Opinión

Poema Alcaraz

Alicia Álamo Bartolomé:

 

Conviene cambiar de tema en el arte de articular palabras para le prensa. Demasiada política, demasiada angustia ante el panorama mundial. Vamos a refrescarnos un poco con el deporte, sobre todo con uno de mi preferencia, aunque aquí se está jugando la final del campeonato de béisbol profesional venezolano. Me voy al tenis, deporte blanco y sereno. En estos días, del 11 al 28 de enero, se sucede el primero de los cuatro Grand Spams del año: el Australia Open, en Melbourne.

 

Estos juegos de tenis en Australia, la antípoda del mundo, son una calamidad. Para nosotros, empiezan el día anterior. Son 15 horas de diferencia. Mientras allá se está jugando a la espléndida luz de las 3 de la tarde, aquí estamos entrando a la medianoche. Los juegos más importantes son en la madrugada, los aficionados al tenis en este continente nos enfrentamos al desvelo ante la pantalla chica. En la madrugada del martes 21 de este mes, no pegué ojo, estuve esperando el partido de cuartos final entre dos titanes del tenis, el serbio Novak Djokovic y el español murciano Carlos Alcaraz; todo el mundo quería ver este encuentro, era como una final, el estadio estaba completamente lleno, a reventar, ¡y para nosotros eran las 6 am!

 

El juego empezó muy bien para Carlitos, quien, para mí, es el sucesor de Rafael Nadal y, por supuesto, hoy, mi preferido; sobre todo frente a Djokovic, considerado el mejor tenista de todos los tiempos, a mí, no termina de caer bien, por su carácter destemplado. Además, a su tenis quizás técnicamente perfecto, la falta algo que quizás le sobra a un Federer, un Nadal o un Alcaraz: gracia, elegancia, ángel…, ¡el duende!, que diría García Lorca! Su figura en la cancha, con ese compás de piernas abiertas que casi le hacen abarcar su ancho, le permite responder a todo lo que su contrincante le mande, le hace ver como una grotesca araña. Perdona, Novak, pero así te veo a veces…

 

Pues bien, empezó acertado Carlos Alcaraz. Gitanillo” lo llama Djokovic, claro, para él no es más que un “güila”, como dirían en Costa Rica: le lleva 15 años de edad. Pero le teme al “güila”, porque le ha ganado más de una vez. En ese primer set Alcaraz destacó, aunque estaba muy serio; a él le hace falta la sonrisa de niño pícaro. Su cuerpo escultural se lucía en los lances del juego, arabescos de brazos y piernas en el aire, aterrizaje perfecto después del tiro certero. En un momento pensé: sin escribo un artículo sobre este juego lo titularé “Poema Alcaraz”. No pasó mucho tiempo para que uno de los comentaristas del juego confirmara me apreciación, dijo: Esto es poesía. Carlitos ganó ese primer set.

 

Vino luego la reacción del serbio, se impuso en el segundo. set Hubo unos momentos de angustia, Novak, cayó mal, se vio su gesto de dolor y los técnicos sanitarios lo llevaron adentro. A los pocos minutos volvió con el apenas visible vendaje en un muslo y en perfecto estado físico, como si le hubieran inyectado un esteroide; no se tome como juicio temerario sino como producto de mi fantasía. Lo cierto es que al hombre ya no lo detuvo su rival, aunque el murciano seguía bordando arabescos en el aire, sin perder su estilo, pero…, la araña pudo más. Ganó el partido en cuatro sets.

 

¿Quedé frustrada? ¿Fue en vano mi desvelo? No. He aprendido a perder en los deportes.  A ver éstos como un motivo de recreación y no de sufrimiento. Fanatismo ni para amar a Dios, sólo pasión serena. Nos equivocamos muchas veces los humanos en tomar las cosas tan apasionadamente, nos hacemos daño. Esto sucede especialmente con los deportes hasta el punto de provocar tragedias en los estadios por una trifulca entre rivales. Conocidísimos los hooligans, fanáticos ingleses del fútbol que a veces no los dejan entrar en los países donde se celebra el campeonato mundial de este deporte, que se ha vuelto violento de por sí y yo por eso he dejado de verlo. La violencia es la razón de ser del boxeo, antiquísimo deporte que nos viene de la cultura griega, pero una violencia sometida a reglas. La violencia no es lo que enturbia hoy el deporte del boxeo, sino su entorno económico mafioso. De todas maneras, lo prefiero al fútbol actual, porque son dos individuos que se peonen de acuerdo para darse golpes y no víctimas de la zancadilla artera.

 

La violencia sólo lleva a destruir la convivencia y, el deporte, como intercambio sano entre las naciones, debería contribuir a construir ésta. Construir, no destruir. La única destrucción deseable es la de las barreras que separan a los pueblos. Y a veces dentro de sí mismos, por ideologías políticas aberrantes  Y hasta por ausencia de éstas. ¿Cuál es la ideología de unos individuos en el poder que se aprovechan de éste para torcer el resultado de unas elecciones? Ninguna, sólo provecho propio. Respetaría a un ideólogo sincero, aunque para mí equivocado. Como respeto a un ateo, a un agnóstico, siendo yo una ferviente creyente en Dios, porque respeto la honestidad del sentimiento. Pero nadie me llevará respetar nunca a quien se burla de su pueblo con cuñas para la televisión donde juega con su altura, ondea banderas y hace rimas ridículas con su apellido. Qué publicidad de pacotilla y, ¡qué descaro para justificar el más grande fraude electoral en nuestra historia! Lástima, el asco no tumba el poder.

 

¡Ah, Carlos Alcaraz, a dónde ha me llevado tu poema! A unas elucubraciones que tal vez no vengan al caso. O tal vez sí, porque las contorsiones de tu raqueta en el prodigioso movimiento de tu mano diestra y tu escultura viviente, dinámica, trazando geometrías en el espacio, levanta entusiasmos, deseos de acción y de pasión. ¿Y qué más que el despertar de esta pesadilla de un cuarto de siglo?.-

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba