió en difusor de la devoción en toda la región.

 

 

Divina Pastora de Barquisimeto en el estado Lara en Venezuela. En 2006 la diócesis de Barquisimeto decretó un Año Jubilar Mariano por los 150 años de la procesión de la Divina Pastora y los 50 años de la coronación canónica de esa imagen. Ese año, un grupo de devotos peregrinó a Sevilla, donde entregó una réplica de la Divina Pastora de Santa Rosa (Barquisimeto) a la Hermandad Primitiva de Santa Marina, y estos y aquellos, a los capuchinos de la ciudad. Los venezolanos que había en la ciudad española crearon esta congregación y un año más tarde, la Hermandad Primitiva de Santa Marina peregrinó

 

En 1736, el sacerdote Sebastián Bernal llegó a Santa Rosa y se convirtió en un ferviente devoto de la Divina Pastora. Trajo consigo la imagen de la Virgen y fomentó su culto en la región. El templo de Santa Rosa se convirtió en un santuario dedicado a la Divina Pastora, y la devoción se extendió por toda la región. El sacerdote larense José Macario Yépez (1799-1856) de amplia trayectoria eclesiástica y civil, vicario foráneo de Barquisimeto ante la peste del cólera que azotó la ciudad y la región hizo traer a la ciudad la imagen de la Divina Pastora de Santa Rosa para impetrar la salud del pueblo, lo que aconteció y dio pie a la peregrinación anual de la milagrosa imagen.

 

En el 2006, sesquicentenario de la procesión y 50 de la coronación canónica, la iglesia barquisimetana decretó año jubilar mariano. Un grupo de devotos peregrinó a Sevilla y entregó una réplica de la imagen venezolana a la Hermandad de Sevilla, quedando hermanadas ambas cofradías. Emociona contemplar en la capilla sevillana las banderas de España y Venezuela bordeando el manto de la imagen y los venezolanos residentes a orillas del Guadalquivir se asociaron a la Hermandad sevillana. En 2007 un grupo de Sevilla peregrinó hasta Barquisimeto. Desde entonces la relación ha sido estrecha y la colaboración mutua se ha extendido cada día más.

 

Las Hermandades y Cofradías existentes en el nuevo continente tienen un marcado tinte andaluz y extremeño, pues el contingente mayor de población hispana que vino desde los comienzos del siglo XVI provenían del sur peninsular. La evangelización de los dominios musulmanes en España fue lenta y tardó varios siglos desde la reconquista de Sevilla por el rey Fernando III el Santo (1248), padre de Alfonso X el Sabio (1221-1284) quien consolidó la presencia y dominio cristiano a nombre de los reinos de Castilla y León, hasta la toma y conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492.

 

La siembra de la fe católica se consolidó con el surgimiento de las hermandades y/o cofradías, asociaciones de fieles que se unieron por fines piadosos, religiosos y asistenciales. La advocación que les servía de patronazgo fue una forma de catequesis y formación doctrinal con la expresión popular en diversos actos en los que sobresalían las procesiones. Desde 1703 surgió la devoción y la Hermandad a la Divina Pastora de las Almas en Sevilla, por el Padre Isidoro de Sevilla, ubicándola en el barrio de Santa Marina. Tiene misa y oficios propios redactados por el beato Fray Diego José de Cádiz desde 1795. Su imagen está en todos los conventos franciscanos y la advocación es muy popular en tierras andaluzas, Murcia, Alicante, Castilla y Galicia. Su devoción está extendida por Italia, América y Filipinas.

 

El arzobispo de Sevilla coronorá la imagen de la Divina Pastora de la capital andaluza para lo que se ha programado una serie de actos preparativos. Del 22 al 24 de septiembre tendrá lugar el triduo por la vida consagrada en la Iglesia del Monasterio de la Encarnación, donde residen las hermanas Agustinas Concepcionistas, que por primera vez en el mundo vistieron la Imagen y, por tanto, fueron las creadoras de la indumentaria de Pastora para la Santísima Virgen, y recibieron el título de Camareras Honorarias en 1991, con motivo de la visita de la Divina Pastora, que volvió a visitarlas en el año 2005, con motivo del Tricentenario de su bendición.

 

La coronación canónica tendrá lugar el 27 de septiembre en ceremonia presidida por el Sr. Arzobispo D. José Ángel Saiz Meneses. Como es tradición sevillana la procesión por la ciudad tendrá lugar el domingo 28. Esta efemérides quiere contar con la presencia de un prelado venezolano, quien escribe esta crónica, para orar ante la imagen por las intenciones de ambos países y como preparación a la canonización de los dos primeros santos venezolanos. Es parte de la misiva del Mayordomo de la Hermandad, D. Francisco Javier Segura Márquez quien nos ha escrito en su nombre y en el del Metropolitano sevillano. Nos acogerán con un pequeño grupo de sacerdotes venezolanos que me acompañarán en los actos programados.

 

Son tantas las cosas que unen a Sevilla con la otra orilla del Atlántico. Pero por encima de todo, la herencia más tierna que llega al alma y nos eleva al Altísimo es la devoción a la Virgen María bajo mil advocaciones. Es el consuelo de nuestras penas y la alegría transida de esperanza fraterna. Qué mejor que decirlo con estos versos de Rubio Rubio: “Dicen que la Virgen quiere dejar el palio y la plata y clavarse en nuestra cruz; salir todas las mañanas a mendigar caridades; quiere hacerse nuestra hermana para abrazar la pobreza, para sufrir en su alma los dolores del que sufre sin trabajo ni esperanza. Quiere cuidar al enfermo, quiere besarle sus llagas quiere sanar sus heridas con el óleo de sus lágrimas. Quiere enseñar a sus hijos, quiere limpiarle la casa, quiere velarlo de noche y que no lo hiera el alba, que al llegar la amanecida en sus ojos despertara”. Esa es María, ayer, hoy y siempre para los que sentimos el aliento suave y tierno de la Divina Pastora que nos mima y cuida.-

58-25 (6692) 15-9-25

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